Tras dos semanas de Cumbre del clima de Belém (COP30), las negociaciones se han estancado en dos cuestiones: el futuro de los combustibles fósiles y la financiación climática.
Hace dos cumbres del clima, los países representados en Dubái (2023) llegaron al frágil acuerdo de “abandonar gradualmente los combustibles fósiles”. Tan ambiguo como histórico, ya que dejar atrás el petróleo, el carbón o el gas era un anatema para los estados productores. Tanto, que en la COP29 de Bakú Arabia consiguió que el acuerdo no se revalidara y quedó el un limbo. La presente COP de Belém trata de salvarlo en sus horas finales, que seguramente se extiendan a lo largo del fin de semana. Así van las cosas en la recta final de esta COP30:
Recta final de la COP30 marcada por un incendio
Las negociaciones entran en sus horas decisivas con retraso, tras un incendio y evacuación del recinto de la COP30 en Belém, ya reabierto. El jueves, Brasil distribuyó entre algunos gobiernos un borrador de propuesta para parte del acuerdo final de la COP30, que no incluía una hoja de ruta para el abandono fósil y transición hacia energías limpias, según Efe y Reuters.
Referencias indirectas: El borrador no es explícito respecto a esa hoja de ruta. Habla de desplegar hojas de rutas para una “transición justa incluyendo la superación progresiva de su dependencia de los combustibles fósiles y la detención y reversión de la deforestación”. Más adelantes se habla de la necesidad de triplicar la capacidad renovable y duplicar la eficiencia energética para 2030 “alejándose de los combustibles fósiles en los sistemas energéticos”.
Aunque en el debate se usan los términos “phase-out / phase-down” de petróleo, gas y carbón, aún no hay consenso sobre plazos concretos, sectores específicos, ni responsabilidades diferenciadas.
80 países se plantan en pro del abandono fósil
Una coalición de más de 80 países (incluida España) amenaza con bloquear la resolución final de la COP30 si no incluye una hoja de ruta explícita para la eliminación progresiva de los combustibles fósiles. Según ha podido saber The Guardian, Brasil tenía previsto retirar la posible resolución ante el rechazo de algunos estados productores de petróleo (Arabia Saudí, Rusia, etc.) y de algunos países grandes consumidores de combustibles fósiles, como la India.
Brasil busca su paquete de Belém: bosques, pero también petróleo
El país anfitrión intenta cerrar un paquete de acuerdos que combine hoja de ruta de abandono de los fósiles con un gran bloque de decisiones sobre bosques y adaptación. Al menos 42 países han expresado su apoyo contra la deforestación. Pero Lula se presenta como líder climático y a la vez defiende nuevas explotaciones petroleras, denuncian organizaciones ecologistas. Brasil es el séptimo mayor productor de petróleo, aunque la mayoría de sus emisiones de CO2 provienen de la deforestación amazónica.
China no quiere que se hable de minerales y tierras raras
La transición energética en materia solar y eólica requiere de materiales muy demandantes de las llamadas tierras raras. Se trata de sustancias relativamente escasas, del conocido litio de las baterías al neodimio de las turbinas. Se concentran en un puñado de yacimientos explotables del planeta. Y China es un gran extractor de estos minerales. Por eso se ha opuesto férreamente a que el texto final de la COP30 haga una mención a la sostenibilidad de estas explotaciones.
Finanzas y adaptación: pulso por las cifras y los indicadores
En la recta final se negocia cómo hacer operativo el llamado nuevo objetivo cuantificado de financiación climática (NCQG), es decir, la hoja de ruta para aumentar el dinero que los países de más renta aportan a los más pobres para adaptarse al nuevo clima y la transición energética. En la COP29 se acordó triplicar la ambición, de modo que para 2035 estemos aportando 300.000 millones de dólares anuales.
Por ahora, los países de menor renta piden 120.000 millones anuales mucho antes, para 2030, sólo para adaptación. El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, señaló el jueves que “las necesidades de adaptación se están disparando”. Reconoció que el principal fondo para financiar ese tipo de acciones se encuentra “bastante vacío”.
Además, la coalición de Países Menos Adelantados y China (que se autoconsidera país en vías de desarrollo) exigen más control público y acceso directo a otro fondo, el de Pérdidas y Daños. Es decir, el dinero que va destinado a la reconstrucción y vuelta a la normalidad tras un evento extremo ligado a la emergencia climática.
Paralelamente, los negociadores intentan cerrar un marco de indicadores globales de adaptación, uno de los grandes pendientes desde Glasgow y Dubái.
Integridad y financiación contra la desinformación climática
Fuera de las negociaciones finales, por primera vez, una decena de países (incluída España) ha impulsado una Declaración sobre la Integridad de la Información sobre el Cambio Climático. Insta a gobiernos, sector privado, sociedad civil, academia y a los financiadores a tomar medidas concretas para contrarrestar el creciente impacto de la desinformación, la información errónea, el negacionismo y los ataques deliberados contra prensa, comunidad científica e investigadores ambientales. La iniciativa demanda, además, fondos concretos para el fomento de una información veraz, clara y que combata las narrativas negacionistas.
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