‘J.F.K. Caso abierto’: la polémica película sobre el asesinato de Kennedy que provocó una desclasificación de documentos

John F. Kennedy y su esposa momentos antes del tiroteo | Fuente: Archivo Nacional de EE.UU
Tiempo de lectura: 9 min

John Fitzgerald Kennedy fue tiroteado el 22 de noviembre de 1963 mientras circulaba en el coche presidencial por la Plaza Dealey, en la ciudad de Dallas. El presidente estadounidense no sobrevivió al ataque y Lee Harvey Oswald, la persona acusada de asesinar a Kennedy, murió tan solo dos días después, tiroteado mientras la policía le trasladaba a la cárcel del condado, momento que fue retransmitido en directo por televisión.

Publicidad

La persona que disparó contra Oswald fue Jack Ruby, propietario de un club nocturno y a quien se relacionaba con la mafia. Ruby dijo haber disparado contra Oswald para «evitar a la Sra. Kennedy la incomodidad de tener que declarar en un juicio». El hecho de que Ruby hubiera sido testigo estrella de Nixon frente al Comité de Actividades Antiestadounidenses y que acabase con la vida de Oswald antes de que este (que sostenía su inocencia) pudiera testificar originó, de inmediato, una serie de teorías de la conspiración, algunas de las cuales duran hasta el día de hoy y no se han podido demostrar.

El cineasta Oliver Stone, escéptico con la versión oficial, realizó en 1991 una película protagonizada por Kevin Costner en el papel de Jim Garrison, el fiscal de Nueva Orleans que reabrió el caso en 1966 al considerar que la autoría en solitario de Harvey Oswald no se sustentaba en las pruebas halladas tras la comisión del crimen.

La película no estuvo exenta de polémica. Bajo la apariencia del retrato de una historia real —la investigación llevada a cabo por Garrison y el posterior juicio contra Clay Shaw— Oliver Stone se permite acusar, en boca de sus personajes, al entorno del que fue su sucesor, el vicepresidente Lyndon B. Johnson de conspirar junto a sectores del Pentágono, la CIA y el FBI para asesinar al presidente. El personaje de Costner mantiene que lo que sucedió en Dallas fue una especie de golpe de Estado. El fiscal Garrison escribió en 1988 un libro sobre su investigación que fue adaptado en parte por el cineasta.

Publicidad

La Guerra de Vietnam y el Watergate provocaron que Oliver Stone dejase de creer en el Gobierno

Stone se justificaba en la época explicando que su película no surgía de paranoicas teorías de la conspiración. En una entrevista al The New York Times aseguraba que cada punto de la trama había sido investigado y podía ser documentado y justificado. “No es una historia real per se. No es la historia de Jim Garrison. Es una película llamada J.F.K. que explora todos los posibles escenarios acerca del asesinato de Keneddy, quién lo hizo y por qué”.

En la misma entrevista, el director ofrecía el motivo por el que decidió embarcarse en esta producción: “Si eres alguien neutral, creo que saldrás del cine listo para pensar sobre algunas cosas y, espero, para repensarlas, y quizá para leer más y empezar a cuestionarte parte de los datos, de las ‘vacas sagradas’, de la historia oficial. Porque eso es lo que creo que la Comisión Warren fue: la historia oficial de América”. El director dijo haber creído en un primer momento en la versión oficial de los hechos, pero la Guerra de Vietnam o el escándalo del Watergate le hicieron cambiar la forma en la que veía al Gobierno y dejó de creer en el discurso de la Casa Blanca.

«La CIA y los servicios secretos militares, concretamente de la Marina, montaron la conspiración por sus intereses belicistas, y usaron a la Mafia y, como chivo expiatorio, a Oswald», relató en El País en 1992, previo al estreno de la película en España. Stone continúa defendiendo esta idea. En 2016 publicó su biografía y en ella contaba que, tras el estreno de J.F.K., un exagente del servicio secreto le contactó para desvelar que alguien de su propio equipo había disparado contra el presidente. Stone nunca ha revelado la identidad de esta persona, que tenía cáncer terminal cuando se puso en contacto con él, por lo que el testimonio es imposible de corroborar.

Hollywood comparó la película con propaganda nazi

Un primer borrador del guion se filtró a la prensa al poco de iniciarse el rodaje, y diferentes medios lo atacaron por utilizar las “absurdeces y mentiras palpables del libro de Garrison para redimirle”, llegando a calificar el film como “un insulto a la inteligencia”. Cuando la versión final de la película se estrenó, dividió a la crítica.

Mientras que había unanimidad sobre la forma en la que estaba rodada —con un innovador montaje que se llevó el Oscar— algunos periodistas creían que Warner Bros. había ido demasiado lejos. La crítica venía sustentada en que aunque las películas basadas en hechos reales solían alterar hechos o personajes con fines dramáticos, la base de la historia solía mantenerse intacta. Por el contrario, J.F.K. implicaba una “divergencia de opinión” respecto de los registros oficiales.

