El año pasado se contabilizaron 2.655 publicaciones en redes sociales con contenidos de odio racista, xenófobo, antisemita, antigitano o islamófobo y, según datos del Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia del Ministerio de Inclusión, la mayoría se produjeron contra inmigrantes procedentes del norte de África o población musulmana. Con estos datos encima de la mesa, el Departamento de Seguridad Nacional (DSN) y el Instituto de Derecho Parlamentario de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) han reunido este miércoles a varios expertos para analizar las campañas de desinformación y su impacto sobre los discursos de odio.
Interferencia extranjera. Beatriz Marín, analista del Servicio Europeo de Acción Exterior y experta en desinformación, ha asegurado que muchas de estas campañas de odio en redes sociales son orquestadas y aprovechadas por actores extranjeros: “Las víctimas de esta desinformación que llamamos identitaria, dado que utiliza elementos de la identidad de las personas como su origen o su orientación sexual, son utilizadas por actores extranjeros como Rusia para atacar los valores democráticos o los sistemas occidentales”.
En este sentido, explicó que quienes diseñan estas campañas “no crean crisis nuevas” en la sociedad europea, sino que intentan “explotar aquellas vulnerabilidades o cuestiones polémicas ya existentes” para amplificar el enfrentamiento y “polarizar aún más a la sociedad”, sobre todo con cuestiones como la orientación sexual, la identidad de género o la inmigración. Es por eso que la citada analista considera que colectivos como el de los migrantes o las personas LGTBI son “doblemente victimizados”, ya que además del odio que reciben en redes sociales pueden ser “utilizados como un elemento geopolítico” a través de campañas coordinadas.
“Decadencia occidental”. Para otros expertos del Departamento de Seguridad Nacional —que piden no ser citados— el objetivo de centrar las campañas de odio en estos colectivos, además de explotar las controversias propias ya existentes, busca “un fin existencial”, dado que los países no democráticos pueden ver como “una amenaza” los sistemas occidentales y sus “valores” por suponer una “aspiración” para su propia población. De ahí, aseguran los especialistas, que muchas campañas de desinformación presenten los derechos LGTBI, el feminismo o la acogida a las personas migrantes como un supuesto síntoma de “decadencia occidental” con el fin de presentar a los países europeos como “sistemas fallidos”.
Un ejemplo de este tipo de mensajes difundidos por actores extranjeros contra estos colectivos es un vídeo detectado por el Servicio Europeo de Acción Exterior que, según relató Beatriz Marín, presentaba a un hombre europeo que intenta buscar pareja a través de una aplicación de citas, pero que no consigue su objetivo porque todos los perfiles que encuentra corresponden a personas trans, homosexuales o queer. El spot acaba con el mismo hombre buscando pareja en Rusia con mujeres consideradas normativas.
El fiscal de delitos de odio: “Esto no se arregla solo con el Código Penal”
Otro de los expertos que ha intervenido en las jornadas organizadas por el DSN y la Universidad Complutense es el fiscal coordinador de la Unidad de Delitos de Odio de la Fiscalía General del Estado, Miguel Ángel Aguilar. Tras enumerar los posibles delitos en los que puede incurrir la desinformación cuando se trata de delitos de odio, pidió “que nadie piense que solo el Código Penal va a arreglar esto”, por lo que puso en valor otras estrategias más allá del ámbito de la justicia.
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En este sentido, apeló a las plataformas digitales —en particular a las redes sociales— y afeó que “a veces no retiran los contenidos” con discurso del odio, aunque valoró positivamente la nueva legislación europea contenida en la Digital Services Act (DSA) porque, a su juicio, da pasos para obligar a las plataformas a regular sus contenidos.
Asimismo, la directora del Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia, Karoline Fernández, aseguró por su parte que “se está cosificando a sectores de la población de manera agresiva” a través de las redes sociales y que, en el caso de las personas migrantes, se “las vincula de forma sistemática con la inseguridad ciudadana”. Además, destacó que uno de cada cuatro mensajes de odio analizados por su observatorio incitan directa o indirectamente a la violencia.
- Jornadas organizadas por el Instituto de Derecho Parlamentario de la UCM y el Departamento de Seguridad Nacional (DSN)
En el enunciado pone que "los actores extranjeros utilizan campañas de odio" contra estos colectivos, esto no me ha quedado muy claro, leyendo el artículo. A que actores se refiere?
Lo que si puedo decir que las redes sociales son un medio agresivo, a veces, contra estos colectivos. Personalmente los apoyo y no comparto cosas contra ellos, unos son libres elegir como quieren vivir su vida y los otros como los emigrantes, bastante desgracia debe ser que estés obligado a irte de tu país por el hambre o las guerras que provoca el primer mundo.
Lo que llega a mí en contra de estos colectivos por WhatsApp, por ejemplo, se acaba la cadena.
Mentira. Nadie odia al invertido en cuanto tal. Lo que sí que resulta odioso son las campañas para alterar, socavar u obstaculizar la familia tradicional o el papel culturalmente aceptado de los sexos. además de la insistencia machacona en el adoctrinamiento infantil, incluso en edades en las que, según la psicología evolutiva o psicología del desarrollo, el menor no tiene ni interés ni capacidad para comprender estos asuntos.
Nadie odia al migrante en cuanto tal tampoco. Otra mentira sibilina, propagandística y sorosiana. Otro asunto distinto es las mareas humanas con toda su miseria, con todo su oneroso mantenimiento, con toda la injusticia fiscal que supone o como esos "migrantes" vienen a okupar y a expropiar sin pasar por el BOE a la clase media con el beneplácito del Estado apestado profundo y las oligarquias mafiosas que lo mangonean.
La familia tradicional hace mucho que pasó a ser una rareza, igual que la idea de de que alguien pueda llamar a otro "invertido".
Para Un zurdo (19/09/2024 a las 21:35)
Lo de la rareza de una expresión ni quita ni pone con respecto a la pertinencia o adecuación de un término. En una sociedad cada vez más roma, es necesario recuperar términos conceptualmente aptos y precisos. Con respecto a la familia tradicional, pues depende de qué sociedad actual o contemporáneo hablemos pero, una vez más, la rareza no significa nada con respecto a su valor y mucho menos aún con respecto al hecho de que sigue siendo el objeto de la furia demoledora globalista, que es de lo que hablaba.
Una persona -zurda o no- que se guía por lo común, por lo moliente y corriente, carece de criterio y, en consecuencia, no tiene nada que aportar ni al cambio social ni a la discusión. Sólo va por modas y le deslumbra la distinción entre cuestiones de hecho y cuestiones de valor o de función.
Qué horror, hermano. Tú comentario destila odio. Lo siento por ti.
No proyecte. Vd. odia que les refrieguen por el hocico ciertas verdades que les resultan desagradables. Eso no es destilar odio. Eso es decirle a un cierto número de personas lo que ellos odian y no quieren oír, que es algo muy distinto. Yo lo siento por Vd., lo que son las cosas.
De todos modos, el odio, como toda emoción del espectro de emociones, es funcional, tiene su razón de ser bajo circunstancias oportunas y es tanto moral como psicológicamente neutro. Por ejemplo, yo odio el mal. Vd. odia otras cosas. Incluso aquellos con una postura irenista y pánfila, también odian pero lo reprimen a nivel de la mente consciente y lo utilizan como moralina para agredir psicológicamente a aquellos que expresan abiertamente su postura. Edúquese, analice sus propios motivos y sea honesto consigo mismo y con los demás.
comentario abajo para Juan Antonio (20/09/2024 a las 09:13)