El conseller catalán de Interior, Miquel Sàmper, hizo referencia este sábado en una entrevista en TV3 (minuto 13:14) a los métodos para dispersar manifestaciones en otros países europeos, en plena polémica por los proyectiles de foam que utilizan los Mossos d’Esquadra en Catalunya, muy cuestionados la última semana por haber provocado presuntamente la pérdida de un ojo a una manifestante.
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Sàmper afirmó que en Reino Unido unos caballos de la policía montada desbocados han provocado recientemente la muerte de “dos o tres” manifestantes, que en Francia se han producido fallecimientos por el uso del gas pimienta y que en Alemania también han muerto manifestantes arrollados por los cañones de agua de la policía.
“En Reino Unido, hace poco […] se desbocaron dos o tres caballos y murieron dos o tres personas. El gas pimienta, utilizado en Francia, si la persona que lo recibe tiene problemas pulmonares, es asmática, por ejemplo, las probabilidades de que haya un paro cardíaco son enormes. Se han producido muertes. Los lacrimógenos pueden ser mortales. El más limpio aparentemente, que sería el lanzamiento de agua a presión que se hace en Alemania, si hay un movimiento de una persona y, por lo tanto, no se le da […] de cintura para abajo y se da en el tórax o en la cabeza, puede haber muertos y en Alemania ha habido”, señaló.
Es engañoso. No hemos detectado los accidentes por los caballos desbocados en Reino Unido, las muertes por respirar gas pimienta no se han producido en Francia, pero sí en Alemania o Estados Unidos (aunque en detenciones o en la celda de una cárcel) y no hemos localizado ningún accidente mortal por los cañones de agua usados en las manifestaciones de Alemania. Sí murió un manifestante en 1985 atropellado por uno de esos camiones y en Seúl, un cañonazo derrumbó a un hombre que acabó muriendo en 2016.
El área de prensa del Departament d’Interior ha explicado a Verificat que el conseller se refería a que no hay ningún método que sea inocuo cuando hablamos de orden público y que, efectivamente, en el caso de Reino Unido se refería a personas heridas. Los informes de Amnistía Internacional entre 2014 y 2018 no hacen referencia a estas supuestas muertes y Kartik Raj, investigador para Europa occidental de Human Rights Watch, tampoco tiene constancia de que hayan fallecido manifestantes por caballos desbocados en Reino Unido, por gas pimienta en Francia o por cañones de agua en Alemania.
Reino Unido y los caballos
En las manifestaciones del Black Lives Matter no se produjo la muerte de “dos o tres” personas en una manifestación con caballos desbocados en el Reino Unido. El mismo Departament de Interior afirma que el conseller se refería a personas que pudieron resultar heridas cuando una agente de la guardia montada británica cayó de su caballo, según un comunicado del sindicato británico de policía Metropolitan Police Federation. El animal se escapó entre los manifestantes, como se observa en imágenes difundidas por la BBC, pero no se reportó la muerte de ningún manifestante. De hecho, en aquella ocasión circuló el rumor de que un caballo de la policía había muerto, pero, tal como verificó Reuters, era falso.
Raj, de Human Rights Watch, cita el caso de Ian Tomlinson, un vendedor de periódicos que falleció al caer al suelo tras un empujón de la policía mientras caminaba hacia su casa durante una manifestación contra el G20. En el momento de publicar esta verificación, el departamento de prensa de la policía británica no ha respondido la solicitud de información.
Alemania y el cañón de agua
En el caso de Alemania, Sàmper habló del lanzamiento de agua a presión, y tampoco hay ningún caso de un manifestante muerto por este sistema. Uno de los casos recientes donde intervino el camión con cañón de agua en Alemania es de noviembre, durante las protestas contra el uso de mascarillas.
