Las garrapatas prefieren humanos a perros con la subida de temperaturas

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Las garrapatas, como los mosquitos, son estupendos vehículos para transportar enfermedades infecciosas. De virus a bacterias, estas chupadoras de sangre pueden ser mensajeras de disgustos para animales y humanos.

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La península ibérica es un territorios propicios para la expansión de una de esas enfermedades: la fiebre de Crimea-Congo, que ha afectado a cinco personas en España desde 2010. La primera muerte autóctona, en 2016, según el Ministerio de Sanidad.

Aunque la especie que encontramos aquí se denomina Hyalomma lusitanicum, hay otras típicamente portadoras de una bacteria que causa otra enfermedad: la fiebre de las Montañas Rocosas. En Estados Unidos, un equipo de la Universidad de California en Davis acaba de descubrir que al menos aquella especie cambia su comportamiento al subir las temperaturas.

«Nuestro trabajo indica que cuando hace calor, debemos estar mucho más atentos a las infecciones de RMSF en humanos», explica desde Arlington Laura Backus, directora del estudio en Escuela de Medicina Veterinaria Davis. «Descubrimos que cuando las temperaturas subieron de 23 a 38 grados, las garrapatas marrones de los perros que transmiten la enfermedad tenían 2,5 veces más probabilidades de preferir a los humanos frente a los perros».

Los casos de fiebre de las Montañas Rocosas y enfermedades relacionadas, conocidas colectivamente como rickettsiosis por fiebre maculosa, han aumentado drásticamente en los últimos 20 años. La enfermedad se puede tratar con antibióticos si se detecta en la primera semana de infección, pero una vez que la infección se afianza, la tasa de mortalidad de las víctimas puede superar el 20%.

¿Perro o persona? El experimentos de las cajas ciegas

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Para su experimento, construyeron dos grandes cajas de madera que medían aproximadamente un metro de alto y algo más de metro y medio de ancho. Luego se conectaron entre sí mediante un tubo de plástico transparente. Llevaron a cabo una serie de pruebas que involucraron poner a un humano en una caja, un perro en la otra y garrapatas en el tubo de plástico transparente entre ellos. Luego, los investigadores observaron, en intervalos de 20 minutos, si las garrapatas, que buscan huéspedes de los que alimentarse según el olor, prefieren perros o humanos, primero a temperaturas de alrededor de 23,3 grados y luego a 37,8 grados centígrados.

Backus vio que a temperatura más alta, un tipo de garrapata marrón de perro, conocida como garrapata de linaje tropical, fue especialmente clara para cambiar sus preferencias de perros a humanos. Actualmente, las garrapatas marrones de linaje tropical se encuentran en las regiones del sur de los Estados Unidos, en lugares como Arizona, Florida, el sur de California y el sur de Georgia. Sin embargo, Backus dijo que se espera que su área de distribución se mueva hacia el norte a medida que el cambio climático hace que aumenten las temperaturas promedio.

Backus precisa que ha habido indicios de trabajos anteriores de que las garrapatas marrones del perro, que se encuentran en todo el territorio continental de Estados Unidos, pueden ser más agresivas con los humanos en climas cálidos.

Los científicos advierten que el cambio climático está expandiendo en gran medida las áreas del país que experimentan varios días cuando las temperaturas superan los 38ºC. 

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«Interesa actuar a dos niveles. El concepto One Health defiende que la salud humana y la sanidad animal son interdependientes y están vinculadas a los ecosistemas en los cuales coexisten», señala Isabel García Fernández de Mera, del proyecto CrimeaCaLM (UCLM). En un segundo nivel, «tenemos que decir, protegernos de las picaduras de garrapata. Y, en caso de sufrirlas, saber cómo reaccionar», aclara en un artículo en The Conversation.

Sin motivos para la alarma en España

Prácticamente en cualquier lugar del mundo circulan virus capaces de producir una fiebre hemorrágica. La distribución de cada cual, sin embargo, está restringida al área geográfica en la que están presentes sus especies hospedadoras.

Su impacto en la salud depende también de otros factores como las instalaciones higiénico sanitarias disponibles en cada región y el hábitat rural o urbano de sus poblaciones. Y, en el caso de España, ser parada obligada de aves migratorias procedentes de lugares de alta prevalencia.

En esta línea, la experta aclara que gracias a la investigación y la vigilancia epidemiológica sabemos varias cosas. Para empezar, que nuestra amenaza más inmediata y cercana es la de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo. Si el virus circula mucho, pero sólo se han producido tres casos fatales en cuatro años, el asunto es serio, sí, pero ni mucho menos alarmante. Sin embargo, convendrá estar atentos y tomar las debidas precauciones», aclara García.

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Los casos se centran en las provincias del centro-oeste. Además, parece que el virus circula  principalmente de forma inaparente. Y en tercer lugar, la sobreabundancia de ciervos y jabalíes podría estar contribuyendo al mantenimiento de las garrapatas que lo transmiten.

«La fiebre de Crimea-Congo es un perfecto ejemplo de esta realidad, que debería motivarnos a integrar el seguimiento de las poblaciones de fauna y de vectores con la vigilancia de la sanidad animal y la salud humana», concluye García Fernández de Mera.

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