Publicidad

El presidente de un estudio de la competencia criticó en el The New York Times la forma en que Warner estaba vendiendo la película: “No la están presentando como la versión de los hechos de Oliver Stone, como un hombre que se atreve a contar su versión o algo similar. Están diciendo que lo que cuenta la película es verdad. No es irresponsable hacerla, es irresponsable decir que es real”.

En este mismo sentido se pronunció el presidente de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos, que comparó a Oliver Stone con Leni Riefenstahl, directora de cine del Reich. “Tanto J.F.K. como El Triunfo de la Voluntad son una obra maestra de la propaganda y el engaño. El señor Stone y Leni Riefenstahl tienen otro vínculo genético: ninguno de los dos incluyó un descargo de responsabilidad en sus películas advirtiendo de que el contenido es, en su mayoría, ficción”.

El estudio se defendió asegurando que la empresa respeta la libertad creativa de los autores. “Aceptamos que las películas controvertidas generen un montón de preguntas y estimulen el debate. Creemos que es sano. Uno de los fundamentos más importantes de nuestro país es la defensa del derecho a la libertad de expresión”, explicó al medio un representante de la compañía.

J.F.K. influyó para acelerar la desclasificación de documentos

La película se estrenó en Estados Unidos en diciembre de 1991 y, a pesar de la polémica, tuvo bastante éxito. Se llevó dos Oscar de los ocho a los que estaba nominada, y recaudó más de 200 millones de dólares en taquilla (con un presupuesto de 40). Por otro lado, el debate que generó en torno a la investigación sobre el asesinato de Kennedy presionó a las autoridades para que fueran más transparentes.

Lee Harvey Oswald tras su arresto | Fuente: Policía de Dallas/Comisión Warren
Publicidad

En 1992, el Congreso aprobó la Ley de Colección de Registros del Asesinato de Kennedy, una norma que ordenaba a las agencias federales a transmitir todos los documentos concernientes al asesinato de Kennedy que estuviesen en sus archivos a la Administración Nacional de Archivos y Registros (NARA). En el Informe Final de la Junta de Revisión de Registros de Asesinatos se explica que la película de Stone provocó la promulgación de esta ley, ya que “popularizó una versión del asesinato de Kennedy que presentaba a agentes del Gobierno del FBI y de la CIA y al Ejército como conspiradores”, hecho que provocó una “erosión de confianza” en las agencias federales.

En la ley del 92 constaba que los documentos se desclasificarían en 25 años, a no ser que el futuro presidente no lo estimase oportuno por motivos de seguridad nacional. Así sucedió: en 2017 se desclasificaron 2.800 documentos, pero el FBI y la CIA presionaron a Donald Trump para que no publicase todo el material.

En realidad, desde que se aprobó la ley hasta 2017 se desclasificó el 99% de los documentos concernientes al asesinato (un 11% de ellos con partes censuradas, según informa The New York Times). El hecho de haber retenido esta información en secreto hasta entonces, o de que el FBI y la CIA pidiesen retrasar a 2018 el plazo de publicación de algunos de ellos se debería a “proteger información cuya liberación podría dañar la seguridad nacional —incluidos los nombres de activos de la CIA, así como oficiales actuales y retirados de la CIA, además de métodos y alianzas específicos de inteligencia que permanecen vigentes para proteger a Estados Unidos actualmente—”, explicó un portavoz de la agencia de inteligencia a Politico.

A día de hoy, se sigue considerando a Oswald responsable del asesinato

En abril de 2018, Trump anunció que, por motivos de seguridad, se produciría un nuevo retraso en la desclasificación de algunos de los documentos que no vieron la luz a los 25 años de la promulgación de la ley. Si no se produce un nuevo retraso, estos deberían desclasificarse el 26 de octubre de 2021.

Hasta el día de hoy, la versión oficial del asesinato de Kennedy sigue implicando a Oswald. Es lo que concluyó tanto la Comisión Warren como la investigación puesta en marcha por el Congreso entre 1978 y 1979, diez años después de los eventos narrados en el film de Stone.

Aunque la Comisión Warren concluyó que Oswald actuó en solitario, el Comité Selecto de la Cámara de Representantes sobre Asesinatos matizó que Kennedy “fue probablemente asesinado como el resultado de una conspiración”. El informe, sin embargo, no identifica quienes pudieron ser esos conspiradores, aunque sí eliminó como sospechosos a los gobiernos soviético y cubano, a los grupos cubanos anti Castro, a la mafia, el FBI, la CIA y al Servicio Secreto. Por otro lado, el Comité no pudo concluir que algún miembro individual de unos de estos grupos pudiera haber estado involucrado.

2 Comentarios