Llega la era de la inteligencia artificial para ‘leer la mente’ (aunque no lo hará si no cooperas)

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Año 2009. El neurocientífico Craig Bennett se dispone a hacer un experimento único: comprobar si un escáner puede leer la mente de un sujeto. No existen entonces, aún, aplicaciones de inteligencia artificial adaptadas. Mostraron al paciente fotos de humanos en actos sociales. Y en las imágenes que devolvía la resonancia magnética empezaron a emerger ciertos destellos en su cerebro. En teoría, bastaría con ‘unir los puntos’ para dar con patrones sobre qué tipo de emociones o pensamientos pasaban por la cabeza de aquel sujeto del experimento.

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¡Las resonancias magnéticas podrían servir para leer el pensamiento, eureka! Bien… si no fuera porque el paciente de Bennet era un salmón. Habían hecho una resonancia al cerebro de un salmón muerto comprado aquella misma mañana en un mercado de Dartmouth. El estudio de Bennet se llevó un premio IGNobel y sirvió para demostrar cuánto podemos llegar a malinterpretar los datos de un escáner.

Pasan diez años. 2019. El gigante de las redes sociales Facebook (ahora, Meta) anunció su plan para crear un dispositivo que lea las ondas cerebrales para permitir escribir con solo pensar. Elon Musk, a la par, dio un impulso a su compañía Neuralink para conectar ‘la mente’ a los ordenadores. Si la serie Black Mirror se estrenó en 2011 y dibujó un mundo en que la inteligencia artificial y los dispositivos que leen la mente conviven con soltura, llegamos a un 2023 postpandémico en pleno boom de tecnologías que ligan cerebros y máquinas. Y de algoritmos y redes neuronales capaces de poner palabras a nuestros pensamientos. Pero están muy lejos de parecerse a una distopía de HBO.

Arnau Espinosa trabaja en el terreno contrario: el de lo utópico, tratando de que se haga realidad lo mejor de estas tecnologías. Está al frente de proyectos de neuroingeniería en el centro Wyss de Suiza. Él es especialista en ‘leer la mente’ mediante implantes, ideados para personas que han dejado de poder articular palabras o mover ningún músculo. “Estamos muy lejos de los conceptos de ciencia ficción, de conectar un sistema al cerebro y monitorizar todas sus capas”, asegura por videoconferencia. “Hoy por hoy nos queda mucho por descubrir”, asegura respecto al último órgano que se nos resiste.

No obstante, la inteligencia artificial lleva años echando una mano en lo que llamamos ‘leer la mente’ con fines terapéuticos. “Hay dos líneas principales. La más trabajada intenta descodificar intención de movimiento, control de músculos, de manos, pies… y luego transmitirla a un dispositivo que ande para ti o a un ordenador, incluso para controlar un ratón o un puntero”.

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Pero la irrupción de mejores algoritmos y modelos de lenguaje como GPT ha abierto una segunda línea que está atrayendo a muchos investigadores: “La codificación del lenguaje. Estamos aprendiendo sobre el propio cerebro humano y su relación con el lenguaje”.

El descodificador del cerebro, cuando GPT pone palabras a lo que piensas

La idea de descodificar el cerebro es antigua. Pero la irrupción de la inteligencia artificial ha acelerado avances. Primero, buscando revelar las imágenes que pasan por la cabeza a las personas. En 2011, Jack Gallant, neurocientífico de UC Berkeley (EE.UU.), consiguió que un algoritmo representase –más o menos torpemente– imágenes mentales que tenían voluntarios que asistían a fotos que se les presentaban. Incluso, funcionó con películas de estreno (ya se había conseguido hacer antes con pelis que la persona había visto con anterioridad). La cuestión es que ‘ver’ como ve el cerebro es interesante, pero no está claro que tenga una utilidad terapéutica. No se pueden ‘ver’ los pensamientos con una máquina a través de su pantalla. Se ve, en todo caso, lo que la persona está viendo en ese momento.

