A excepción del último año —marcado por la pandemia de coronavirus, el cierre de cines y la carencia de estrenos— un vistazo a los diez títulos más taquilleros de la última década advierte de una clara tendencia: la escasez de historias originales. Al menos 9 de cada 10 de las películas que han coronado la taquilla de 2011 a 2019 fueron secuelas, adaptaciones, remakes, precuelas, spin-offs de otras historias o parte de algún universo cinematográfico. La nostalgia vende.
El fenómeno no es nuevo. Se llevan haciendo nuevas versiones desde que el cine es cine. Con faldas y a lo loco o Ben-Hur, ambas de 1959, son remakes, y la novela de Henryk Sienkiewicz, Quo vadis? fue llevada al cine en 1913, 1925 o 1951. Sagas como las de James Bond (que, además, procede de las novelas de Ian Fleming) lleva 26 películas a sus espaldas. Lo mismo pasa con el televisivo Doctor Who, con 26 temporadas desde que comenzase su emisión en 1963.
La producción de secuelas, historias derivadas o grandes sagas también tienen su hueco en otros medios narrativos como la literatura, los cómics o los videojuegos. Además, la popularidad o la calidad de algunos remakes ha superado los de la obra original, como sucedió con Scarface o Ocean’s Eleven.
La televisión también ha mercantilizado la nostalgia. Desde secuelas tardías de series como Padres forzosos, Cobra Kai (secuela de Karate Kid) a remakes como el de Embrujadas o Hawai 5.0. o programas como el reencuentro de los protagonistas de Friends. Además, grandes sagas cinematográficas como las de Marvel, Star Wars o El señor de los anillos han tenido su continuación en plataformas de streaming.
El cambio en la forma de consumo ha propiciado el aumento de sagas y secuelas
En la década de los 90 apenas se colaban dos o tres títulos al año en el top 10 mundial que fueran adaptaciones literarias, secuelas o remakes. En los 2000 esta cifra subió a 7 de media. El género fantástico y de gran presupuesto comenzó su auge a finales de siglo, con el estreno de las precuelas de Star Wars.

Su buena marcha en taquilla así como el ruido de sus aficionados mostró un camino que siguieron en 2001 dos de las sagas más taquilleras de la historia. Ambas procedentes de una fuente literaria: Harry Potter y El señor de los anillos. Las adaptaciones de cómic eran, hasta entonces, bastante anecdóticas, pero el estreno de X-men (2000) y de Spider-Man (2001) supuso el primer peldaño en el asentamiento de este subgénero.
Con la crisis de 2008 se agudizó la merma en la venta de entradas. 2017 fue el año con menor asistencia a los cines estadounidenses en 25 años. De ahí el interés que las productoras de Hollywood tienen desde hace años en crear grandes producciones que vender como un evento, principalmente a través de sagas, adaptaciones de éxitos literarios, remakes o secuelas tardías, como es el caso de la inminente Space Jam 2: Nuevas leyendas, o lo que han pasado a denominar como universos cinematográficos como el creado por Marvel.
Javier Mateos Pérez, investigador y profesor de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) en el departamento de Periodismo y Comunicación Global tiene la sensación de que Hollywood tiene un problema de creatividad, porque las nuevas ideas no están superando a las adaptaciones en taquilla. “Es una mezcla, falta de creatividad por un lado y, por el otro, una evolución del sistema audiovisual que condiciona tanto los consumos de las personas como el contenido que consumen”, explica a Newtral.es
El investigador considera que se ha producido una evolución muy grande en todo el ecosistema audiovisual “partiendo de la televisión con la llegada de las plataformas VOD, la universalización de internet, las descargas tanto legales como alegales, los smartphones y tablets, … Todo esto genera una necesidad de contenido”.

