Daniel Torregrosa (Murcia, 1969) es un espía en la tabla periódica. Vocal de la Real Sociedad Española de Química, este divulgador lleva décadas buscando el rastro de las moléculas que han dejado su marca en los momentos estelares de la historia. Para bien y para mal. Después de todo… ”todo es química”. Pero suele ser noticia cuando las cosas se tuercen, como ocurrió (literalmente) con la molécula de la talidomida, un fármaco que provocó malformaciones por desconocerse el efecto de ‘un giro’ de sus átomos. O cuando el plomo de la gasolina se vio que estaba envenenando la atmósfera del mundo.
“La historia de la química nos ha regalado investigaciones detectivescas”. Muchas, desentrañando a “los villanos de la tabla periódica, los venenos”. Del arsénico al polonio, son agentes dobles que se han colado a lo largo de los siglos en palacios, alcobas y hasta aviones, como por otro lado destacaba Newtral.es la catedrática de Química Inorgánica de la Universidad de Sevilla Adela Muñoz Páez. Venenos y aliados de (y para) espías que recoge ahora Torregrosa en El olor de las almendras amargas (Menoscuarto).
Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados.
Así comienza El amor en los tiempos del cólera (Gabriel García Márquez, 1985). “Claro, porque se asocia el olor de las almendras amargas al cianuro. Huele como las almendras amargas”, comenta Torregrosa. Una declaración de intenciones sobre su último fetiche divulgativo, los venenos. ¿Son las almendras amargas un veneno del despecho y los espías espiados? “Bueno, esto también le pasa a las pepitas de manzana, tienen amigdalina, una fuente de cianuro. Pero tendríamos que comernos unas cantidades ingentes de almendras amargas para envenenarnos, más de un kilo, dependiendo de lo que peses”.
Definitivamente, la química almendrada no resulta un veneno sutil como los que sí se se han usado entre espías en la larga historia química de Rusia (quizás la más conocida). Pero ser ‘espía’ molecular implica también otras preguntas. ¿Están ya descubiertos todos los elementos químicos que existen estables en el universo? ¿Por qué sólo hay uno (“¡sólo uno, el meitnerio!”) dedicado a una mujer? ¿Se ha usado el espionaje a nivel industrial para robar la fórmula de la cocacola? ¿Existe, por otro lado, un suero de la verdad que hiciera confesar al creador de esa fórmula los ingredientes? ¿Hay, acaso, un suero de la mentira?
Escucha la entrevista completa y la historia del suero de la verdad, las moléculas de izquierdas y derechas y los villanos de la tabla periódica en este capítulo de Tampoco es el fin del mundo, un pódcast narrado, guionizado y sonorizado por Mario Viciosa con la producción de Xulio Rodríguez. Suscríbete en tu plataforma favorita.
- PREGUNTA: ¿Existe o puede existir un suero o máquina de la verdad?
- RESPUESTA: Yo creo que no. Se ha hablado muchas veces del suero de la verdad, de la inyección que consigue que una persona sea sincera. Eso tiene una base real. En 1931 se hicieron experimentos con pentotal, que es un anestésico que se experimentó con embarazadas. Detectaron que hablaban muchísimo y contaban muchas cosas. O sea, provocaba una especie de desinhibición. Y de ahí viene el mito de que esta inyección hace que la gente diga la verdad. Pero no es cierto. Y de hecho las personas mienten.
- P: Entonces ¿desinhibición no es igual a verdad? En la historia de los espías pareciera que sí. Lo imporante es tener una confesión, que hable…
- R: Si alguien ha bebido alcohol sabe que se desinhibe pero también se miente o se fantasea más, de hecho. Pasa también con sustancias como la escopolamina, con ese mito que hay con la burundanga, que realmente lo que te produce la intoxicación brutal. Miente igual que puede mentir conscientemente. Tras una sedación, con otras sustancias con efectos parecidos como el midazolam (la CIA exploró la posibilidad de que se usase entre espías) es posible que se te escape algo de verdad, pero ocurre lo mismo, no se puede controlar. Anestesistas que conozco dicen que los pacientes cuentan barbaridadades, pero claro, y no se lo pueden creer, es un estado a veces de disparate continuo. ¿Cómo separas ahí algo cierto de algo falso? A lo mejor hay que llamar a Newtral.
- P: A lo mejor hay que crear una unidad de verificación química. Pero claro, si no hay suero de la verdad… ¿acaso podríamos tirar de un suero de la mentira?
