La evolución de un volcán como el de La Palma, más difícil que pronosticar el tiempo

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No hace tanto que era común el chascarrillo de “te equivocas más que el presentador del tiempo”. Tras esa expresión subyace la complejidad del sistema atmosférico y su interacción con el suelo. O sea, la enorme incertidumbre que acompaña a la evolución del comportamiento de masas de aire y agua en su baile con tierras, montañas y océanos. Sin embargo, la era de los satélites, inaugurada hace medio siglo, empezó a afinar los pronósticos, que hoy son de una precisión y exactitud sorprendentes. ¿Por qué no pasa lo mismo con un volcán y terremotos como los de La Palma?

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En realidad, el caso canario es un ejemplo de hasta qué punto también la vulcanología ha avanzado en su capacidad para anticiparse a una erupción. Como explica el geólogo y divulgador Nahúm Médez-Chazarra, bajo tierra “no tenemos tantos ojos”. Después de todo, en la historia de la humanidad, apenas hemos podido penetrar físicamente en su interior una docena de kilómetros. Hemos rascado la ‘cáscara de una naranja’, si ese fruto fuera la Tierra. Sin embargo, como recuerda el experto, la irrupción de los satélites nos ha permitido hacer un verdadero seguimiento de la evolución en superficie y su interior.

¿Cuándo se apagará el volcán de La Palma? Atentos a su evolución química

Sucesión de terremotos que terminaron por dar con el punto casi exacto donde se produjo la erupción de La Palma | IGN

Un volcán no es más que la expresión del magma que presiona bajo tierra. Por eso es clave la deformación y desplazamiento del terreno, que se sigue con redes de satélites europeos como Sentinel (Proyecto Copernicus) o el privado Cosmo-Skymed. Sus cámaras, radares interferómetros, junto a los datos de GPS, son capaces de medir si sube o baja el terreno con precisión de centímetros. Esto ha sido fundamental para anticipar el lugar aproximado de la erupción. Hoy sabemos que ha llegado a elevarse el terreno hasta 28 centímetros. Próximamente se sumará el primer satélite radar de observación totalmente español, el PAZ.

De igual manera, el mapeado de los terremotos desde el día 11 de septiembre ha dibujado una senda de aproximación hasta Cumbre Vieja, donde el pasado domingo comenzó a salir el humo y la lava en varias bocas. La investigadora Alicia Felpeto (Instituto Geográfico Nacional, IGN) explica que es importante la última hora de la sismicidad para anticiparse. Y una vez abierta la brecha, el análisis de las lavas.


El tremor o ‘sonido’ cambió el 21 y permitió anticipar una fase más explosiva en La Palma. Las detonaciones provienen de los gases, como en un refresco.

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Sabemos que una erupción como la de La Palma, con una sola fuente que genera el magma, de tipo explosivo estromboliano y basáltica (por el tipo de roca que escupe) no deriva en coladas de lava muy fluidas y rápidas, pero contempla explosiones de gas. Aunque las cenizas están cubriéndolo todo, no son tan problemáticas como las erupciones hawaianas (no explosivas) o la de tratovolcanes (típico con ‘forma de volcán dibujado’) como el Teide.

Las erupciones vulcanianas son, quizás, las mas espectaculares: emiten muchísimo humo y ceniza, complicando la navegación aérea durante días o semanas. Una derivada de estas es la erupción peleana. Suele derivar en peligrosísimos desprendimientos de su cúpula.

Aunque pocas son comparables a las vesubianas. Como su nombre indica, son como la que acabó con la ciudad romana de Pompeya, donde la ceniza sepultó a toda su población.

Todas esas contemplan fenémenos explosivos, que también estamos viendo en Cumbre Vieja, pero más parecidos a fuegos artificiales destructivos en La Palma. La Red Sísmica Canaria empezó a registrar el pasado día 21 un fuerte incremento en la amplitud del tremor volcánico anticipando la fase de más actividad explosiva en las bocas activas en el momento.

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En estas fases iniciales, es imposible saber cuánto durará la erupción. La cantidad de magma disponible determinará la vida de la emisión. Y eso no es tan fácil de observar cómo un frente frío o un ciclón. Para tener pistas, las personas dedicadas a la vulcanología y la química geológica analizan la evolución de los materiales que escupe el volcán. Un cambio, por ejemplo, en el patrón de cristalización puede apuntar a que se está acabando.

Como hacer un análisis de sangre al volcán para ver su evolución

Velocidad, viscosidad, temperatura y, sobre todo, composición de lava y gases. Estos parámetros son fundamentales para saber si el volcán entra en una nueva fase. Técnicos del Instituto Geográfico Nacional como David Calvo toman muestras a pie de colada para someter a La Palma “a una especie de análisis como de sangre”. Los minerales y otros compuestos químicos, así como su evolución, pueden dar pistas sobre si está agotando el magma que alimenta su erupción.

“Es difícil conocer la duración y saber cuánto hay disponible. A veces no hay un único reservorio de magma”, explica la doctora Felpeto. En ocasiones hay uno superficial y otro profundo. Por ello, “el inferior puede estar alimentado al de arriba mucho tiempo”. Una vez más, los satélites tienen un papel importante en estas mediciones, ya que pueden observar las emisiones de dióxido de azufre y evolución de las coladas de lava.

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En la isla de La Palma la duración de las erupciones de los volcanes más recientes varía entre 24 y 84 días. Pero puede ser mucho más o menos. La de El Hierro, que también es una isla joven, se prolongó durante cinco meses en 2011. Pero nuestra muestra temporal es pequeña. Un volcán se considera extinto tras “unos 10.000 años sin ninguna erupción”. Lo demás se consideran zonas activas. En España, además de en Canarias, hay varias regiones así catalogadas, pero “sería muy improbable una erupción en la península”.

A su llegada a la isla, este viernes, el geólogo Eumenio Ancochea Soto explicaba a Adeline Marcos (Sinc) que “si una erupción da un espesor de colada de 10 m y ocurre una cada 50 años, ¿cuánto tiempo necesitamos para formar una isla como La Palma? Te puedes hacer una idea, y eso que la erupción actual no ha cubierto toda la superficie de la isla. La Palma surge sobre un suelo oceánico de 3.000 metros de profundidad y tiene casi 2.500 metros de altura. Así que una cada medio siglo es un ritmo normal para la evolución de la isla.

En el vídeo te contamos qué aspectos han sido claves para anticiparse a la erupción de Cumbre Vieja en La Palma y qué elementos dan pistas sobre su evolución, pese a que todas las personas expertas consultadas coinciden: la palabra mágica de los volcanes es incertidumbre.

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