El Ministerio de Educación y Formación Profesional ha publicado los 44 centros educativos que recibirán el título de espacios de excelencia para impartir clases de Formación Profesional (FP). Pero esta lista no está cerrada definitivamente. La convocatoria para que los centros optaran a este reconocimiento se abrió en julio, y como explica el Ministerio, prevén abrir otra en 2023.
Los 44 centros reconocidos, hasta el momento, para impartir FP de excelencia están distribuidos por toda España, en las 17 comunidades autónomas, y cuentan con diferentes sectores, como el de las energías renovables, la hostelería o la mecatrónica.
Aun así, según los expertos consultados por Newtral.es, esta insignia de excelencia puede acarrear situaciones de desigualdad entre centros por los recursos que reciben los que la ostentan.
Qué es la Formación Profesional de excelencia
La educación de excelencia, que en este caso afecta a la FP, es aquella en la que se buscan nuevas metodologías de enseñanza y aprendizaje. Tiene objetivos más transversales, pero, también, más recursos económicos para alcanzarlos.
Las clases son más flexibles, por lo que pueden organizarse de otra forma a las convencionales. Las materias que se imparten son las mismas, pero dentro de los contenidos obligatorios puede variar la forma de enseñarlos, lo que también afecta a los tiempos. Este tipo de formación también puede incluir proyectos de investigación gestionados por los alumnos sobre materias específicas.
Los centros de excelencia de Formación Profesional reciben más recursos
Una de las posibles formas de desigualdad que puede generar la propuesta del Gobierno, es que el Ministerio de Educación y Formación Profesional ha otorgado recursos económicos solo a los centros seleccionados para impartir este tipo de formación excepcional. En total, 41,6 millones de euros repartidos entre los 44 centros de FP.
Tal y como explica el Ministerio en la nota de prensa, con esta inversión pretenden “impulsar la transformación metodológica y digital de los espacios y equipos de los centros, la incorporación de tecnología disruptiva aplicada, la formación del profesorado a nivel estatal, el desarrollo de proyectos de innovación e investigación aplicada, o el trabajo en red, entre otros”.
Enric Prats, profesor de la Facultad de Educación en la Universidad de Barcelona, considera que el término de ‘excelencia’ no concreta si busca mejorar “las instalaciones del centro, los objetivos de las clases, los medios de los que se disponga para impartirlas, los alumnos que sean admitidos…”. Aun así, el experto en Educación precisa que el término en sí mismo genera una clasificación entre centros “buenos y malos”.
“Cuando se utiliza el término de excelencia para referirse a centros de Formación Profesional que reciben más recursos y tienen proyectos más ambiciosos, ¿quién va a querer estudiar en otro que no sea ese?”, afirma Prats. Aun así, tanto Prats como Juan Carlos San Pedro, profesor de la Facultad de Formación del Profesorado de la Universidad de Oviedo, explican que los centros de excelencia no tendrían, ni deberían, solo llenarse de alumnos con expedientes académicos impecables.
Centros de referencia para empresas enfocados en la tecnología
Juan Carlos San Pedro contextualiza esta inversión con los cambios que ha traído la LOMLOE, la nueva ley educativa de este Gobierno. “Estos centros de excelencia de Formación Profesional son una forma de crear espacios educativos de referencia para las empresas, pero también una manera de explorar nuevas metodologías educativas, con más recursos, en un marco de actuación más flexible para los alumnos y el profesorado”, afirma San Pedro.
Dentro de los centros seleccionados para formar parte de la red de la Formación Profesional de excelencia, destacan todos aquellos enfocados a la tecnología. De los 14 sectores que hay, nueve comprenden salidas profesionales relacionadas con este campo. Sobre esto, Prats asegura que es fundamental que “exista una base humanística para que haya un sustrato cultural en el alumnado”.
Sobre la especialización de los centros en diferentes materias, San Pedro valora que es una forma de generar una mayor competitividad y ambición, lo que beneficiará a la sociedad. “La FP en sí misma ya está bastante especializada, pero esto permite que el alumnado y profesorado se especialicen a un más y se conviertan en centros de referencia”. El profesor de la Universidad de Oviedo lo compara con los centros de investigación como el CSIC, al que acceden investigadores preparados y con un proyecto claro.
Aun así, San Pedro advierte, al igual que Prats, que debe haber una transferencia a otros centros, sobre todo si el modelo educativo acaba funcionando.
- Ministerio de Educación y Formación Profesional
- Enric Prats, profesor de la Facultad de Educación en la Universidad de Barcelona
- Juan Carlos San Pedro, profesor de la Facultad de Formación del Profesorado de la Universidad de Oviedo
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