Durante sus primeras temporadas, The Crown retrató la vida de la reina de Inglaterra, Isabel II, repasando los momentos más importantes de su reinado casi como si se tratase de un documental dramatizado. Con mucho cuidado a la hora de ser veraz, tanto en los hechos como en el diseño de producción. Sin embargo, en la última tanda de capítulos, los creadores realizan un retrato particular de la relación entre la reina, el príncipe Carlos y Diana de Gales e introducen tramas que chocan con el tono que la serie había mantenido hasta entonces.
Las licencias dramáticas tomadas por los creadores The Crown durante esta cuarta temporada parecen haber molestado a la Casa Real británica y han levantado una polémica que ha llevado al ministro de Cultura del país, Oliver Dowden a pedir a Netflix que incluya una advertencia al inicio de los capítulos advirtiendo a los espectadores de que están viendo un producto de ficción.
Dowden cree que los sucesos de esta temporada son dañinos para la imagen de la Casa Real británica y que podrían confundir a algunos espectadores, pero Netflix se ha negado a hacerlo.
El profesor de Estudios fílmicos de la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña (ESCAC), Christian Checa, no es partidario de que se produzcan avisos de este estilo: “El espectador ya debería ser lo suficientemente inteligente para saber que, cada vez que se pone delante de una pantalla es susceptible de que le mientan hasta cierto punto”.
El profesor explica que el concepto de ficción histórica “es un poco redundante porque, en sí misma, la historia ya es una especie de ficción. No hay unos hechos que sean verdad y otros que sean mentira, sino que, todos los hechos, cuando se narran, llevan un porcentaje de elaboración artística, por así decirlo. Deberíamos educar mejor a los espectadores hacia lo que van a ver. No tanto advertirles de si algo sucedió en realidad o no, porque muchas veces no lo sabemos”, explica el profesor.
La fina línea entre el entretenimiento y la veracidad en la ficción
En ocasiones, una ficción histórica termina por hacer cambios en la historia que está retratando en aras de conseguir un guion más redondo. Recientemente hablábamos en Fact-Fiction de la forma en que Bohemian Rhapsody manipula los hechos en la vida de Freddie Mercury para crear tensión dramática y hacer que la historia avance.
Sobre ejemplos como este se ha pronunciado Lucía Gastón, doctoranda en Comunicación por la Universidad de Navarra (UNAV): “¿Cuál es la intención de la película? ¿Entretener o contar la vida de Freddie Mercury? Si lo que quiere es entretener, lo que va a hacer la ficción es construir la máxima atención narrativa. Quiere conducirnos al clímax y lo va a hacer así, aunque para ello sacrifique la veracidad de su historia. Si el objetivo es ser fiel a su vida para que la gente la comprenda, tendrá que hacer lo posible porque así sea”.
Checa reflexiona acerca de la exigencia que demandamos al cine o a las series de televisión, ya que esta no se realiza con otras obras artísticas como la literatura. Sin embargo, el experto establece un matiz: “Hay ciertos acontecimientos a los que hay que tener una cierta reverencia. La reina de Inglaterra es una persona pública. Por lo tanto, que se cuente su relación con su marido no debería importar. Otra cosa es que se hable de sucesos en los que ha muerto gente o en los que se han vilipendiado sus derechos. Hay una diferencia de grado y no hay que cortar todo por el mismo patrón”.
El profesor de la ESCAC dice no abogar por la libertad total del artista, pero detalla que “nos debe traer un poco sin cuidado” que una ficción histórica como The Crown “se tome todas las licencias que considere oportunas. Pero cuando estás trabajando con un material histórico en el que hay personas que han sufrido, debe haber un cierto compromiso ético. No podemos tratar igual a The Crown que a La lista de Schindler —ejemplifica Checa al hablar de la película de Spielberg sobre el empresario alemán que salvó a miles de judíos del exterminio nazi— Estamos hablando de crímenes contra la humanidad”.
El profesor cree que “antes de opinar acerca de si la ficción histórica debería tener límites, habría que atribuir la importancia que realmente tienen a los determinados acontecimientos históricos a los que se refieren. A lo único que podemos apelar es a la ética personal de quien compone la ficción”.
La etiqueta ‘basado en hechos reales’ sugestiona al espectador
Cuando el espectador se acerca a una historia de ficción que sabe que se basa en hechos reales es más fácil que este suspenda su incredulidad. “Te acercas de otra manera que cuando es una historia surgida de la nada”, explica Lucía Gastón. “No vemos igual una serie sobre alguien real que estuvo en un campo de concentración que La vida es bella”.