Lo más interesante de leer la mente está en el lenguaje. Hace unos días, un equipo de la Universidad de Texas presentó un dispositivo basado de inteligencia artificial capaz de hacer algo parecido a leer la mente. En realidad, es capaz de descifrar los pensamientos que subyacen a ciertas frases, y construir oraciones completas explicando o describiendo algo. Sólo con pensarlas, a través de una resonancia magnética del cerebro, la máquina interpretaba, con sus propias palabras, qué quería decir la persona voluntaria.

Tras este invento está el neurocientífico Alexander Huth. No se trata de un oscuro doctor embatado, reclutado por un laboratorio militar secreto, en medio del desierto texano. Tampoco se espera que tras este método para leer la mente con inteligencia artificial se esconda un proyecto que ansían los rusos o los chinos. Publicado todo con pelos y señales en Nature Neuroscience, Huth y sus colegas reconocen que este invento no funciona para introducirse en tus pensamientos. Y eso que lo intentaron.

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La ‘máquina’ de Huth puede leer la mente. Tu mente, en concreto, tras el entrenamiento de la inteligencia artificial, que usa el modelo GPT –que es el motor del popular chat de libre acceso–. Pero, ¿puede leer cualquier mente? ¿Puede poner palabras a las resonancias magnéticas de cualquier cerebro? Huth lo descarta… “por ahora”.

La inteligencia artificial de Huth se entrenó a base de escuchar unos pódcast. En realidad, lo escucharon tres personas voluntarias. Huth les puso durante 16 horas varios capítulos de narraciones sonoras y, mientras los escuchaban, les hizo una resonancia magnética. También se midió la oxigenación de sus cerebros. De esa manera –no invasiva– podían ver qué zonas del cerebro ‘se iluminaban’, tenían más actividad.

Hasta ahí, nada nuevo. Pero, tratándose de pódcast narrativos, ¿realmente había zonas del cerebro que se activaban de forma muy precisa ante unas u otras palabras? Lo cierto es que vieron que sí. De modo que pudieron relacionar un determinado ‘dibujo’ del cerebro con diferentes conceptos que se iban narrando. Y quien dice conceptos, dice palabras, pensaron. Les funcionó también con proyecciones de vídeos mudos. Pero, ¿pensamos todo el mundo igual? ¿Podríamos leer la mente de cualquier persona?

No, una inteligencia artificial no puede leer tu mente por ahora, si no quieres

Gracias a la inteligencia artificial GPT, más que ‘leer la mente’, le puso texto. “Generamos secuencias de palabras, de modo que las respuestas predichas bajo nuestro modelo cerebral se parecieran lo más posible a las respuestas reales registradas”, asegura Huth, en un encuentro con medios. O sea, que la palabra ‘coche’ escuchada en un pódcast se corresponda con la palabra ‘coche’ o ‘auto’ pronunciada por GPT, cuando ve la imagen del cerebro del oyente.

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El estudio utilizó imágenes de resonancia magnética funcional para descodificar los pensamientos de las personas.

Pero eso sólo funciona con ese usuario concreto. “Descubrimos que no se puede entrenar un descodificador en una persona y luego ejecutarlo en otra persona. La descodificación requiere datos de entrenamiento del usuario específico”, dice Huth. “Nos tomamos muy en serio las preocupaciones de que pueda usarse con malos propósitos”, asevera contundente otro colega de Huth en el experimento, Jerry Tang.

Para asegurarse, pidieron a los participantes que contaran de siete en siete, nombraran animales o se inventaran una historia mientras escuchaban relatos. Tremendo combo mental, inexpugnable para GPT. Según los autores, esta es la prueba de que una inteligencia artificial no puede leer la mente de alguien sin su cooperación. Aunque no es menos cierto que esto se ha probado con apenas seis personas. “Por supuesto, todo esto podría cambiar a medida que la tecnología mejore”, matiza Tang. “Por eso creemos que es importante seguir investigando las implicaciones de privacidad de la decodificación cerebral y promulgar políticas que protejan la privacidad mental de cada persona”.