Hace dos meses, el camión con agua también intervino en unas protestas contra la construcción de la autopista A49 en medio del bosque Dannenröder, hecho que significaba la tala de decenas de árboles; y en 2017, durante una protesta contra el G-20 en Hamburgo, como se ve en estas imágenes de la agencia Associated Press. Los manifestantes criticaron el uso de agua en una situación con temperaturas bajo cero, pero la policía de Mittelhessen se justificó asegurando que había hecho advertencias previas. El departamento de prensa del Ministerio del Interior de Alemania explica a Verificat que no tiene constancia de que se hayan producido muertes recientes en estas circunstancias.
Sí hemos encontrado un caso de 1985 en el cual Günter Sare, un manifestante que protestaba contra una reunión del NPD (un partido neonazi) en Frankfurt, fue atropellado por el camión cisterna de la policía y murió. La madre del manifestante presentó una denuncia que recogió El País.
Algo muy parecido sucedió en Turquía en mayo de 2016. Según la agencia Reuters, un hombre de 57 años murió al ser atropellado por un camión policial con cañones de agua. Las autoridades aseguraron que el accidente se había producido mientras el vehículo estaba maniobrando.
Otros casos en el mundo
Donde sí hubo una muerte derivada de la actuación policial con cañones de agua fue en Corea del Sur, donde Baek Nam-gi, un agricultor, murió en septiembre de 2016 después de más de diez meses en coma. El hombre participaba en unas protestas en Seúl en noviembre de 2015 para exigir un precio justo para el arroz cuando recibió el impacto directo del cañón de agua y cayó al suelo, mientras el cañón de agua a alta presión seguía golpeándolo directamente. Baek fue llevado al Hospital de la Universidad Nacional de Seúl, donde estuvo inconsciente 317 días hasta que falleció.
Así lo explicaron CIVICUS y Amnistía Internacional, que meses más tarde señaló que tres agentes de policía habían evitado la cárcel a pesar de haber sido condenados por incumplimiento del deber en relación con la muerte de Baek Nam-gi. En enero de 2016, el relator de la ONU sobre los derechos a la libertad de reunión pacífica y asociación, Maina Kiai, criticó el uso excesivo de la fuerza por parte de las autoridades surcoreanas en este caso.
Más recientemente, la policía de Holanda empleó el camión de agua en una manifestación de negacionistas del coronavirus, según comunicó en su cuenta oficial de Twitter el pasado 24 de enero, y su actuación acabó con una mujer herida tras recibir el impacto del cañón que la hizo chocar contra una pared, como muestran estas imágenes de Reuters.
El camión de agua a presión también se ha usado en Francia (en las movilizaciones de las armillas amarillas), en Israel (hace unos días en una protesta contra el primer ministro Benjamin Netanyahu o en Turquía (en 2015, durante el Orgullo Gay y el año pasado, contra inmigrantes que trataban de llegar al país). En ninguna de esas manifestaciones se han reportado muertos.
Francia y el gas pimienta
Las actuaciones de la policía francesa en manifestaciones y protestas, en especial la de los chalecos amarillos, han sido un tema controvertido, pero no hemos encontrado ningún caso de un manifestante muerto en Francia por gases lacrimógenos o gases pimienta. Ha habido casos en Alemania y en Estados Unidos.
En agosto de 2018, un hombre murió en Hannover tras ser expuesto al gas pimienta, aunque no en el contexto de una manifestación. La nota de prensa de la policía explicaba que “el hombre, aparentemente drogado, golpeó el vehículo de emergencia con una barra de hierro” y que cuando los agentes salieron del coche, él “arrojó piedras a los agentes e hirió a uno de ellos”. A continuación, “cuando los servicios de emergencia utilizaron gas pimienta y llevaron al alborotador al suelo, de repente se derrumbó y perdió el conocimiento”. La mañana siguiente el hombre murió en la clínica donde había sido trasladado.
Un informe de 2010 de los servicios científicos del Bundestag afirmaba que “existen riesgos indirectos para la salud cuando se usa gas pimienta, especialmente para las personas que están bajo la influencia de drogas o que han tomado drogas psicotrópicas”. Por otro lado, un informe de la Association Toxicologie-Chimie de París explicaba que desde el primer uso civil del gas lacrimógeno “los casos inexplicables de muerte causaron gran preocupación entre la población”, concluía que los efectos adversos sobre la salud son evidentes y señalaba que hay numerosos estudios que “recomiendan precaución, restricción, control, entrenamiento o guías para el uso de estos gases”.