El doctor en Ciencias de la Información y profesor e investigador en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), Lorenzo J. Torres no cree en la falta de creatividad, sino en un cambio de tendencias. “No se puede entender que en una producción de cientos de millones de dólares, luego se escatime en el guion”.
El investigador considera que una adaptación literaria, un remake o una película derivada de otra como un spin off o una secuela, tienen mucho trabajo detrás. “Incluso si el guion es el mismo, se produce un cambio en la puesta en escena, se adapta el estilo visual”, relata a Newtral.es.
Para Torres, el tema de la originalidad es relativo porque el cine ha tenido una matriz mítica desde sus orígenes. El investigador aclara que hay multitud de historias originales —en diferentes medios narrativos, no solo en el cine— que replican los mitos como forma de explicar lo complejo desde lo sencillo; así como el viaje del héroe, un esquema de 12 pasos definidos por Joseph Campbell.
Ludovico Longhi, profesor de Historia del cine en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) se muestra de acuerdo con Torres. “La matriz literaria es consustancial a la producción cinematográfica mainstream. La primera película considerada como tal, rodada por los hermanos Lumiere, procede de un cómic”.

Longhi, de hecho, no cree que Hollywood haya inventado nada. “Se veía en los cómics. Llega un momento en el que se acaban las historias posibles de Superman y tienes que inventarte su juventud. Es una serialidad previa que viene del siglo XIX, donde hay una gran explosión de la novela. Muchas novelas se leían y se vendían por capítulos. Nadie compraba el volumen entero de Los tres mosqueteros”.
Según el experto en Historia del cine, esta estrategia se vuelve a utilizar hoy en día porque “comercialmente se vende muy bien y el público encuentra una satisfacción: Las películas crean expectativas y vacíos que se tienen que llenar con secuelas o spin-offs”.
Las plataformas de streaming como expansión de los universos cinematográficos
“Antes, un creador triunfaba si tenía una buena historia que contar”, argumenta el profesor de la UCM Javier Mateos Pérez. “Con el paso del tiempo, el éxito no estaba en una buena historia, sino en un buen personaje que desarrollar, especialmente en las series, donde se puede trabajar durante más tiempo esa evolución. Ahora parece que el éxito está en crear un universo. Quien crea un universo narrativo es quien se lleva el hit. Ya sea El señor de los anillos, Marvel, Harry Potter o Star Wars”.
Plataformas de streaming como Disney+ están rentabilizando la compra de licencias que la compañía del ratón ha efectuado durante los últimos años como la de Marvel o la de Lucasfilm, creadora de Star Wars o Indiana Jones. Gracias a ellas está produciendo series originales para la plataforma, que a su vez interconectan con las respectivas sagas cinematográficas. De igual modo, con la obtención de los derechos de El señor de los anillos, Amazon Prime Video planea tener su propia Juego de tronos y estirar la adaptación cinematográfica que Peter Jackson hizo de los libros de Tolkien con una serie.

“La aparición de todos estas plataformas requieren de muchos contenidos. Pueden alimentarse mediante las licencias que poseen y sin grandes triunfos narrativos”, comenta Javier Mateos, investigador de la UCM. “Basta con introducir nuevos personajes y contar su historia, o con mezclar personajes procedentes de historias distintas. Están reduciendo riesgos porque todas estas licencias son rentables”.
Lorenzo J. Torres, profesor de la Rey Juan Carlos incide en un detalle: la creación de obras audiovisuales no es la única forma de rentabilizar estas historias. “Star Wars ya vendía productos de merchandising en los 70”. La saga fue, de hecho, pionera junto con Tiburón, de Steven Spielberg en la forma en que se vendía un estreno, en convertirlo en “películas-evento”.
“Disney siempre ha sobrevivido mediante esta cuestión: creando parques temáticos y experiencias. Con el merchandising, las tiendas,…”, opina Ludovico Longhi, de la Universidad Autónoma de Barcelona. “Tienen una propiedad material muy importante que creen que se puede reaprovechar”.
Javier Mateos explica que la rentabilidad de las películas ya no solo se mide por su recaudación en taquilla y por la venta de merchandising. “Ahora también se rentabilizan en cuanto a valor de marca”.

