Así ‘predijo’ (y calló) la industria petrolera el impacto climático de su actividad hace 45 años

Exxon y otras petroleras conocían los efectos climáticos de su actividad desde hacía décadas | M.V.
Exxon y otras petroleras conocían los efectos climáticos de su actividad desde hacía décadas | M.V.
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En 2015, saltó el escándalo. Un equipo de la Universidad de Columbia tuvo acceso a documentación interna de la petrolera texana Exxon que databa de los años setenta o ochenta del siglo XX, que se publicó en en Los Angeles Times. En aquellos papeles, se reconocía que sabían perfectamente del potencial impacto climático de la actividad petrolera y gasística, fomentando la quema de combustibles fósiles, en el clima futuro. Comenzó la campaña #ExxonKnewIt (#ExxonLoSabía).

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Inside Climate News recopiló y analizó decenas de documentos que publicó en una cronología visual. Desde entonces, existe una enorme masa de documentación que otros investigadores, periodistas y juristas analizan. Ahora, un equipo de las universidades de Harvard (EE.UU.) y Potsdam (Alemania) ha profundizado en una idea: ¿con qué nivel de precisión sabía el sector del petróleo y el gas del daño que hacía a nivel climático su actividad, hacia finales de los años setenta?

Una de las cosas que llama la atención de aquellos memorandos y dosieres es que había un enorme nivel científico. Tanto, que ahora han probado en Science que los modelos climáticos de las petroleras acertaron bastante respecto a la que se nos vendría encima años después en cuanto a calentamiento global, explica desde la Universidad de Harvard Geoffrey Supran, coautor del estudio, con los datos en bruto en la mano que remite por correo a Newtral.es

“Nuestro análisis muestra que los propios datos de ExxonMobil contradecían sus declaraciones públicas”, recalca Supran, quien recuerda que durante años empresas de la energía fósil trataron de desacreditar o relativizar los estudios académicos que decían lo mismo que sus propios informes internos. El trabajo actual es la continuación de otro similar, publicado en 2017, en que probaba cómo la industria petrolera pagó publirreportajes minimizando los impactos climáticos de su actividad.

Documentos adicionales prueban que la patronal de la industria gasísitica y petrolera de EE.UU. estuvo al tanto de estas investigaciones sobre su impacto climático, al menos desde comienzos de los años ochenta. Sin embargo, entró en una espiral negacionista. ”La mayoría de mensajes públicos de Mobil y ExxonMobil Corp promovieron dudas al respecto”, precisan los autores de esta revisión.

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La petrolera predijo correctamente los casi +0,2ºC que sumamos cada década

Tras lo ocurrido en 2015, Exxon ofreció un enlace a estudios internos y memorandos de sus propios científicos y sugirió que las partes interesadas deberían leerlos y tomar sus propias decisiones. Y eso hizo este equipo que ahora publica nuevas conclusiones.

Supran y sus colegas se han centrado en 32 documentos internos firmados por científicos de ExxonMobil entre 1977 y 2002; y 72 publicaciones científicas (revisadas) de esos científicos de la petrolera, entre 1982 y 2014. Los compararon con el resto de la evidencia académica y de organizaciones internacionales. Y todo cuadraba.

Anna Cabré, oceanógrafa y consultora de la Universidad de Pensilvania –no ha participado en este trabajo– enfatiza que “ExxonMobil no sólo sabía que sus operaciones creaban temperaturas más altas y un período interglacial más largo, sino que sus predicciones e incertidumbres eran tan precisas como las publicadas en el mundo académico”.

La experta alaba el trabajo de Supran y sus compañeros, una mezcla de investigación y activismo para desenmascarar los mensajes con tintes negacionistas de la industria fósil. Como recuerda en el SMC de España, esa campaña se inició en los setenta a gran escala, “pero continúa hoy aunque con un enfoque diferente, poniendo en duda las predicciones de la investigación académica”.

