Nagore Laffage, de 20 años, fue asesinada en 2008 por un compañero de trabajo después de que este tratase de agredirla sexualmente. Ana Hilda Linares, de 55 años, fue asesinada en 2017. Como señala la sentencia, Ana Hilda intervino para evitar los malos tratos a una amiga suya por parte de su expareja. Como venganza, el agresor acabó con su vida tras intentar ayudar a su amiga a salir del ciclo de violencia. Adela López, de 72 años, fue asesinada en 2014 por el marido de su hija María José, quien también acabó con la vida de esta. Ninguna de ellas consta en las estadísticas oficiales de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género elaboradas desde 2003. Desde ese año y hasta ahora, 1.158 mujeres han sido asesinadas en el ámbito de la pareja o expareja. Pero por primera vez y desde enero, España ha empezado a contabilizar otros asesinatos con un componente de género. Estos feminicidios en 2022 son datos que se publican por primera vez, de la mano del Ministerio de Igualdad, y recogen el periodo que va de enero a junio de este año. En total, se han registrado 19 mujeres asesinadas fuera del ámbito de las relaciones de pareja.
“Empezamos a reconocer que ha habido asesinatos que han pasado debajo del radar”, ha aseverado la secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez, durante la rueda de prensa en la que presentaban por primera vez esta estadística oficial que se publicará cada semestre y que estará diferenciada de los feminicidios en pareja o expareja (que ya se contabilizaban desde 2003 en el marco de la Ley 1/2004 contra la violencia de género).
Feminicidios en 2022
En lo que va de año, 28 mujeres han sido asesinadas a manos de una pareja o expareja. Esta cifra, hasta el momento, es la más baja de la serie histórica. La estadística conocida hasta ahora se publica cada vez que se confirma un feminicidio en el marco de la violencia de género. Y entre enero y junio, que son los datos provisionales hasta ahora y ofrecidos por el Ministerio de Igualdad, otras 19 mujeres han sido asesinadas pero fuera de este ámbito. Es decir, no son feminicidios en pareja o expareja, sino que encajarían en alguna de las otras tipologías diseñadas para esta nueva estadística: familiar, sexual, vicario y social.
Son feminicidios porque hay un componente de género. De hecho, tal y como han explicado fuentes de Igualdad, “se analiza caso por caso”: “Un robo con violencia y posterior asesinato de una mujer no tiene por qué ser un feminicidio. No todas las mujeres asesinadas son feminicidios”. Pero otros tantos, sí. Y hasta ahora, como señalaba Rodríguez, no eran víctimas reconocidas en ninguna estadística.
De acuerdo con los datos provisionales de feminicidios en 2022 (de enero a junio), en 11 de los 19 feminicidios fuera de la pareja las víctimas eran mayores de 60 años. Hay dos víctimas menores de edad cuyos casos corresponden a feminicidios sexuales (en este caso, tras intento de agresión sexual). Además, en el 100% de los casos, el agresor era conocido de la víctima: padre, hijo, nieto, vecino, compañero de piso…
Como ha explicado Ángela Rodríguez en rueda de prensa, “estos datos ponen de manifiesto, por un lado, que habrá que trabajar para crear recursos específicos para mujeres mayores [de más de 60] porque no estamos llegando a ellas”. Pero, también, el hecho de que en todos los casos el agresor fuese un conocido “rompe con el relato del terror sexual, ese relato de que a una mujer la sorprenden por la calle” como si fuese la violencia mayoritaria cuando, en realidad, “es que se producen, sobre todo, en el entorno cercano y conocido”.
Tipologías de feminicidios fuera de la pareja
Además de los asesinatos en el marco de la pareja o expareja, estos 19 feminicidios en 2022 se dividen en cuatro categorías: feminicidio sexual, familiar, vicario y social. El más prevalente es el familiar (58%, es decir, 11 de los casos), en los que en la mayoría los agresores eran hijos y nietos. Este tipo de feminicidio hace referencia a cuando una mujer es asesinada por un hombre de su entorno familiar con el que puede tener una relación de parentesco por consanguinidad o afinidad. Por ejemplo, si un hombre acaba con la vida de su sobrina, de su cuñada o de su suegra. También se incluyen aquí los crímenes de honor, que se produciría “debido a la creencia de que la mujer habría causado desprestigio a la familia”.
El siguiente feminicidio más prevalente es el social, que representa 6 de los casos (32%). Según el Ministerio de Igualdad, se trata de un “asesinato de una mujer por una agresión, de carácter no sexual, por parte de un hombre con el que no se tenía una relación de pareja ni era familiar (un desconocido, un compañero de trabajo, un vecino, un amigo, empleador…)”. Aquí podría encajar el caso del pasado junio, en el que un hombre del barrio Salamanca (Madrid) disparó hasta la muerte tanto a su mujer como a una amiga de esta, que estaba en casa en ese momento.
Por último, hay dos víctimas que corresponderían a feminicidios sexuales, ambas menores de 16. En este caso, se trataría de asesinatos vinculados a violencia sexual, pero, tal y como explica Igualdad, en esta categoría no solo se incluirían casos de agresión sexual, sino aquellos “vinculados a la trata con fines de explotación sexual, prostitución, mutilación genital femenina y los vinculados a matrimonios forzados”. Es decir, a los ataques a la libertad sexual contemplados en la recién aprobada Ley de libertad sexual.
Por último, no se ha contabilizado en estos feminicidios de 2022 ninguno vicario. Este se entendería, de acuerdo a la metodología, como aquel “asesinato de una mujer por parte de un hombre como instrumento para causar perjuicio o daño a otra mujer por razón de género”. Es decir, el agresor no asesina a su pareja o expareja, sino a otro ser querido de la víctima para causarle daño.
Así, de haber existido esta estadística, el asesinato de Nagore se habría contabilizado como feminicidio sexual; el de Ana Hilda, como feminicidio vicario; y el de Adela, como feminicidio familiar. En todos ellos habría un componente de misoginia o machismo y sería un hombre quien ejecuta el crimen, como se explica en la metodología de esta nueva estadística.
Como advierten las técnicas del Ministerio de Igualdad encargadas de la elaboración de esta estadística, los datos de feminicidios de 2022 no implica que la violencia haya aumentado, ya que hasta ahora no se contabilizaba. Es decir, no hay datos con los que comparar un aumento o disminución. Eso comenzará a ser posible cuando la estadística se vaya ampliando con la publicación de datos cada semestre.
- Ministerio de Igualdad
- Estadísticas de feminicidios en 2022