El laberinto de las estafas del amor para obtener dinero

estafas amorosas
Silueta de un chico en un bar.
Tiempo de lectura: 8 min

Blanca Frías acababa de salir de una relación amorosa cuando conoció a un hombre a través de una web de citas. Era 2014, ella tenía 49 años, se encontraba en un momento vulnerable y él consiguió estafarle 7.000 euros en los dos meses que estuvieron juntos. Fue un hombre italiano que se hizo pasar por empresario y conquistó a Frías siguiendo el mismo esquema que utilizan tantos otros estafadores amorosos. 

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El esquema. El modus operandi de los estafadores del amor se puede resumir en tres pasos, como explica a Newtral.es el abogado especializado en estos temas Francisco Jiménez, que preside una asociación para apoyar a las víctimas de estafas amorosas.

  1. Tras ponerse en contacto (por redes sociales como Facebook —comentarios en fotos, solicitudes de amistad—, pero también por WhatsApp —”Creo que me he equivocado de número, pero me has parecido una persona muy interesante”—) pasan semanas hablando con sus víctimas sobre el repentino amor que han sentido. Les venden una vida de ensueño, un amor idílico, una historia romántica fruto de la casualidad. 
  2. Poco a poco introducen en la conversación la importancia de la confianza, de ser generoso, de que la pareja está para ayudarse, que si uno de los dos tiene un problema, el otro tiene que estar a la altura. 
  3. Por último, aparece el inconveniente: necesitan dinero urgentemente para poder, por fin, conocerse en persona. “Todo tiene una secuencia lógica, es completamente factible, el estafador sabe que la víctima no alberga dudas de su discurso y encaja su historia con noticias económicas que están ocurriendo en ese momento, una guerra, una crisis, la inflación”, indica a Newtral.es 

Tras pagarle los primeros 3.000 euros, Frías y el estafador se encontraron en España. Y en Madrid le pidió otros 4.000 euros para, supuestamente, invertir en un negocio de aceite de oliva que quería iniciar. Pero los problemas financieros continuaban, volvió a pedirle más dinero y eso le hizo sospechar. Lo confrontó y él desapareció. “Quería morirme, me sentía como aplastada por un elefante; te sientes desamparada cuando te das cuenta de que en realidad no sabes nada de él y él lo sabe todo de tí”, asegura Frías a Newtral.es.

  • El perfil de la víctima. Mujeres y hombres de mediana edad, desde los 45 años en adelante, personas viudas, solteras o divorciadas. ¿Por qué? Son varias las razones. “Porque una persona a esa edad tiene una economía estable e incluso ciertos ahorros o capital del que pueden desprenderse”, indica a Newtral.es la psicóloga Dimitria Doumpioti. “Porque están solos y se encuentran en un momento de baja autoestima o vulnerables, buscan afecto”, continúa. “Y porque no son nativos digitales, no son conscientes de los riesgos que tiene internet y comparten gran cantidad de información sobre sus vidas privadas casi sin darse cuenta”, puntualiza. 

Ha pasado una década desde que Frías fue estafada, pero este tipo de timos amorosos no han hecho más que incrementarse. A Juan (nombre ficticio), de 39 años, le ocurrió en noviembre del año pasado. Conoció a una chica que le aseguró que era de Malasia a través de una aplicación de citas. “Me dijo que buscaba una relación seria y pronto pasamos de la app al WhatsApp”, cuenta a Newtral.es. Hablaban cada día, ella le preguntaba por su rutina, por su trabajo, le mandaba fotos e, incluso, llegaron a hacer una videollamada. Le contó que ella invertía en criptomonedas, lo bien que le iba y que él debía empezar a hacerlo. “Me dijo que debíamos invertir juntos, como pareja”. Le explicó dónde invertía ella, él se registró en las webs de criptoactivos que ella le recomendó y comenzó a invertir. Primero cantidades pequeñas, luego cada vez más grandes. “Tienes que esforzarte más por nosotros”, recuerda que le apremiaba ella. En apenas un mes y medio, Juan había pedido un préstamo al banco de 70.000 euros e “invertido” 200.000 euros. Pero todo era mentira. Las plataformas no existían ni tampoco su novia de Malasia.

  • La conversación. Entre las historias que inventan los estafadores hay patrones que se repiten. Normalmente, tienen profesiones solventes, de gran credibilidad y estima social: médicos que trabajan en la ONU, ingenieros desde alguna misión internacional, militares que luchan en conflictos internacionales, pilotos. Para dar veracidad a las historias, utilizan fotomontajes o, incluso, fotos de personas que existen, “como un político de segunda línea de Grecia, por ejemplo”, indica Frías. Algunos, incluso, se hacen pasar por actores de Hollywood, como Brad Pitt. 
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Aunque resulte difícil de creer, este tipo de estafas amorosas son habituales. No es raro que estas supuestas relaciones se alarguen durante años y que no se denuncien, en muchos casos por la vergüenza que siente la víctima al descubrir que ha sido engañada. Ocurrió con las dos hermanas de Tajuña que aparecieron muertas en su casa. La Policía relaciona el asesinato con un ajuste de cuentas por las deudas que acumulaban las mujeres desde hacía años. Las hermanas hablaban desde al menos 2017 con unos supuestos novios que habían conocido por internet y que les pedían dinero para cobrar una herencia. “Te cuestionas tu propia inteligencia, tu capacidad de juicio, no te sientes capaz ni de contárselo a la Policía”, relata Frías. 