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Explica Supran que su estudio determinó que “entre el 63% y el 83% de las proyecciones de impacto climático reportadas por los científicos de la petrolera fueron precisas para predecir el calentamiento global subsiguiente”. El calentamiento promedio proyectado por ExxonMobil fue de 0,20° ± 0,04°C por década, “que es, dentro de la incertidumbre, el mismo que el de las proyecciones académicas y gubernamentales independientes”, publicadas hasta 2007.

ExxonMobil tenía climatólogos y matemáticos realmente buenos. Y, pese a lo relativamente arcaico de sus modelos y tecnologías de entonces, han acertado más que algunos trabajos de la NASA, como el presentado en 1988 al Congreso estadounidense. En este sentido, el ecólogo e investigador del MSCN-CSIC Fernando Valladares explicaba este verano que, en realidad, la ciencia del clima, en general, ha acertado bastante es sus proyecciones de escenarios intermedios sobre el calentamiento global. Incluso se ha quedado corta en ocasiones.

Un cambio e impacto climático propiciado por las petroleras de los setenta

En los documentos se traza un claro paralelismo entre las emisiones de gases de efecto invernadero y aumento de las temperaturas medias. Esos gases provienen de la quema de productos derivados del petróleo, el carbón o el gas, sobre todo.

Incluso con el cambio de uso de combustibles en las décadas posteriores –Europa estabilizó sus emisiones al ir abandonando el carbón–, sus proyecciones casi se solapan con las emisiones y concentraciones reales de CO2 en mundo, en las décadas que estaban por venir. Dieron en el clavo en cuanto a impacto climático en pleno auge –y crisis– de la actividad petrolera, a finales de los setenta.

“Mientras que los resultados de los científicos se alineaban perfectamente con los obtenidos por otros grupos, la estrategia de comunicación de la compañía ponía un énfasis excesivo en las incertidumbres, las limitaciones de los modelos climáticos, la indiscernibilidad del calentamiento antropogénico y la variabilidad natural, y reducía, o incluso negaba, el papel de los combustibles fósiles como causa fundamental del actual cambio climático”, recalca Ernesto Rodríguez Camino, Meteorólogo Superior del Estado y miembro de la Asociación Meteorológica Española, también en el SMC de España.

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Desde la perspectiva actual, en que sabemos mucho más de la emergencia climática y tenemos superordenadores para hacer proyecciones, impresiona su nivel de acierto. Los científicos de ExxonMobil llegaron a calcular el máximo de CO2 que aún se podía emitir sin llegar a superar los +2ºC respecto a la era preindustrial, por encima del umbral crítico para el equilibrio de la vida actual en la Tierra.

“Ellos estimaron una horquilla de emisiones máxima (entre 2015 y 2100) de 251 hasta 716 gigatoneladas de carbono. Recientes investigaciones han reducido un poco la horquilla, pero las estimaciones de los científicos de ExxonMobil son esencialmente consistentes con la horquilla generalmente aceptada”, recalca Rodríguez Camino.

¿Por qué Exxon se volcó en los 70 y 80 con la investigación científica del clima?

Puede resultar paradójico que Exxon se rodease de algunos de los mejores científicos del clima y la Tierra para llegar a conclusiones que iban a perjudicar su negocio. Pero, como señalan desde Inside Climate News, eso no estaba tan claro en 1977. Es más, podía fortalezer y promover nuevas estrategias comerciales.

La industria petrolera, al margen del impacto climático, vivía tiempos convulsos a finales de los setenta. Entonces, como ahora, se era consciente del papel de CO2 en el calentamiento global, pero había muchas dudas sobre la capacidad de océanos y bosques para absorber este gas. El sector de los fósiles quería saber si tenía tiempo para adaptarse; si aún había margen para seguir lanzando toneladas de carbono que los árboles y el fitopancton podían compensar.