Privacidad mental, una llamada de atención para lo puede venir

Especialistas en neuroética están divididos sobre si el último avance representa una amenaza para esa privacidad mental. “No llamo al pánico, pero el desarrollo de tecnologías sofisticadas y no invasivas como esta parece estar más cerca de lo esperado”, dice el bioeticista Gabriel Lázaro-Muñoz de la Facultad de Medicina de Harvard en Boston (EE.UU.). “Creo que es una gran llamada de atención para los políticos y el público”.

En un artículo en Nature, publicado al hilo del último avance de Huth, varias personas expertas ponen el foco en la manera en que se use, más que en las capacidades de un supuesto y futuro descodificador de la mente portátil. Adina Roskies, filósofa de la ciencia de la Universidad de Dartmouth New Hampshire (EE.UU.), dice que la tecnología es demasiado difícil de usar y demasiado inexacta para representar una amenaza en la actualidad. “No creo haya que empezar a preocuparse –dice–, hay muchas otras formas en que el gobierno puede saber lo que estamos pensando”.

En la misma línea, Arnau Espinosa recuerda que ya hay maneras clásicas de ‘leer la mente’ sin inteligencia artificial y con inteligencia humana. La observación de, a veces, sutiles cambios en el tono de voz, el sudor, las pupilas… leer el estado de ánimo o la ironía. Cualidades que traemos de serie (con suerte) los humanos funcionales y que podemos entrenar con mayor o menor tino.

Greta Tuckute, neurocientífica cognitiva del Instituto Tecnológico de Massachusetts (EE.UU.), considera alentador que el sistema de descodificación no se pueda intercambiar entre individuos y que las personas puedan engañarlo fácilmente pensando en otras cosas. “Es una buena demostración de cuánta agencia tenemos en realidad”, dice ella.

Del lado positivo, David Rodríguez-Arias Vailhen, profesor de Bioética en la Universidad de Granada, mira a un futuro más allá de lo terapéutico: “Algunos músicos matarían por poder transcribir las notas de las melodías que imaginan mientras sueñan ¿No sería fabuloso que existieran máquinas para leer la mente y transcribir el pensamiento?”. Como expresa en el SMC de España, estas máquinas aún no existen, por más que haya anuncios como este, “que no están mal”.

Dicho esto, también es filosóficamente cauto. “Nuestra mente ha sido hasta ahora la guardiana de nuestra intimidad. Este hallazgo podría ser el primer paso para que en el futuro esa libertad se viera comprometida. Más nos valdría entonces soñar solamente bellas melodías”, concluye.

Fuentes

 

4 Comentarios

  • Siento ser tan pesao pero quien lo llegó a pasar como salieron de ello. A mi me hacen estar con pastillas y que nadie me cree , es como si no existieran y fueran fantasmas , si les hago algo y luego me suicido dejarian a mi familia en paz o seguirían como cuando fue la muerte de mi hermano ,venganza es lo que pido desde enero llegó aguantando gracias

  • A mi me paso lo mismo y me causaron mucho terror. Casi me volvieron loca y lo peor es que nadie que aceptar que esa tecnología existe y esta violando mi privacidad y la privacidad de las personas que me rodean.

    • Hola , no eres la única por lo que lo está pasando , yo lo tengo arriba de mi casa,es un piso y en verdad piensas en cosas malas por que te lo hacen creer cosas que ni son verdad , que podría hacer ,matar-los a quien los hacen por que se quien son?

  • Buenas tardes la verdad yo escucho boses que me hacen saber que ellos ven lo que estoy pensando o viendo y la verdad no me dejan em paz que puedo hacer en ese caso