Mateos incide en que detrás de la compra de estas licencias no se persigue solo su explotación audiovisual. Los 250 millones de dólares que ha pagado Amazon por los derechos de El señor de los anillos “no es solo para emitir las distintas películas y crear la serie. Persiguen que todo aquel que quiera merchandising lo haga en su propia tienda”, explica.
La rentabilización de una marca para generar contenido es algo que también están poniendo en práctica empresas como Atresmedia, que ha resucitado series de Antena 3 ya finalizadas como Los hombres de Paco o Física o Química para su plataforma de streaming.
El factor nostálgico del remake como otra respuesta al éxito de sagas míticas o de secuelas tardías
La nostalgia, esa sensación de melancolía, de evocación a otro tiempo o lugar en el que éramos felices, es un sentimiento muy fuerte y varios sectores, desde el propio cine al diseño, la moda o la publicidad llevan años “aprovechándose” de ella. Todo parece indicar que les funciona y que, por tanto, nos gusta rememorar el pasado.
Para el investigador y profesor de la Complutense, Javier Mateos Pérez, hay varios éxitos televisivos que refuerzan esa teoría. “Al público le gusta repetir algunas vivencias. Es como los niños a los que les gusta ver una y otra vez las mismas películas. Nos gusta recrear algo que ya hemos vivido. Aquellos maravillosos años fue un éxito en EE.UU porque recreaba la Guerra de Vietnam desde el punto de vista de un niño, que es en lo que se basaba Cuéntame, que ha tenido siempre un éxito tremendo”, argumenta.
Lorenzo J. Torres, investigador en la URJC se muestra de acuerdo. “A los espectadores nos gusta volver al pasado porque el grado de identificación es mayor. Hemos vivido esa época, conocen lo que les está contando y son épocas que, en general, idealizamos”.

El profesor de la Autónoma de Barcelona, Ludovico Longhi, difiere. El experto en Historia del cine no cree que la vuelta de sagas o las secuelas tardías estén vinculadas a un sentimiento nostálgico. “No le veo una intención que se vincule directamente con la nostalgia, eso es un invento comercial. Como mucho puede estar vinculado a la ‘estética del vintage’.
Para Longhi, “el hecho de recuperar una historia” en un remake “es una manera de volver a todo lo que ha funcionado en el pasado, pero haciendo una nueva propuesta: cambiando y adecuando la historia a los nuevos gustos y al nuevo lenguaje fílmico”, explica.
Las sagas y los remake han llegado para quedarse
Según el experto, “la necesidad de crear secuelas o precuelas se vincula con el consumo preponderante de las series. Ya no es suficiente con la narración de dos horas de un único film. Además es mucho más rentable. Se inventan un personaje o una historia y van tirando del hilo hasta el infinito, y funciona bien”.
Longhi no cree que este sistema de producción vaya a decaer a corto plazo. Torres, de la URJC tampoco, y apuesta, además, por una mayor diversificación transmedia de los universos cinematográficos.
“Las producciones de antes eran generalistas, tenían que gustar a niños y a abuelos”, comenta, por su parte, Javier Mateos, investigador de la Complutense. “Pero del broadcasting se ha pasado al narrowcasting, a audiencias de nicho, que son fans de todos estos universos. Quien ve una serie de Marvel, ve también las películas o se compra camisetas. Parece que este sistema es un apogeo más que una burbuja, pero da la sensación de que no es algo que se vaya a pinchar de manera inmediata. Ha venido para quedarse”, opina.
Los datos le dan la razón. Solo en televisión desembarcarán próximamente Dexter, Conan el bárbaro, Embrujada, Sexo en Nueva York o la precuela de Juego de Tronos, entre otras. Star Wars y Marvel continúan con infinidad de secuelas en el horizonte, tanto en televisión como en cine, donde Avatar tiene pendiente de estreno hasta cuatro secuelas.
Más allá de sagas, también veremos en la gran pantalla la precuela de Los Soprano, una nueva versión de Dune, o la adaptación del videojuego Uncharted, e, incluso, de una atracción de Disneyland: Jungle Cruise.