- R: Bueno hay uno que se convirtió en un gran bulo, sí, podríamos decir que era un suero de la mentira. Es la historia de uno de los químicos más brillantes del siglo XX, como dijo Asimov: Linus Pauling. Premio Nobel de Química y Premio Nobel de la Paz por sus investigaciones y por su compromiso político. Él apostó muchísimo por la vitamina C en dosis muy altas, como antioxidante y como una sustancia necesaria para vivir, como un elixir maravilloso para la eterna juventud, para vivir más años, etc. Murió con esa idea y promocionó muchísimo las dosis altas de vitamina C, creo que recomendaba un gramo al día, una auténtica barbaridad sin evidencia científica. [Suplementar con vitamina C no ha probado ninguna eficacia previniendo resfriados, por ejemplo]
- P: Un gramo… ¿cuántos kilos de cítricos de su tierra son?
- R: Bueno, él no te decía ‘cómete uno o dos kilos de naranja al día’. Él te la daba sintetizada la, como los complementos que se venden como milagrosos. ¡Un gramo es mucho! [Una naranja tiene unos 0,05 mg]. La cuestión, en realidad, es que prácticamente el 99% de esa vitamina C, cuando una persona la ingiere, la va a excretar por la orina, el cuerpo se deshace de lo que no necesita. Sin embargo, como lo dijo un Nobel, el supuesto aval científico… hasta nuestros días. Esto dejó la puerta abierta a la pseudociencia y la anticiencia. Algo que pasó también con otros Nobel, como Luc Montagnier y James Watson, que esparcieron bulos.
- P: Hay otro ejemplo ilustre que recoge en su otro libro Química asombrosa: Kary Mullis, inventor de la PCR a quien en pandemia, el negacionismo atribuyó falsamente que dijo que su invento no detectaba el virus. Pero que sí que dijo que el VIH no provocaba sida. ¿Es posible que este químico abusase de cierta química?
- R: Claro. Son los juegos de la química con tu cerebro cuando se abusa de ciertas sustancias. Contaba él en sus memorias que la idea de la PCR se le ocurrió en un viaje en coche cuando iba pasado de de LSD y parece que ,un mapache verde que bajaba del espacio o algo así, le dijo de todo… Sí, fue Nobel de química por la PCR… qué se le va a hacer. Murió poco antes de ver el gran desarrollo de su obra, poco antes de la pandemia, una de sus herramientas más útiles. Hay gente que dice la verdad pero se le va la cabeza.
- P: Una derivada villana de la ciencia. ¿Cuál es el principal villano de la tabla periódica?
- R: Hay muchos. El arsénico es un villano químico con mucha implantación popular. Se asocia con envenenamientos, con espías, con derrocamiento de regímenes políticos, con suicidios colectivos… Pero el arsénico en estado puro no tiene una toxicidad muy alta. La tienen las sales de arsénico. Tienen mucha literatura y cine. Pero yo creo que son mucho más peligrosos los isótopos radiactivos. El polonio-210 que mató a Litvinenko en 2006, que fue espía de la KGB. Lo puedes llevar en un frasco sin peligro, porque produce radiación alfa, que se frena con una simple hoja de papel. Pero una vez dentro del organismo, produce una muerte lenta.
La historia rusa parece ligada a muchos de estos venenos, con sus espías. Seguramente otros países también han usado la química en este sentido. Pero Rusia tiene un historial importante desde Rasputín. Lo intentaron envenenar con unas pastas con cianuro. No murió con eso. Seguramente por una cuestión de dosis y porque el cianuro se ve neutralizado de alguna manera por la unión a la glucosa [de las pastas y el vino dulce que supuestamente ingirió en una fiesta] con lo cual le estaban dando al mismo tiempo el veneno y el ‘antídoto’.
- P: No es una buena idea intentar envenenar a alguien con cianuro en la cocacola… pero, ¿es verdad que se desconoce su fórmula? ¿No podría un espía industrial hacer química inversa para sacar los componentes a partir de una muestra? ¿O habrá que aplicar un suero de la verdad a sus escasos y secretísimos conocedores de la receta?
- R: Hay un mito que es divertidísimo que dice que sólo dos personas en el mundo conocen la fórmula de la cocacola y que nunca pueden viajar juntas por si tienen un accidente. El origen de esta historia de la fórmula de la cocacola está en un nombre que le pusieron ellos cuando se empezaron a producirla: 7X. El mito surge cuando llegó Coca-Cola a la India. Eran los años setenta y había una ley que obligaba a los fabricantes a revelar el contenido de las bebidas. Decían que ellos no iban a dar su fórmula. Y el resto… puro marketing.
El 7X, con las técnicas actuales analíticas, se puede saber qué contiene y qué no contiene. En el fondo, ya sabemos que el 99% es agua. Y el 1% restante, colorante y aromas (además de azúcar o edulcorantes). En la proporción de azúcar y las esencias está la diferencia entre marcas. En todo caso, yo recomendaría estas bebidas con moderación. Y que si decides tomarte un refresco o zumo, no sea por la vitamina C.