  • Los datos. Las estafas informáticas han crecido tanto en los últimos años que el Ministerio del Interior distingue en sus balances periódicos entre la criminalidad convencional y la cibercriminalidad. En los primeros nueve meses de 2023, la criminalidad digital creció un 21,5% con respecto al mismo intervalo de 2022. En concreto, se registraron 304.819 estafas informáticas entre enero y septiembre del año pasado, que representan el 90,4% de toda la cibercriminalidad y el 16,7% de toda la delincuencia registrada —tanto convencional como digital— en ese periodo. Por su parte, la Universidad Oberta de Catalunya indicó en un informe elaborado en 2023 que la ciberdelincuencia aumentó un 72% en 2022 respecto a 2019, antes de la pandemia. 

En cualquier caso, el camino judicial de este tipo de casos es largo, frustrante y está lleno de penurias. En el caso de Frías, cuando se dio cuenta de que no era la única víctima (viendo un programa de televisión en el que otras mujeres explicaban el mismo esquema de timo), denunció. Habían pasado cuatro años. Sin embargo, el juez archivó el caso. Juan también denunció. Y la Guardia Civil simplemente le dijo que tenían muchísimas denuncias de este tipo y que no había nada que hacer: que el dinero era prácticamente irrecuperable (los ahorros de toda su vida) y los estafadores, ilocalizables. 

Ante el abandono institucional, Frías ha optado por crear una asociación para apoyar a otras víctimas como ella. “Esto hay que cambiarlo, las personas estafadas no denuncian casi nunca y cuando lo hacen, el caso se archiva; no hay derecho”, denuncia Frías. Juan, por su parte, se ha puesto en manos de Jessica González, que tras ser víctima de otra estafa amorosa creó otra organización que ofrece servicios de abogados y psicólogos especializados en este tipo de timos.

“Estos delitos requieren de muchos medios para investigar: hay que hacer requisitorias internacionales, traducir documentos, analizar correos electrónicos, ordenadores, servidores IP, cuentas bancarias, transferencias o pedir colaboración a otras fuerzas internacionales como Interpol”, enumera el abogado Jiménez. “Es habitual que los juzgados archiven los casos por falta de medios”, insiste. 

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Los estafadores. Detrás de una estafa amorosa puede estar un único individuo, como en el caso de Frías, dos, o toda una red de timadores profesionales con centenares de perfiles falsos en redes sociales o aplicaciones de contactos por todo el mundo. Por ejemplo, la operación Románticos del equipo de investigación de la Guardia Civil detuvo a una pareja por estafar 57.000 euros a una mujer durante los 14 meses en los que uno de ellos se hizo pasar por su novio. Otro caso, el de una mujer de Granada que emitió transferencias por valor de 170.000 euros al que ella creía que era su novio, Brad Pitt. También la operación Loverboy en la que la Guardia Civil investigó a 13 personas con conexiones en Italia, Reino Unido y Nigeria que estafaron hasta 250.000 euros haciéndose pasar por actores famosos de Hollywood.  

Grupos organizados o no, actúan de la misma manera. Mandan el mismo mensaje a un gran número de personas que cumplan con el perfil de víctima que buscan y esperan a que alguno reaccione. “Con la inteligencia artificial, es aún más fácil: no hace falta ni saber castellano, estas personas pueden llegar a cualquier país en cualquier idioma”, asegura Jiménez.

Fuentes
  • Blanca Frías, presidenta de Asociación Nacional Contra la Estafa con Manipulación Emocional (ANCEME)
  • Francisco Jiménez, abogado en la Asociación de afectados por estafas emocionales
  • Dimitria Doumpioti, psicóloga
  • Jessica González, presidenta de Victifin
  • Juan, víctima de una estafa amorosa
  • Balance de criminalidad del Ministerio de Interior
  • Notas de prensa de la Guardia Civil
  • Agencia Efe
  • Informe de la Universidad Oberta de Catalunya: Las personas mayores, objetivo de los ciberdelincuentes
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3 Comentarios

  • Hola, buenas noches, he sido victima de una estafa amorosa en Instagram y no sé a quién pedir ayuda, en este momento no tengo medios económicos para contratar a un abogado y aún no he denunciado mi caso a las autoridades.
    Gracias.

  • Soy Blanca Frías presidenta de ANCEME
    Un grupo de personas víctimas de estas estafas creamos ANCEME después de que la otra asociación, la del corazón, que en este artículo se nombra y que también presidía utilizara mi nombre y mi caso (que aún sigue haciendo desatendiendo mi solicitud) para luego echarme incumpliendo la Ley Orgánica de asociaciones junto a otra víctima para quedarse en manos de Zaballos Abogados.
    La RNA me comunicó el pasado 5 dic 2023, en base a la documentación que aporté sobre los hechos expuestos, la denegación del registro de la asociación del corazón de Abogados Zaballos

  • Son todos unos ilusos, emocionalmente débiles e irreflexivos, que no se conocen bien a sí mismos ni saben desgranar los verdaderos motivos que les llevan a actuar como lo hacen, sacrificando bienes materiales para obtener recompensas meramente simbólicas o inasibles. Es decir, son votantes de izquierda. La verdadera brecha en política está entre las votontas al uso y ellos. El perfil típico del votonto de izquierdas es mujer, hombre afeminado o un energúmeno. Los hombres que caen en estas estafas lo hacen por cantidades menores porque lo consideran una inversión cuya pérdida es asumible; es decir, hay un cálculo racional al menos por detrás.

    Las cartas nigerianas no funcionan del mismo modo pero los mecanismos de defensa que explotan los embaucadores son similares., Chánchez es un estafador nigeriano que ha robado una atrocidad con su banda, el POSE, con cartas nigerianas en forma de programa electoral y, a veces, ni eso, con proclamas electoreras para lelos.