La búsqueda de fuentes alternativas para reducir la dependencia europea del gas ruso ha abierto la puerta a plantear posibilidades que hasta ahora estaban limitadas, como recuperar temporalmente las centrales de carbón, lo que se está debatiendo en Alemania, o contemplar de nuevo el fracking, una forma de extraer gas y petróleo a través de la ruptura de rocas del subsuelo prohibida en España desde la ley contra el cambio climático de 2021.
Varias voces han criticado que España impida esta práctica mientras que parte del gas que se importa proviene de países en los que se utiliza. Así lo señaló la portavoz del PP en el Congreso, Cuca Gamarra, quien durante el debate sobre el estado de la nación en la Cámara Baja dijo: “El problema [del gas] no es mayor gracias a que Estados Unidos nos vende gas del fracking; luego presumirá de compromiso climático”.
Un mes antes lo planteó también el presidente de Repsol, Antonio Brufau, quien cuestionó “si tiene sentido utilizar gas importado de Estados Unidos, abundante gracias al fracking, mientras se prohíbe esta técnica en el continente europeo”, como recoge la compañía en una nota de prensa.
Como en España, el fracking tampoco está permitido en otros países europeos, como Francia o Bulgaria. Mientras, organizaciones ambientalistas como Greenpeace alertan del peligro de recuperar este tipo de proyectos, que podrían suponer un paso atrás en la regulación ambiental.
Qué es el fracking, una técnica para extraer gas y petróleo del subsuelo
La técnica de la fracturación hidráulica, conocida como fracking, se utiliza para extraer del subsuelo un gas que no se encuentra en su forma convencional, según señala la Comisión Europea. En este caso, para acceder a él se abren grietas en la roca a través de la inyección de agua a alta presión mezclada con arena y otros materiales que facilitan la expulsión del gas.
Como explica la iniciativa OpenMind, de BBVA, esta práctica consiste en perforar un pozo de entre 1.500 y 6.000 metros hasta alcanzar los estratos de pizarra. Una vez allí, se inicia una perforación horizontal en lugar de vertical que se extiende por la capa del material, según indica Ángel Cámara, decano del Consejo Superior de Colegios de Ingenieros de Minas.
Como esta roca no es porosa y no permite que el gas fluya, hay que fracturarla. Para ello, primero se efectúan pequeñas explosiones. Luego, para ampliar las grietas y que salga el hidrocarburo, se inyecta a mucha presión una mezcla de agua con materiales que ayudan a romper la roca y a mantener la fractura abierta. “Si tú fracturas la roca y la dejas, evidentemente por el propio peso que tienen las capas encima (…) las fracturas tenderían a cerrarse nuevamente”, explica Cámara.
Ventajas y desventajas del uso de la fracturación hidráulica para extraer gas o petróleo
(*) Hasta la aprobación de la ley contra el cambio climático, el fracking estaba regulado en España mediante la ley de garantía de suministro en los sistemas eléctricos insulares y extrapeninsulares de 2013, según informa Juan Ignacio Navas, socio director de Navas-Cusi abogados.
Ahora, ante la dependencia energética de otros países, el Ilustre Colegio Oficial de Geólogos (ICOG) ha insistido en la necesidad de que España investigue sus recursos naturales disponibles. En un comunicado, trasladaron que la producción de hidrocarburos usando fracking es “absolutamente viable, tanto técnica como económica y medioambientalmente, siempre que se respeten los principios de cautela y acción preventiva”.
Por su parte, la Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA, por sus siglas en inglés) reconoce que, aunque se han producido avances en esta forma de extracción, existen ciertos riesgos en esta práctica. Entre ellos, se encuentra la utilización de una gran cantidad de agua, determinante en zonas con riesgo de sequía.
“El consumo [de agua] en Estados Unidos para el fracking (…) es como el consumo anual de una ciudad como Chicago o Madrid”, ejemplifica Adolfo Núñez Sarompas, profesor del Máster de Energías Renovables y Eficiencia Energética de la Universidad a Distancia de Madrid (Udima).
