El pleno que discutió si la Fiesta Nacional debía ser el 12 de octubre o el 6 de diciembre

Desfile de la Fiesta del 12 de octubre
Ministerio de Defensa.
Tiempo de lectura: 6 min

En un primer momento, la Transición estableció algunos de los principios que sostienen la democracia en la que vivimos a día de hoy. Otros, como el estado de las autonomías, lo dejó para un segundo turno. Y otros, quizá accesorios en el día a día de la sociedad pero con un alto valor simbólico, se reformularon bastantes años después. Es el caso del 12 de octubre como “Fiesta Nacional de España”.

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Fue en 1987 cuando el ministro de Relaciones con las Cortes de Felipe González se presentó ante el pleno del Congreso para situar por ley el 12 de octubre de 1492 como el momento que merecía ser conmemorado año tras año por marcar un antes y un después en la historia de nuestro país: “No solamente da la medida de la significación histórica de España, sino de la importancia que adquiere para nosotros el 500 aniversario de un encuentro y de un descubrimiento que marcó la historia de la civilización universal”, aseguraba Virgilio Zapatero.

El “temor” de IU: que la efeméride de la Constitución se convirtiera en una “fiesta silenciosa”

Ante este argumento del Gobierno se plantó, sin embargo, Izquierda Unida, que apostó por que la fiesta nacional se celebrara el 6 de diciembre, día en que los ciudadanos ratificaron en referéndum la Constitución

En primer lugar, para recordar que la Carta Magna es de “todos los españoles”. En segundo, para darle “un papel relevante” en la vida política. Y, en tercero, para evitar que se convirtiera en un “libro sagrado” de los que “no se leen”, en palabras del diputado Ramón Tamames: “Está empezando a suceder, que la Constitución es tan perfecta y tan importante que casi nadie se la sabe. Vamos a poner el día de la Constitución como día de la Fiesta Nacional para dedicarlo precisamente a su reflexión y a su estudio”. 

Frente a la oposición del representante del PSOE, Tamames insistió en una idea que treinta años después oímos casi a diario: que, aunque esté aprobada, la Constitución no se cumple en su totalidad; y mencionaba, en concreto, “el problema de la vivienda digna”. Este razonamiento, según refleja el diario de sesiones, generó gritos de “¡Demagogia, demagogia!” desde la tribuna… y un preludio final por parte del diputado de IU: “Lo que me temo es que sea tan silenciosa la fiesta del 6 de diciembre que la gente llegue a no enterarse. Porque, además, se forma un puente con el 8 de diciembre y aquello se convierte ya en otra festividad más o menos de los pontífices, de los que hacen puentes (risas en el pleno), pero nada más, y de la Constitución se olvida todo el mundo”.

El porqué del cambio de 1987: poner orden en las fiestas que había en España 

Lo que motivó la ley que fijó el 12 de octubre como fiesta nacional fue “la confusión” que existía entonces al “coexistir” distintas fechas como fiestas, al menos en el plano formal. Muchas de ellas se habían establecido en tiempos de Franco, quien incluyó el 18 de julio entre las celebraciones nacionales para conmemorar la “iniciación del glorioso alzamiento”.

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Ante esta situación, Adolfo Suárez aprobó un real decreto para borrar del calendario de festivos de 1978 el día en que empezó la Guerra Civil, que ya no volvió a ser una fiesta nacional en España. Nueve años más tarde, la ley de 1987 derogó la norma que así lo establecía, aunque en la práctica hubiera dejado de aplicarse.

Todo empezó con María Cristina… y el resto le siguió la corriente  

Ningún lector que lea este artículo estaba vivo cuando comenzó a gestarse la fiesta que se celebra el 12 de octubre. Ocurrió hace 129 años, con María Cristina de regente y el 400 aniversario del descubrimiento de América como motivo para declarar ese día “fiesta nacional” para el país.  

El 25 de septiembre de 1892, la Gaceta de Madrid -actual Boletín Oficial del Estado- daba cuenta de un real decreto que fijaba este precepto y abría la puerta a que “la Corona con las Cortes” pudieran declarar “perpetua” esta festividad en una ley posterior. 

Fue así como ocurrió en 1918, con una ley suscrita por Antonio Maura que establecía ese día como “Fiesta de la Raza”. Cuarenta años después, con Franco en el poder, se modificó este nombre por el “Día de la Hispanidad”, también en referencia al descubrimiento de Cristóbal Colón: “Ninguna otra hazaña alcanza tanta grandeza, y dentro de nuestra humana dimensión no hallaremos fecha de mayor trascendencia en la historia del mundo”, alegaba el decreto firmado por Carrero Blanco. 

En 1987 quedó definitivamente fijada como la conocemos ahora, como la “Fiesta Nacional de España”. 

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 El “orgullo” de tener una historia “compleja” y “discutida”

En las últimas semanas las palabras del Papa Francisco pidiendo “perdón por los pecados” cometidos durante la conquista de América por parte de la Iglesia han desatado una cascada de declaraciones a favor o en contra de estas palabras. 

Llama la atención, sin embargo, que este debate era una buena señal a ojos del ministro de Felipe González que defendió el 12 de octubre como fiesta nacional. O al menos así lo defendió ante el pleno del Congreso en 1987, cuando aseguró que no tener una “historia compleja, discutida [y] susceptible de muy diversas interpretaciones” era sinónimo de irrelevancia: “Solamente los pueblos que han pasado por la Historia de forma anónima, solamente los que apenas han incidido en el curso de la civilización universal, pueden vanagloriarse de ser pueblos sin una historia controvertida”.

Fuentes: 

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1 Comentarios

  • Confundió churras con merinas el ministro de FG al afirmar que “Solamente los pueblos que han pasado por la Historia de forma anónima, solamente los que apenas han incidido en el curso de la civilización universal, pueden vanagloriarse de ser pueblos sin una historia controvertida” porque la historia controvertida de España nunca debió de impedir que el Día de la Constitución coincidiera con el de la Fiesta de España, entre otras razones porque por primera vez en 200 años las distintas fuerzas políticas sellaban un acuerdo de convivencia histórico.
    Siempre hemos tenido la desgracia de sufrir aquello de por el Imperio hacia Dios de infausto recuerdo.