De esta forma, ya no habría sólo un único responsable del cambio climático. Y se podían reconducir los esfuerzos para combatir la deforestación, mientras la industria petrolera podía desligarse de sus impactos en el clima. Entretanto, se podían explorar otras líneas de negocio. Exxon trabajó en combustibles alternativos y hasta primitivas células fotovoltaicas.

Equipó a su petrolero más grande con instrumental puntero para medir la absorción de dióxido de carbono en el océano. La extensa investigación fue impulsada por la amenaza que la acumulación de CO2 representaba para el negocio principal de la empresa, según los documentos.

En julio de 1977, el cíentífco de Exxon James Black ya había informado a sus jefes que había un consenso científico en que la quema de combustibles fósiles era la forma más probable en que la humanidad estaba influyendo en el cambio climático global.

En 1981, uno de sus gerentes, Roger Cohen, envió un informe interno en el que advertía de que los planes comerciales a largo plazo de Exxon podrían “producir efectos catastróficos al menos para una fracción sustancial de la población de la tierra”.

Taro Takahashi (Universidad de Columbia) explicaba a los investigadores de Inside Climate News lo siguiente: “Supongo que estaban buscando qué podría pasar si seguimos quemando combustibles fósiles; lo que eso significaría para ellos”. Takahashi colaboró ​​en un proyecto de Exxon a finales de los setenta y primeros ochenta; utilizó datos de la investigación en varios estudios que luego publicó en revistas de primer nivel.

No sólo fue ExxonMobile

Explica Benjamin Franta, historiador y experto en litigios climáticos en EE.UU. que a finales de los setante, el Instituto Estadounidense del Petróleo había formado un comité secreto llamado Grupo de trabajo sobre el clima y el CO2, cuando desde los años sesenta ya tenían este tipo de estudios en el radar.

Según explica en The Conversation, un nombre propio aparece en aquellos papeles. Un científico de la Universidad de Stanford, John Laurmann, a quien ficharon para informarles sobre el estado de la cuestión de la ciencia climática. La presentación de Laurmann advertía que si se continuaban usando combustibles fósiles, el calentamiento global se empezaría a traducir en catástrofes globales en la segunda mitad del siglo XXI.

Según su tesis, sería que el impacto climático de las petroleras “apenas perceptible” para 2005 (eso se ha cumplido sólo relativamente, ya que hay eventos extremos de esos años que quizás sí pueden atribuirse a la emergencia climática). Pero para la década de 2060 tendría “efectos globalmente catastróficos”. Las emisiones no sólo no pararon. Siguieron en todo el mundo, despegando masivamente en Asia.

Ese mismo año, el Instituto Estadounidense del Petróleo pidió a los gobiernos que triplicaran la producción de carbón en todo el mundo, insistiendo en que no habría consecuencias negativas a pesar de lo que sabía internamente. “Mis colegas y yo –dice Franca– descubrimos que a finales de la década de 1980, Exxon y otras petroleras coordinaron un esfuerzo global para confrontar con la ciencia del impacto climático, bloquear los controles a combustibles fósiles y mantener el flujo de sus productos”.

ExxonMobile ha defendido en los últimos años que estas informaciones se han usado para urdir una campaña perpetuada por grupos activistas con el objetivo de estigmatizarles. “Publicaron informes académicos defectuosos y se coordinaron con funcionarios públicos para iniciar investigaciones y litigios, creando la falsa apariencia de que ExxonMobil ha tergiversado la investigación de su empresa”.

Después de más de tres años de investigación, el Fiscal General de Nueva York decidió presentar cargos contra ExxonMobil, que finalmente fueron desestimados en la corte. Pero hay otros frentes abiertos por el impacto climático de la industria petrolera.

Para Pep Canadell (Global Carbon Project y CSIRO) “al proteger sus propios intereses económicos, estas compañías son responsables de millones muertes prematuras debido a la contaminación y los impactos climáticos. Es importante que los casos en las cortes judiciales contra estas compañías avancen para prevenir futuros abusos de corporaciones, las cuales tienen con frecuencia más información que los propios gobiernos y público”, concluye.