Un hombre de setenta años entra en casa mientras canta una canción. Se sienta en el sofá y, sin perder la sonrisa, se quita el traje y los zapatos para ponerse un cárdigan y unas zapatillas de estar por casa. La canción es A Beautiful Day in the neighborhood, la sintonía del programa Mister Rogers’s Neighborhood; su intérprete es Fred Rogers, el presentador.
El comienzo de Un amigo extraordinario se asemeja a la introducción del programa infantil que Mister Rogers presentó durante 33 años en PBS, la cadena pública estadounidense. La película de Marielle Heller da a conocer este icono tanto a las nuevas generaciones como a aquellos que, por motivos geográficos, jamás se habían acercado al programa de Rogers.
Este atípico biopic está estructurado como si se tratase de uno de los programas de Mister Rogers, siendo él mismo (interpretado por Tom Hanks) quien introduce al espectador en los acontecimientos y nos presenta al desencadenante de la trama, el periodista de Esquire, Lloyd Vogel (Matthew Rhys), verdadero protagonista del guion. En realidad, Vogel nunca existió, es un álter ego de Tom Junod, la persona que verdaderamente recibió el encargo de perfilar la figura de Rogers para un artículo en la citada revista.
La película está basada en el artículo escrito por el protagonista
Además de en los escritos del propio Rogers, el film toma como fuente el artículo Can you say… hero?, que Tom Junod escribió para Esquire. La parte relacionada con el artículo es real. Rogers fue la portada de la revista en noviembre de 1998, y el artículo real es una suerte de deconstrucción del propio periodista, a la vez que perfila a su entrevistado.
En la pieza de Esquire se relatan pasajes de la vida de Rogers que se muestran en la película, como el niño que acude a conocer al presentador ataviado con una espada o el momento en el que unos viajeros le reconocieron en el metro de Nueva York y comenzaron a cantar la canción del programa. Sin embargo, en dichos momentos, Rogers no estaba acompañado por el periodista que relata su historia y que acabaría por convertirse en su amigo de por vida.

El artículo comienza con Junod, el periodista hablando de sí mismo en tercera persona y de cómo, cuando era pequeño, acabó lanzando su viejo conejo de peluche por la ventana del coche. Su álter ego en la película, Lloyd Vogel le cuenta a Rogers la existencia de ese conejo en una de las secuencias centrales de la cinta, en la que ambos revelan ser mucho más de lo que aparentan a simple vista, hablando de las cargas que cada uno lleva a sus espaldas.
La melancolía que rodea tanto a esta escena como a toda la película, parte del personaje de Lloyd y se mezcla con el optimismo de Rogers. Una mezcla de tonos que está presente en el artículo en que se basa y que incluye pasajes acerca de la enfermedad o la muerte. Temas que, como indica el personaje interpretado por Hanks, es importante tratar porque forman parte de la vida.
Las diferencias entre Lloyd Vogel y el auténtico Tom Junod
A pesar de que se buscó fama de cínico e irritable por los artículos que escribía, el verdadero periodista, Tom Junod, no tenía problemas con su padre, ni tampoco acababa de convertirse en uno. «No entré en una pelea cuerpo a cuerpo con mi padre en la boda de mi hermana. Mi hermana ni siquiera se casó. Y, aun así, la película parece una culminación de todos los regalos que Fred Rogers nos dejó a todos nosotros», explica Junod en un artículo para The Atlantic sobre la fidelidad del film.
Tras leer el guion, el periodista pidió a los responsables del mismo que cambiasen el nombre de su personaje y el de los miembros de su familia. Junod reconoció que el guion le gustó y que la esencia de quién él era estaba ahí, así como la relación que construyó con Rogers —su amistad perduraría hasta que el presentador falleciera en 2003—, pero no el motivo que condujo a su amistad con Fred Rogers. Junod niega que la relación de ambos fuera impulsada por las complejidades de la relación con su padre.
«Mi padre, Lou Junod, era un mujeriego borracho, sin duda. Pero también era un fetichista de su propia masculinidad flagrante, cuyas glorias exponía y me convencía para que aceptara y evangelizara a su vez, como cuando, vistiéndose para el trabajo, se cubría de aceite, se perfumaba con Jean Naté, y luego se detenía entre mí y su enorme espejo en nada más que ropa interior negra implorándome «mira, mira este cuerpo»».
El periodista explica que era muy consciente de la excentricidad de su padre pero que, a diferencia de su personaje en el guion, «nunca lo había rechazado ni a él ni a su mensaje, que se basaba en que nada es más importante en un hombre que su apariencia, su manera de comportarse y el misterio».

Tom Junod asegura que no se convirtió en periodista de investigación porque le consumiera la ira: «Respondí a las súplicas de Fred no solo porque me ofrecía una forma de masculinidad diferente, sino también porque era un seductor por derecho propio, con un encanto diferente. Fred me dio lo que necesitaba entonces y todavía necesito ahora: una opción. Me permitió elegir entre dos visiones de virilidad».
El cambio respecto a la vida real del periodista se produce en el film por motivos dramáticos, para que el espectador observe el saber hacer de Rogers a la hora de inspirar tanto a sus espectadores más jóvenes, como a un adulto roto por dentro, tal y como se describe el personaje de Matthew Rhys al hablar con el de Tom Hanks. Junod reconoce que ver esa escena le dolió, aunque él nunca le hubiera dirigido esas palabras a Fred. «Vio algo en mí, sí. ¿También observó a través de mí? ¿Era tan obvio para él lo roto que estaba en ese entonces?, se pregunta el periodista. Rogers nunca le dijo por qué quiso hacer la entrevista con él.
La película recrea fielmente el programa de Mister Rogers
Los creadores plantearon la estructura de la película como si de un programa de Rogers se tratase. Esto le otorgaba a los guionistas la posibilidad de tomarse licencias creativas y jugar con el formato, añadir escenas surrealistas o utilizar maquetas: «Nos permitió conseguir lo que queríamos que la película alcanzase: brindar a los espectadores la experiencia de pasar tiempo con Fred Rogers en lugar de darles el típico biopic en tres actos», explican en The Wrap.

Dada la importancia que se le da al programa en la película, era muy importante mantener un alto nivel de detalle en la construcción del set. Los diseñadores de producción se trasladaron al mismo plató de los estudios WQED de Pittsburgh en el que se realizó el programa original. Encontraron y utilizaron las cámaras Ikegami HK-323 con las que se rodaba el show en 1998. «Recreamos los decorados tan meticulosamente que cuando venía a visitarnos gente del rodaje original se ponían a llorar, o como mínimo se les empañaban los ojos”, asegura el productor Peter Saraf».
Tom Junod cree que, de haber podido ver la película, a Rogers le hubiese gustado, especialmente el hecho de que su mensaje y su estilo de vida llegasen a millones de espectadores de todo el mundo. Su personificación le valió a Tom Hanks una nominación al Oscar, al BAFTA y al Globo de Oro.
Es curioso que a lo largo de todo el magnífico artículo no hayáis dedicado una sola frase para valorar la dirección de la película. Se nombra a los actores, a los personajes reales, al productor... Incluso se habla de la cuidadosa intención de "los guionistas", "los creadores", "los diseñadores de producción", pero no se dice una sola palabra de la directora, Marielle Heller. Como si ella no hubiera tenido algo que ver en todo este asunto. ¡Caray!
¡Tienes toda la razón!