El fútbol de Segunda B trata de levantarse tras la sacudida de la pandemia

Segunda B pandemia
Estadio de Lasesarre.
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El fútbol es uno de los deportes más mediáticos del mundo, y de lejos el más seguido en nuestro país. Pero dentro del mismo hay una enorme brecha que separa el fútbol profesional del fútbol semi-profesional. Una brecha entre los que a pesar de las restricciones por la crisis sanitaria por la COVID-19 siguen teniendo ingresos millonarios y los que se han arruinado; entre los que acaparan por completo la atención de los medios y los que pasan desapercibidos. 

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Se ha hablado mucho de los estadios vacíos en Primera División por la pandemia de COVID-19, pero poco se ha mencionado lo que han sufrido los equipos con menos recursos durante la pandemia. Las pérdidas por abonos y taquilla, la quiebra de numerosos patrocinadores, la reducción de la subvención del Consejo Superior de Deportes, los gastos relacionados con los protocolos sanitarios y la remodelación de la categoría, han provocado una verdadera sangría en la Segunda División B. 

El Barakaldo, de Segunda B, en manos de sus socios 

Un abono es un papel que te da acceso regular a un espectáculo, un carné de socio va mucho más allá: eres dueño de ese equipo, eres partícipe, tienes voz y derecho a voto. Sin todos aquellos que pagan su cuota anual y se dejan la piel por su equipo, las instituciones de Segunda B no podrían sobrevivir. Y las aficiones más fieles han arrimado el hombro y apoyado a sus clubes en esta difícil temporada. 

Un claro ejemplo es el del Barakaldo CF, cuya existencia pende de un hilo y depende de sus socios y socias. En 2019, el Baraka se puso en manos de un administrador concursal por insolvencia. Todo empezó con una inspección de la Seguridad Social que reveló que no se había cotizado y terminó con la mayor multa posible. 

Con una deuda de más de 1.400.000€ el presidente dimitió y Jesús María Isusi dejó sus negocios para salvar al “club de sus amores”. Ni él ni nadie de la actual junta cobran por dedicar su tiempo y esfuerzo al Barakaldo pero ellos están realmente orgullosos de seguir luchando para poder sacarlo adelante. No consiguieron el mejor acuerdo de convenio posible, pero sí reducir la sanción en un 19%.

Cuando pensaban que más o menos tenían la situación controlada y un plan de acción para solventarla, llegó la Covid- 19. Han perdido 500 socios de los 2.000 que tenían y casi todos los patrocinadores: las entradas por patrocinio y publicidad han pasado de ser un 25% del presupuesto a un 2,5% en dos temporadas. 

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El Barakaldo presupuestó ingresar unos 875.000€ en la temporada 2020/2021 y solo han entrado en sus cajas 600.000€. En una Asamblea General Extraordinaria se pusieron sobre la mesa los problemas financieros y se dejó la última palabra a los socios, que acordaron seguir remando. La situación de los gualdinegros es muy delicada, inestable e incierta, pero por ahora llevarán a tribunales a los anteriores directivos y continuarán las conversaciones con grupos de inversores para tratar de salvar la entidad. 

No es en absoluto el único al que le ha ocurrido algo así. Es un modelo de lo que ha sucedido, con mayor o menor gravedad, en muchísimos clubes esta última temporada. 

La perene polémica de los aforos

Más de 900.000 personas acudían cada semana a los estadios de Primera y Segunda División en 2019. Estadios que, con la crisis sanitaria, se vaciaron. La repercusión de esta medida ha sido enorme, pero de nuevo, quienes más han sufrido han sido los equipos de Segunda B. El Real Madrid, por ejemplo, con un ingreso medio por partido de 5,3 millones de euros, recauda, solo en entradas, cerca de 132 millones de euros por temporada. Es una cifra ciertamente elevada y, sin embargo, supone un 15% de sus ingresos. 

Abonos y taquilla es en muchos de los casos hasta más del 50% del presupuesto de un equipo de Segunda B. Por este motivo se autorizó el acceso al público en la última temporada, aunque de forma limitada. Las restricciones han ido variando dependiendo de la situación de la pandemia y han sido diferentes según la comunidad autónoma, lo que ha causado constantes polémicas. Porque mientras algunos han podido jugar con el apoyo de cientos de sus aficionados, otros han tenido que conformarse con una temporada a puerta cerrada. 