A su juicio, al problema del agua se une la rentabilidad del proceso. “El fracking tiene unos costes muy altos de explotación”, señala. Mientras que el coste del barril de petróleo se mueve entre los 20 y los 90 dólares, solo teniendo en cuenta la extracción, el coste se incrementa en el caso de que el recurso se haya obtenido a través de fracturación hidráulica. “El fracking suele andar en el mejor de los casos entre 60 y hasta 90 dólares, o sea, está en el rango alto”, apunta Núñez, quien añade que con precios bajos del petróleo, las cuentas “no salen”.
El riesgo de contaminación se produce en casos de mala gestión
Más allá de lo mencionado, el riesgo del fracking no está tanto en el proceso de extracción como en la gestión posterior del agua utilizada, lo que podría producir la contaminación del terreno cercano al lugar de la fracturación hidráulica.
Aitor Urresti, experto en energía de la Universidad del País Vasco, incide en la complejidad de limpiar este agua. Además, agrega que en el momento de la inyección del agua se pueden generar ciertos temblores –como también analizó el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés)– al existir la posibilidad de que activen alguna falla. No obstante, Urresti destaca que “no suelen ser terremotos de muy alta intensidad”, si bien han llevado a paralizar la práctica de fracking por precaución en países como Reino Unido.
A juicio de Francisco del Pozo, responsable de la campaña del gas y combustibles fósiles de Greenpeace, esta forma de extracción de gas y petróleo es “muy agresiva”, sea en España o en otros territorios. “Es un suicidio ambiental, climático y un proceso de extracción de recursos caro y lento”, expuso Del Pozo a través de una nota de la organización.
Al fin y al cabo, de acuerdo con Pedro Luis Arias Ergueta, catedrático de la Escuela de Ingeniería de Bilbao de la Universidad del País Vasco, el objetivo es abandonar los recursos fósiles y sustituirlos por energías renovables. “Empeñarse en utilizar este gas natural a corto plazo nos puede venir bien, sobre todo en una situación como la actual donde está en cuestión si Rusia nos va a seguir enviando la misma cantidad de gas, pero tenemos que ir hacia la dirección de no utilizar ni gas natural ni petróleo”, opina.
*El artículo se ha actualizado para añadir las declaraciones de Juan Ignacio Navas.
- Nota de prensa del Ministerio Federal de Economía y Protección del Clima alemán sobre la reactivación temporal de centrales de carbón
- Ley 7/2021, de 20 de mayo, de cambio climático y transición energética
- Diario de sesiones del debate sobre el estado de la nación en el Congreso el 12 de julio de 2022
- Nota de prensa sobre la Junta General de Accionistas 2022 de Repsol
- Información sobre el gas de lutita y otros hidrocarburos no convencionales en la página web de la Comisión Europea
- Nota ‘El cuento de la lechera (del fracking)’ de Greenpeace
- Artículo sobre el funcionamiento del fracking de la iniciativa OpenMind de BBVA
- Ángel Cámara, decano del Consejo Superior de Colegios de Ingenieros de Minas y catedrático del departamento de Energía y Combustibles de la Escuela de Minas de la Universidad Politécnica de Madrid
- Ley 17/2013, de 29 de octubre, para la garantía del suministro e incremento de la competencia en los sistemas eléctricos insulares y extrapeninsulares
- Juan Ignacio Navas, socio director de Navas-Cusi abogados
- Comunicado del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos (ICOG) sobre el uso del fracking
- Información sobre el gas natural de la Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA, por sus siglas en inglés)
- Adolfo Núñez Sarompas, profesor del Máster de Energías Renovables y Eficiencia Energética de la Universidad a Distancia de Madrid (Udima)
- Aitor Urresti, experto en energía de la Universidad del País Vasco
- Datos sobre temblores y fracking según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés)
- Nota de prensa sobre el final del apoyo al fracking por parte del Gobierno británico
- Francisco del Pozo, responsable de la campaña del gas y combustibles fósiles de Greenpeace
- Pedro Luis Arias Ergueta, catedrático de la Escuela de Ingeniería de Bilbao de la Universidad del País Vasco