En Estados Unidos, en junio de 2020, un preso murió en una cárcel de Nueva York tras ser rociado con gas pimienta por los guardias. James Floyd, un afroamericano de 35 años, murió después de que los oficiales le lanzaran gas pimienta al atrincherase él en su celda.
Ese mismo mes, una activista murió dos días después de una protesta por la muerte de George Floyd a manos de la policía. Inicialmente, se dijo que la joven, Sarah Grossman, había muerto tras estar expuesta a gas pimienta y gas lacrimógeno, pero semanas más tarde la autopsia reveló que su muerte no había tenido relación con la actuación policial, según la agencia Associated Press. El informe de la autopsia de la oficina del forense del condado de Montgomery confirma que Grossman murió de una disección de la arteria coronaria debido a una condición genética previamente no diagnosticada conocida como síndrome de Ehlers-Danlos, un trastorno poco común. Antes de la confirmación por la autopsia, Lead Stories, un miembro de la IFCN, ya había advertido de que no se podía confirmar la muerte por gas lacrimógeno.
En 2015, Anthony Dewayne, un joven afroamericano, murió en Alabama horas después de ser rociado con gas pimienta por la policía de Tuscaloosa tras resistirse al arresto, según los agentes.
Volviendo a Francia, sí que tuvieron mucha repercusión dos muertes en el marco de movilizaciones. La primera, en 2014, fue la muerte del activista ecologista Rémi Fraisse tras una explosión provocada por una granada lanzada presuntamente por un gendarme. Años después, la justicia archivó su caso, según el auto al que tuvo acceso el medio de investigación Mediapart. Poco después, el ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, anunció la retirada de esta munición, como declaró en imágenes difundidas por AFP y al cabo de tres años, a través del Decreto 2017-1029, se acabó prohibiendo su uso.
La segunda muerte fue a finales de 2018, en Marsella. Una mujer de 80 años que estaba en su apartamento resultó herida por una granada de gas lacrimógeno durante una manifestación en las calles de su barrio y falleció horas después, según una verificación de Libération y la reconstrucción de Forensic Architecture. La anciana estaba cerrando las persianas de su casa, en un cuarto piso, cuando un proyectil la golpeó en la cara, según reportó la agencia France-Presse y asumió el entonces ministro de Interior, Christophe Castaner. En total, durante las protestas de los chalecos amarillos murieron 11 personas, según afirmó el presidente Emanuel Macron, la mayoría por accidentes de tráfico.
¿Qué dice Amnistía Internacional?
Los informes que elabora Amnistía Internacional sobre la situación de los derechos humanos en el mundo hacen pocas referencias a los mecanismos para dispersar las manifestaciones de los que habló el conseller Miquel Sàmper.
En el caso de Alemania, el informe de 2014/15 hablaba (en la página 68) del hecho de que continuaban “las investigaciones y los procedimientos contra la policía de Stuttgart por empleo de fuerza excesiva en relación con el uso desproporcionado de los cañones de agua durante las manifestaciones celebradas en la ciudad en septiembre de 2010”, pero no hace referencia a muertes.
Resumen
Después de revisar la información, se puede ver que no se han producido muertes por caballos de la policía montada desbocados en Reino Unido. Las muertes por respirar gas pimienta no se han producido en Francia, como dice Sàmper, aunque sí en Alemania o Estados Unidos, y tampoco ha habido ningún accidente mortal por los cañones de agua usados en las manifestaciones de Alemania. Sí murió un manifestante en 1985, pero fue tras ser atropellado por uno de esos camiones cisternas, no por el agua, y otra persona en Seúl en 2016.
Por tanto, consideramos que en su exposición el conseller mezcla elementos ciertos, con otros falsos o sacados de contexto, por lo que la afirmación es engañosa.
Este artículo es fruto de la colaboración entre Verificat y Newtral.