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Las decisiones sanitarias han sido un escollo importante en lo económico y en lo deportivo. Por un lado, las ganancias por taquilla se han reducido enormemente, llegando a ser nulas para algunos clubes; y por otro lado, los jugadores locales no rinden igual sin el apoyo de las gradas. La afición es clave en la motivación de los futbolistas de Segunda División B.

País Vasco prohibió la asistencia a eventos deportivos un par de semanas después de empezar la liga. El Barakaldo, con un estadio con capacidad para 8.000, no ha podido meter ni a una sola persona en Lasesarre en todo el torneo. Los gualdinegros sacaron una pancarta de protesta con escrito: ‘Lasesarre te necesitamos’ y argumentan que “han competido en desventaja”, ya que se han medido con conjuntos navarros, riojanos y aragoneses, todos ellos con público; y que en un campo como el suyo, tan grande y al aire libre, “hubieran podido meter a todos sus socios sin riesgo”. “No sabemos qué hubiera pasado con 3.000 Barakaldeses animándonos y apretando en los momentos clave”, dice su entrenador Jabi Luances. 

Cantabria en un principio dejó entrar a un 30% del aforo, que rápidamente se convirtió en el 20%. El Racing de Santander ha competido con 4.444 fanáticos en la tribuna y “se ha notado mucho”, confiesa Víctor Alonso, director general del club. Sus ingresos por taquilla se han reducido casi en un 70% respecto a la anterior, con pérdidas superiores a un 1.300.000€. 

Fútbol y Segunda B: Olot y Numancia, bajas por el COVID-19 

La salud es el bien más preciado para todos, pero aún más para quienes viven del deporte y de su rendimiento físico. 

El Olot, junto con el Numancia, que a finales de enero tuvo un brote que acabó afectando a nueve jugadores de su primer equipo, son de los que más contagiados de Covid-19 han tenido en la competición. En el conjunto catalán ha habido diez positivos, todos ellos de la plantilla y uno de los cuales necesitó un ingreso hospitalario. Esto ha implicado para ellos tres periodos de cuarentena, varios aislamientos y entrenar en casa. 

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Un punto más en el que se evidencia la diferencia de recursos con la Primera División, en la que la mayoría de los integrantes tienen en sus propios hogares la maquinaria necesaria para su preparación física, disponen de más espacio y, en caso de no tener lo esencial, las sociedades se han encargado de conseguírselo durante la cuarentena. Los parones han acarreado también un mayor número de lesiones, 18 en el caso del Olot, que han dejado a futbolistas fuera de juego hasta 27 días. De hecho, en su centenario, han quedado últimos de su subgrupo y el año que viene los veremos en Tercera División. 

El veredicto  de la RFEF 

Con la llegada de la Covid-19, la liga 19/20 se suspendió a falta de 10 partidos. La Real Federación Española de Fútbol decidió que hubiera ascensos, pero no descensos. No todos estaban de acuerdo pero “en países vecinos que sí aplicaron descensos, la justicia los revirtió alegando que no puede bajarse de categoría a un equipo sin permitirle luchar durante todas las jornadas”, explican desde la RFEF. 

Se acumularon por tanto 102 equipos, que han competido de forma excepcional en una categoría que ha desaparecido. Ahora la tercera categoría del fútbol español es la 1ªRFEF y la cuarta categoría la 2ªRFEF. La Tercera División por tanto ha pasado a ser el quinto nivel futbolístico español. 

El hecho de que se haya aprovechado esta temporada para reorganizar el fútbol español modesto, ha suscitado revuelo. Todos aquellos que se quedan en 1ªRFEF, a priori se verán reforzados a nivel mediático y podrán dar un salto de calidad. La Federación asegura que es un “necesario puente entre las divisiones profesionales y no profesionales”. Pero muchos opinan que esta no era la mejor temporada para hacerlo. Como dice Joan Agustí, presidente del Olot, “cuando hay problemas no hay que hacer cambios, sino estabilizar”.

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