Más allá del debate de las pantallas: lo que el fin de la escritura a mano hace con nuestro cerebro

La escritura manual se sigue enseñando en la escuela, pero en entornos cada vez más digitales | M.V.
La escritura manual se sigue enseñando en la escuela, pero en entornos cada vez más digitales | M.V.
Tiempo de lectura: 10 min

Poco antes de la pandemia, la venta de cuadernillos de escritura Rubio empezó a subir. Se disparó en pandemia y se produjo un verdadero efecto contagio entre adultos al calor de la moda del lettering (caligrafía artística), que se viralizó durante el confinamiento. La escritura a mano parecía reflorecer impulsada por sus grandes enemigas: las omnipresentes pantallas. Pero la realidad es que en los últimos 20 años, las teclas físicas o proyectadas han ido comiéndose al boli y papel. Cerca del 75% de la población mundial, que es la que tiene un móvil inteligente, escribe antes en un teclado que en una libreta. Y la infancia lo está acusando. ¿Está a punto de nacer la última generación que escriba a mano con soltura?

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Este escenario, a día de hoy, quizás sea exagerado. Al menos así lo piensa el editor y lingüista José Antonio Millán (autor de Los trazos que hablan). “Hay que pensar que hay una parte del mundo en donde no están extendidas ciertas tecnologías ligadas a teclados”. Como especie, los sapiens “llevamos muchísimo más tiempo sin escribir a mano que haciéndolo”. Apenas unos 5.000 años de los alrededor de 100.000 que sumamos poblando la Tierra. “No es algo innato”. Y, sin embargo, para algunos estamos en las postrimerías de abandonar –quizás para siempre– una habilidad ahogada en ordenadores, móviles e IA al dictado. ¿Cómo afecta esto a los no ya nativos digitales, sino a los nativos algorítmicos?

En 2021, Karen Ray (Universidad de New Castle de Australia) hizo un experimento. Desplegó una prueba de motricidad a chavales de unos 5 años. Un grupo había crecido con tabletas o móviles. Otro grupo no y tendía a inclinarse por la escritura a mano. Pues bien, la destreza manual en ambos grupos resultó similar. Daba igual si estaban más o menos acostumbrados a sostener el lápiz para hacer letras. Pero –sorprendentemente o no– quienes se criaron esencialmente con tecnología digital tenían peores competencias motoras (coordinación, precisión, equilibrio, agilidad, fuerza, etc.). Dicho de manera muy simplificada y vulgar, eran más torpones.

Para la doctora Ray, seguramente se deba a que el tiempo que dedicaron durante su crianza a sostener la tableta o el móvil no se dedicó a agarrar lápices o rotuladores (no necesariamente para escribir letras). Y eso nos da idea del efecto que, en general, tiene el aprendizaje y práctica de la escritura a mano en el desarrollo y el cerebro. Aunque nada es del todo categórico en este terreno.

Con la escritura manual el cerebro es más activo, pero ¿hasta qué punto importa?

Parece que aún no ha nacido la tecnología que dé la estocada definitiva a la escritura a mano. En 2015, Microsoft se puso en contacto con la neurocientífica y psicóloga noruega Audrey van der Meer (NTNU) y su equipo. La empresa iba a lanzar su tableta Surface y les pidieron hacer un experimento. “Querían saber cómo cambiaba la actividad cerebral, medida en un electroencefalograma, según si el usuario utilizaba el stylus (boli digital) que viene con la tableta o si se valía un boli convencional para escribir”, explica la doctora a Newtral.es. Ya entonces “detectamos que el cerebro es mucho más activo cuando se da la escritura a mano [convencional]”.

Frente al teclado o el ‘stylus’, “detectamos que el cerebro es mucho más activo cuando se escribe a mano de forma convencional

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Pero que sea genéricamente más activo, ¿hasta qué punto es importante? Hay literatura científica al respecto, pero no es del todo concluyente como para alarmarse ante el declive de la escritura a mano. De cuanta ha estudiado y recopilado Millán, el lingüista sí saca alguna conclusión: “El abandono de la escritura a mano es reciente y no sabemos qué pasará en dos o tres generaciones. Pero está ligada a unas habilidades de motricidad fina y cognitivas (el reconocimiento de letras, el recuerdo de palabras y la lectura) porque a mano estás deteniéndote más en lo que escribes. Eso no quiere decir que, dejándola de lado, no adquiramos otras habilidades”.

De esta opinión es la investigadora Svetlana Pinet (Centro Vasco para la Cognición, Cerebro y Lenguaje). Aunque reconoce el valor de la escritura a mano, no cree que se haya podido demostrar que se aprende mejor cuando se manuscribe, frente a usar un teclado, que también implica procesos complejos a nivel neuronal, sobre todo si se usan más de dos dedos.

Pinet cree que “la mecanografía podría implicar procesos similares a los de la escritura y el habla”, a pesar de sus limitaciones. Antes de pulsar cada tecla, de manera fugaz, el cerebro tiene que entrar en procesos de decisión complejos, aunque están por analizarse –reconoce– los vínculos con los modelos cognitivos que se conocen, para compararlos con los de la escritura a mano.

Van der Meer sí es algo más categórica: “Nuestros hallazgos de 2024 muestran más conexiones en áreas cerebrales asociadas con el aprendizaje y la memoria cuando se escribe a mano”. Su país fue de los primeros en introducir tabletas en educación infantil. El alumnado noruego, en muchas escuelas, empieza a escribir sobre una pantalla y está acostumbrado a hacer los deberes en ordenador o tableta.

