Ya no se escriben cartas: epílogo de una forma de comunicación en extinción

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Hace algo más de dos décadas, Félix Moreno era un adolescente que corría cada mañana de sábado hasta la oficina de Correos de Pelayo -una pedanía con apenas 800 habitantes, situada sobre una montaña y dividida en dos por una carretera nacional- a preguntar si había llegado alguna carta a su nombre. Cuando había suerte, Félix abría aquellos sobres escritos a mano como quien tiene un tesoro. Desde las líneas de esas cartas le hablaba Tere, una chica valenciana, si mal no recuerda, que se convirtió en una amiga por correspondencia. 

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Todo empezó en 1999, cuenta Félix. Usó uno de esos espacios que habilitaban las revistas a los fans para escribir una carta pidiendo a quienes hubieran coleccionado material de las Spice Girls, su grupo adorado, y ya no lo quisieran que se lo hicieran llegar.

“Un día vino la cartera con unas sesenta cartas de todas partes de España cargadas de material: recortes, posters, fotos… Me pilló por sorpresa”, explica. Los tiempos del correo postal son insondables, y Félix ya casi había olvidado que envió aquel anuncio. Y así conoció a Tere. “No tenía mucho que ver conmigo, pero nos entendíamos muy bien. Hablábamos de música, de series y de lo incomprendidos que éramos. Con ella era bastante libre para hablar de lo que quisiera: creo que fue la primera persona con la que hablé de chicos”, cuenta Félix.

En tiempos de Internet, WhatsApp y redes sociales, los amigos por correspondencia son una especie en extinción, como lo es escribir cartas en sí mismo. Casi ocho de cada diez españoles aseguraban no haber recibido ninguna carta personal en los últimos seis meses, según el Panel de hogares de la CNMC de 2021. El porcentaje está en su máximo histórico y crece cada año: parece cuestión de tiempo que llegue a cien. ¿O no?

Escribir cartas, en peligro de extinción

“Tiene bastantes posibilidades de desaparecer o de convertirse casi en una pieza arqueológica: todavía hay quien escribe como una forma de deferencia, pero de forma muy casual. Como la práctica generalizada que era hace unas épocas, tiene pocas posibilidades de supervivencia”, explica el historiador Antonio Castillo, que es experto en historia social de la escritura. Junto con su equipo, trabaja investigando cinco siglos de correspondencia para extraer los pedazos de Historia que cuentan las historias en ellas recogidas. 

Una de las cartas sobre las que están investigando son las que se envían cada Navidad a los Reyes Magos. Desde principios del 2000, alguna oficina de Correos les hace llegar estas misivas para su archivo, pero en los últimos años el número que les llega está descendiendo mucho. “Si incluso esa carta, que tiene una ritualidad enorme, prácticamente está desapareciendo…”, dice Castillo.

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Para Rocío Moreno, miembro de la Real Academia Hispánica de Filatelia e Historia Postal, “las cartas entre particulares seguirán utilizándose pero en muy poca medida, y pueden llegar a desaparecer”. La experta insiste en que la carta postal sigue viva para la comunicación con los organismos oficiales, y los datos le dan la razón: si el 77,2% de los encuestados decía no haber recibido ninguna carta personal en los últimos seis meses, cuando se trata de notificaciones administrativas y judiciales ese porcentaje baja al 57,5%. Y si hablamos de cartas procedente de una empresa, cae hasta el 43,5%, especialmente si son facturas. Todos estos datos están recogidos en el informe anual del sector postal de la CNMC, que concluye que las cartas enviadas en 2021 -1.732 millones- han sido un 7,6% menos que en 2020, y el mercado se ha reducido a la mitad en los últimos 9 años. 

De lo pausado a lo instantáneo: nuevas formas de comunicación

Si la carta es una conversación entre ausentes, la tecnología ha traído herramientas que hacen mucho más fácil conversar desde la distancia. Sin embargo, hay algo en el género epistolar, en esa forma de comunicación, que es insustituible: la espera, la pausa o la reflexión frente a las nuevas formas de comunicación instantánea. 

¿Qué pasó con Félix y Tere? “Cuando tuvimos teléfono móvil la cosa se enfrió y dejamos de escribirnos. Supongo que al tener acceso a más personas y más cercanos de una forma tan cómoda, perdió el sentido seguir escribiéndonos”, cuenta Félix. “Nunca la he buscado en redes sociales porque no recuerdo su nombre completo y prefiero quedarme con ese recuerdo”. Y luego añade, bromeando: “Tiene por escrito cosas de las que posiblemente hoy me avergüence mucho”. 

La nostalgia de aquellos ‘amigos por correspondencia’ ha llegado a los teléfonos inteligentes. Con el sugerente nombre ‘Slowly’, se ha puesto en marcha una aplicación “para aquellos que desean tener conversaciones más profundas en la era de la mensajería instantánea”. Se escriben cartas como antaño, aunque se envían a través de la red. De hecho, la aplicación reproduce incluso los tiempos de espera que conlleva el correo postal para recibir la misiva, y permite coleccionar los sellos de los envíos que se van recibiendo. “Esperamos conectar personas de todo el mundo a un ritmo más lento pero mejor”, dice la aplicación.

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Félix ya no escribe cartas. “Vivo a toda prisa, a mil cosas a la vez y no tengo nada tan importante como para decirlo escribiendo a mano, prefiero llamar por teléfono”, explica. “El día que me case, si lo hago, si me gustaría mandar las invitaciones por carta y escritas por mi una a una, pero por un gesto de nostalgia”.

Ahora se escribe más que en cualquier otro momento de la historia. Pero no se escriben cartas. Y parte de su encanto son la pausa que hay que tomarse para escribirlas. Crean ese espacio de reflexión, de intimidad y de confidencias. “La carta manuscrita, o incluso a máquina y ordenador, requería un tiempo de escritura, que estás dedicando a la persona a la que escribes”, señala Castillo, “pero estamos asumiendo que esos tiempos desaparecen por los ritmos de nuestra vida y relaciones humanas excesivamente líquidas”. Para Castillo, esto podría llevarnos a pensar “si queremos seguir viviendo como lo estamos haciendo”.

1 Comentarios

  • Yo odio las R. R. S. S. Escribí una carta durante 6 meses y fue corregida 4 veces, tenía que entregarla en julio del año pasado, pero no se pudo, luego en septiembre pero tampoco se pudo y finalmente el 25 de diciembre fue posible, me sentí aliviada. Inicialmente la misma era de una pag. Conforme pasaba el tiempo y circunstancias también, es que la misma se extendió a 6 pagos. Ahora en marzo del 2024, aun no tuve contacto directo con la remitente. A quien quiero y extraño.