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Estados Unidos y los semiconductores, la nueva batalla tecnológica contra China

El presidente de EEUU, Joe Biden, en una reunión virtual sobre la Ley CHIPS. | Foto: EFE / EPA / Jemal Countess / POOL
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La guerra tecnológica entre China y Estados Unidos añade un nuevo episodio con una industria clave en el centro: la de los semiconductores. Las Cámaras del Capitolio estadounidense han aprobado esta semana un nuevo paquete para potenciar la producción local de chips, aunque esa es solo la superficie de otras claves legislativas que muestran las batallas que enfrentarán a ambas potencias en las próximas décadas.

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La conocida como Ley CHIPS llevaba años estancada en el proceso legislativo. Diferentes negociaciones y nombres han concluido este jueves en un paquete que incluye 280.000 millones de dólares (unos 273.800 millones de euros) en inversión en tecnología, investigación y desarrollo.

Una financiación semejante en la industria local no se había visto en Estados Unidos desde hace décadas, pero sus patrocinadores tenían claro que este era el momento. En juego está la seguridad nacional del país, dicen los legisladores que la han promovido.

«El resultado definirá el equilibrio global de poder durante décadas e impactará en la seguridad y la prosperidad de todos los estadounidenses», dijo el senador republicano Roger Wicker, uno de sus mayores promotores. «Por desgracia, en este momento, no estamos en el asiento del conductor en un abanico de tecnologías importantes. China, sí. China y otras naciones son de forma cada vez más destacada los dominantes en innovación tecnológica, lo que supone un riesgo enorme no solo para nuestra economía, sino para nuestra seguridad nacional».

¿Pero cómo ha llegado Estados Unidos a un punto de semejante desventaja en industrias como la de los semiconductores? ¿Qué importancia tiene que eso haya ocurrido? Y sobre todo, ¿cómo pretende ayudar la Ley CHIPS a que Estados Unidos remonte en su enfrentamiento tecnológico con China?

Los chips: una industria exportada

Estados Unidos llegó a producir el 40% de los semiconductores del mundo, pero ahora solo hace el 12% de ellos, habiendo perdido su hegemonía en favor de países como China, Corea del Sur o Taiwán.

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  • Esas derrotas se han hecho especialmente flagrantes ahora, cuando la crisis de la cadena de suministro se ha notado también con los chips.
  • Además, la producción de semiconductores afecta a la producción en otras muchas industrias. Los chips son necesarios para hacer coches, teléfonos móviles, ordenadores y electrodomésticos.
  • Perder el liderazgo en la producción de chips también implica perder posición de vanguardia en innovación. Las grandes compañías tecnológicas del país perderán la ventaja con la que contaban antaño.

El analista Dylan Patel resumía en tres los puntos por los que Estados Unidos ha perdido el liderazgo en la industria de los semiconductores, según el periodista Ben Thompson:

  • Falta de inversión en startups de semiconductores, especialmente en manufactura.
  • Falta de inversión local por parte de las compañías de chips que ya existen. Otros países se han hecho más atractivos gracias a mercados laborales más asequibles, marcos regulatorios más laxos y ventajas fiscales más amplias.
  • Falta de trabajadores cualificados. Potencias del sector como China e India tienen un número mucho mayor de graduados en Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM). En Estados Unidos, es más habitual que los recién graduados escojan rutas profesionales en software antes que en hardware.

Todos quieren sumarse a la fiesta

Estados Unidos sabe que entra en un terreno en el que sus principales rivales económicos también están interesados. La competencia es férrea:

  • Países como China, India, Japón y Corea del Sur han aprobado o expandido recientemente créditos fiscales, subvenciones y otros incentivos valorados en miles de millones de dólares para la industria de semiconductores.
  • La Unión Europea está considerando legislación para eso mismo con un presupuesto de financiación superior a los 43.000 millones de euros. El propósito es convertir al Eurogrupo en un líder global en la producción de semiconductores.
  • En 2021, Estados Unidos anunció cuatro proyectos de construcción y expansión de plantas para la producción de semiconductores. En el mismo periodo, otros 25 proyectos se anunciaron en el resto del mundo.
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El interés de Estados Unidos por potenciar la producción local de chips es la razón por la que tantas compañías del sector han presionado a los legisladores para que aprueben ayudas a la industria. Quieren aprovechar la competencia extranjera para que el país norteamericano abra sus puertas y de paso pague a esas mismas compañías por entrar por ellas.

  • Compañías de semiconductores como Intel y Micron están considerando o ya han puesto en marcha proyectos de plantas de chips en territorio estadounidense, pero estaban a la espera de que saliera adelante la Ley CHIPS para aprobarlos o para hacerlos más ambiciosos.
  • GlobalWafers, una compañía taiwanesa, dijo que solo abriría una fábrica de chips de 5.000 millones de dólares en Estados Unidos si el gobierno ayudaba a financiarla.
  • Y TSMC, la mayor empresa manufacturera de semiconductores, está construyendo una planta de 12.000 millones de dólares en Phoenix, Arizona, que está probando ser más costosa de lo previsto. TSMC también ha presionado para que las ayudas gubernamentales se extiendan a firmas extranjeras como la suya.

Una ley de semiconductores en Estados Unidos para contrarrestar a China

La Ley CHIPS jamás habría visto la luz sin el ascenso fulgurante de China en el sector tecnológico, incluida la industria de los semiconductores. La cercanía geográfica con Corea del Sur y especialmente Taiwán, de quienes dicen ser soberanos, se añade a las preocupaciones estadounidenses.

  • Los patrocinadores de la Ley CHIPS han reiterado desde el principio que el propósito principal del proyecto legislativo es mejorar la seguridad nacional.
  • Numerosos senadores contaron a Axios que una de las razones por las que han entendido la urgencia de la legislación se debe a una reunión organizada por la secretaria de Comercio, Gina Raimondo, y diferentes funcionarios de seguridad e inteligencia.
  • Una mayor independencia industrial en materia de semiconductores permitirá evitar posibles disrupciones futuras, sea con crisis actuales como la de suministro o posibles guerras y embargos.
  • Además, la ley cuenta con una serie de guardarraíles que limitan el uso que las firmas de semiconductores pueden hacer de la financiación pública que reciban. Eso incluye expandir plantas en países adversarios como China.

No solo chips

Pero la Ley CHIPS va más allá de los semiconductores. De hecho, de los 280.000 millones de dólares del paquete, solo unos 52.000 irán dedicados a ayudas, subvenciones y créditos fiscales para la industria.

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  • Unos 200.000 millones están dedicados a investigación y desarrollo, potenciando la inversión pública en sectores como la inteligencia artificial, robótica, láseres, agricultura o computación cuántica.
  • También hay miles de millones destinados a la exploración espacial y a la educación, donde pueden encontrarse muchas otras limitaciones para la colaboración con China.

Líderes progresistas como el senador Bernie Sanders critican que la ley recompense ahora a compañías que en el pasado exportaron tantos empleos al extranjero, especialmente a una industria con márgenes de beneficio tan evidentes para el futuro.

Pero si algo demuestra el apoyo bipartidista a la Ley CHIPS, con decenas de legisladores republicanos habiendo votado por ella, es que China es el mayor rival geopolítico de Estados Unidos. Ahora solo falta ver si los miles de millones de dólares se gestionarán lo suficientemente bien como para coger el ritmo que la primera potencia tecnológica global había demostrado estar perdiendo en los últimos años.

Fuentes