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A su juicio, se están perdiendo algo más, puramente sensorial: escuchar cómo se desliza el lápiz o el rotulador sobre el papel. Eso también activa otra parte del cerebro. Las teclas también suenan, pero todas igual, no acompañan a su forma. Que esto del sonido sea beneficioso en sí tampoco está probado.

Lo que sí se sabe es que cuando se le pide a un escolar narrar algo por escrito (no copiarlo), no hay demasiadas diferencias entre hacerlo a mano o a tecla, al menos en lo que a errores ortográficos se refiere. Sí es curioso que se cometen menos errores con la escritura manual si se trata de copiar. Una vez más, “seguramente entre en juego el factor de la atención”.

La importancia de la caligrafía

En China están observando con preocupación cómo su alumnado pierde destreza en caligrafía. Un escribiente avanzado puede llegar a manejar unos 8.000 caracteres en chino, uno de los sistemas gráficos más complejos del mundo. Cada trazo sigue un orden y tiene sus matices significativos. El creciente uso de teclados y dictado está complicando el proceso de aprendizaje y, lo que es peor: los adultos se están olvidando de cómo escribir bien.

Caligrafía china
Caligrafía china |  Leungchopan

En 2021, un grupo de investigadores de China publicó en Language Sciences que ya existe una amnesia de hasta el 42% de los caracteres. Y hasta un 6% de universitarios ha olvidado buena parte de la caligrafía tradicional.

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Si en China se replantean reforzar la enseñanza de trazos, en los países con sistemas provenientes del alfabeto latino el debate es si volver a la caligrafía escolar de cuadernillo: o sea, la letra cursiva ligada, sin levantar el lápiz entre caracteres. La editorial que inventó en los años cincuenta los cuadernillos españoles de caligrafía acaba de sacar su primera edición para que los más pequeños usen directamente letras no ligadas, de palo. Su propuesta es facilitar el aprendizaje de la escritura “en su presentación más común”, la de las pantallas, y considerada por algunos expertos “más accesible y eficiente”.

Hay estados que abandonaron la enseñanza cursiva y proponen directamente la tipografía de imprenta (aunque sea a mano). “A veces son modas pedagógicas de ida y vuelta”, reconoce José Antonio Millán. “Hay paradojas porque la letra ligada es más rápida que la de palo, levantando el bolígrafo”.

Ese escribir de corrido es algo que defiende Van der Meer: ”Quienes han aprendido a escribir y leer en un teclado tienen dificultades para distinguir entre letras que son imágenes especulares, como la b y la d, y la p y la q”. Un problema que, con todo, también se da “entre escolares que han aprendido directamente a escribir a mano con letras de imprenta si tienen algún trastorno del lenguaje”, apostilla Millán.

La mala letra de un médico terminó en lesión ocular

En 2018, la mala letra médica hizo que una mujer de Glasgow (Reino Unido) que padecía sequedad ocular recibiera en la farmacia un envase de Vitaros, recetado supuestamente por su médico. En realidad, en la receta eso parecía haberse prescrito. Pero la intención del doctor con mala letra era la de recetar VitA-POS, un lubricante ocular. El problema es que Vitaros, lo que recibió la paciente, es un medicamento contra la disfunción eréctil.

La paciente terminó con irritación ocular y conjuntivitis. Por fortuna, recuperó la visión normal tras prescribirle antibióticos, esta vez, con mejor letra.

Comoquiera, está bastante estudiado que aprender buena caligrafía en la escuela no garantiza que mantengamos la buena letra con el paso del tiempo. De hecho, se tiende a alternar la cursividad con la tipografía de imprenta “porque se nos olvida cómo ligar ciertos caracteres, como una d con una o”. Pero la cursividad define mejor nuestra personalidad caligráfica, que bebe de aquello que nos enseñaron en el cole. Especialmente si terminamos ejerciendo… la medicina.

No sólo los médicos: “Los varones en posiciones de autoridad o poder escriben peor que el resto”

La mala letra de médico no es un mito. Está demostrado que hay una clara tendencia a tener una pésima caligrafía y legibilidad, pero no en toda la profesión clínica. “Se ha visto que es un rasgo de los varones en posiciones de autoridad o con cierto poder, que escriben peor que el resto de los mortales”. Paradojas de la historia. Los escribas del antiguo Egipto, verdadera casta y autoridad, estaban en lo alto del escalafón social justamente por su maestría en el trazo.

Escritura a mano para detectar textos hechos con IA

Si en España los cuadernillos Rubio de escritura o caligrafía siguen más vivos que nunca, en Estados Unidos han vuelto los llamados Blue Books. Se trata de cuadernillos para exámenes escritos a mano usados desde hace más de cien años en secundaria. Con cada vez más trabajos e incluso exámenes hechos a ordenador, en enseñanzas medias y superiores, el profesorado está volviendo a la evaluación manual por un motivo: es (casi) la manera más fiable de asegurarse que un texto es producido por un humano concreto y no una inteligencia artificial.

Algo así pasó antes. Por ejemplo, con las calculadoras científicas avanzadas. Llegó un momento en que era fundamental evaluar la destreza para elaborar una gráfica a mano, por ejemplo. Pasó con el copia-pega de las enciclopedias electrónicas, como la Encarta. A medida que la IA se ha vuelto una cooperadora necesaria de los trabajos escolares o universitarios, la escritura a mano se está convirtiendo en un particular test de Turing analógico. Aunque nadie sabe si tendrá por delante otros 5.000 años más, como los que le preceden de historia.

Fuentes

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