Christian Checa, por su parte, cree que “cuando pones ‘basado en hechos reales’ al comienzo de una película, quizá estás mintiendo más al espectador que si no le dices nada y confías en su criterio para que decida por sí mismo. Aquí entramos en terreno muy pantanoso. ¿Hasta qué punto la ficción es menos real que un documental?, o ¿hasta qué punto el documental no conlleva un alto porcentaje de dramatización?, ¿puede existir un documental que no sea dramatizado? Es una polémica muy abierta”, comenta el profesor.
El sentido crítico del espectador
La doctoranda en Comunicación de la UNAV, Lucía Gastón considera que la audiencia tiene un criterio propio para entender, en el caso de The Crown, que una conversación privada entre la reina y su marido es una representación. “Es una forma de intentar explicar una situación determinada, pero nadie estuvo allí presente allí y, por tanto, nadie sabe cómo fue esa conversación”. Para Gastón queda claro que estamos asistiendo a una representación simplemente por el hecho de que hay unos actores en pantalla retratando a personajes que no son ellos mismos.
Checa, por su parte, considera que, hoy en día, “las plataformas, las redes y la banalidad del discurso cinematográfico están bombardeando el sentido crítico de los espectadores. Digamos que engullimos material audiovisual en mayor cantidad que en cualquier otra época de la historia, pero falta capacidad de discernir lo que es interesante de lo que no lo es”.
Gastón cree que “quizá no es tanto que el espectador haya perdido el sentido crítico, sino que igual somos cada vez más conscientes del poder que tiene la ficción. Sobre todo las nuevas generaciones utilizan la ficción —en especial, las series— para entender ciertas realidades que son complejas. Es útil, pero a la vez es peligroso, porque no es exactamente la verdad”.
La ficción como forma de comprender la realidad
La investigadora de la UNAV desarrolla su tesis acerca del periodismo narrativo y de cómo las series influyen en la forma en la que las nuevas generaciones entienden la realidad. Para ello, pone de ejemplo el caso de Chernobyl y el de Así nos ven: “Están contando una realidad, una versión de la historia, y han provocado una respuesta”.
Gastón explica que el caso de ‘los cinco de Central Park’ no había sido muy mencionado en la prensa española hasta que se estrenó Así nos ven. “Desde que se estrenó la serie en 2019, el número de artículos que mencionan ese caso por mencionar la serie es impresionante, y más desde la muerte de George Floyd”.
La investigadora cree que la razón principal detrás de este cambio no está solo en el posicionamiento de los medios en buscadores. “En el periodismo narrativo de los 60 había una mirada muy puesta en la literatura y en qué coger de ella para cumplir mejor las funciones del periodismo. Pero en los últimos años, al menos desde 2015, quizá la referencia para comprender la realidad no es tanto la literatura, sino las series. El hecho de que las series tengan una influencia tan grande en la sociedad influye también al periodismo”.
Por otro lado, Gastón incide en los peligros de tomar por real lo que se relata en una obra de ficción y, para ello, pone de ejemplo Chernobyl, la miniserie de HBO sobre el desastre nuclear. “Está muy bien que generaciones que no estábamos en el 86 podamos acercarnos a una realidad que tiene una complejidad grande, pero es importante que seamos conscientes de que en esa serie no hay objetividad, porque es una dramatización de la realidad”.
[Cuando Chernóbil es tu vida y no una serie]
La investigadora ve peligroso el hecho de que, a la hora de pensar en el desastre nuclear, le vengan a la cabeza imágenes de la miniserie, y cree que como espectadores debemos preguntarnos por la intencionalidad de una obra de ficción: “¿Te quiere contar la verdad o te quiere transmitir un mensaje?”. En el caso de Chernobyl, Gastón tiene clara la respuesta: “no te están contando exactamente la verdad. Por eso, el director explicó en un podcast lo que se habían inventado y lo que no”.
Actualmente, Rusia se encuentra preparando una ficción en la que relatará su propia versión de los hechos, en respuesta a la miniserie de HBO. “Nuestro mundo ahora es audiovisual y ese es el poder de la ficción: tú me cuentas tu versión, y ahora yo te cuento la mía”, opina Gastón.
La actriz que hace el papel de Diana es Emma Corrin. Hay una errata.