¿Cuándo este calor veraniego dejó de ser normal? Para responder a esta pregunta viajamos en el tiempo y en el espacio. Nos vamos a Paleoceno… y a la Vizcaya actual.
Ellen Thomas (Hengelo, Países Bajos, 1950) llega a Bilbao, admirada por el potencial transformador de la gente “cuando se pone de acuerdo”. Esta ciudad es un buen ejemplo de “adaptación a una realidad que cambia abruptamente –la reconversión industrial–”, señala mientras recalca la belleza y amabilidad de una ría que hace pocas décadas era sucia y hostil. “Por desgracia, en otras partes del mundo, seguramente la adaptación sea aún mucho más difícil”, dice esta profesora de Yale y Wesleyan (EE.UU.) especializada en el cambio climático del pasado.
Thomas nació en un país que, literalmente, está bajo las aguas del mar. Quizás por eso es especialmente sensible a este efecto de la actual emergencia climática. “Si el nivel de las aguas sube y Manhattan queda bajo el mar… no hay opción si el agua está por encima [de tu cabeza]”. Salvo un esfuerzo en infraestructuras monumental, con un coste desproporcionado. Al menos, respecto a su tierra natal, que lleva nueve siglos en un pulso equilibrado contra las aguas. Ahora no contamos con tanto tiempo.
Su visita a España la lleva al Palacio Euskalduna, donde recoge el Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA, con la participaciónd el CSIC, junto a su colega paleoclimatólogo James C. Zachos. Ella fue la primera en advertir que ya hubo un cambio climático pasado. En concreto, hace unos 56 millones de años, en un evento que bautizaron como Máximo térmico del Paleoceno-Eoceno.
Ya ha ocurrido… y salió mal: Lo que el pasado nos dice del cambio climático futuro
Vamos con los hechos. El efecto invernadero generado en el llamado Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno (PETM, en inglés), ocurrió hace 56 millones de años. Ocurrido en un pasado lejano que dejó huella en los fósiles, es comparable al actual cambio climático provocado por la quema de combustibles… fósiles (petróleo y gas, sobre todo). Su descubrimiento ha sido determinante para afinar los modelos que se utilizan hoy en día para proyectar la evolución futura del clima, según aclara Laia Alegret (Universidad de Zaragoza, Real Academia de CC. Exactas, Físicas y Naturales), que nominó a Thomas para el Premio Fronteras del Conocimiento.
“Ha sentado las bases para los modelos de predicción”, dice Alegret, quien añade que el PETM se considera la mejor analogía en cuanto a emisiones de carbono, subida de las temperaturas y acidificación de los océanos.
James Zachos corroboró lo descubierto por Thomas con sedimentos obtenidos en Wyoming (EE.UU.). Existía una perturbación notable en el isótopo del carbono-13 que parecía indicar que se habían liberado grandes cantidades de este elemento a la atmósfera en períodos de tiempo muy breves a escala geológica. “La física no miente”, dice a Newtral.es Ellen Thomas, quien nos recibe en Bilbao.
“Ya no sé cómo lidiar con los negacionistas. Son como los creacionistas”
- PREGUNTA: ¿Qué les dice a quienes usan sus estudios sobre el cambio climático pasado para negar la emergencia actual?
- RESPUESTA: Bueno, es un asunto que usan todo el rato. Dependiendo de quién lo planteee digo que: o bien es una completa estupidez o bien está mal considerada la cuestión. Porque la cuestión principal es que el cambio climático no es un problema para el planeta. El planeta existe desde hace 4.650 millones de años. Ha hecho mucho más frío. Ha hecho mucho más calor. Y, de hecho, no hay ningún problema al respecto. El problema es para las sociedades actuales y sus infraestructuras, que antes no existían.
- P: ¿Cree que algunos discursos (y políticos) negacionistas se han vuelto seductores para una parte de la sociedad, por parecer rebeldes frente a ustedes, portadores de malas noticias?
- R: Como dice un amigo mío, la física no miente (…) no todo el mundo acepta que haya una realidad ahí fuera. Pero, ya sabes, existe la gravedad. Si me tiro por esa ventana, me caeré. El negacionismo climático es como negar eso. Si hay un cierto nivel de CO2 en la atmósfera, causará una cierta cantidad de calentamiento; y así es como funciona esto. Y tú puedes rebelarte y negarlo. Pero eso no te va a ayudar.
De verdad, no sé ya cómo lidiar con los negacionistas. Es muy desalentador que en este momento haya tanta negación de la ciencia, ya sea desde la derecha o desde la izquierda por diferentes razones, pero existe y se ve. Y eso que yo trabajo con fósiles microscópicos. Desde que me mudé a EE.UU. he tenido que lidiar con creacionistas. Y muchas veces son los mismos negacionistas. Las mismas formas de argumentar y no hay forma de apaciguarlos.
- P: ¿Cuáles cree que son las principales amenazas actuales frente a las de hace 56 millones de años?
- R: Un ejemplo sencillo: yo vivo en Connecticut, que tiene una costa relativamente larga y justo durante las últimas glaciaciones y los periodos interglaciares, el nivel del mar ha subido y bajado. Como resultado, los bosques y los incendios se han desplazado hacia el interior. Esto antes no era un problema. Sin embargo, ahora ahí tenemos una autopista, tenemos ciudades. Este desplazamiento puede ser posible para los ecosistemas, pero no para nuestra infraestructura. Somos nosotros, los humanos, nuestros intereses, los que estarán en problemas. Nuestros negocios, dónde viviremos. A la Tierra eso no le preocupa.
- P: Usted es de los Países Bajos. La tecnología pudo responder al reto de vivir bajo el nivel del mar. ¿Y ahora?
- R: En los Países Bajos somos bastante conscientes de que cualquier cosa que mueva el nivel del mar va a ser un problema para la sociedad. De nuevo, no lo será en absoluto para el planeta. No nos corresponde a nosotros decir si queremos dar por perdidas zonas como estas o Manhattan. Si el nivel del mar va a subir, no habrá elección.
- P: Específicamente, en un territorio como España, ¿qué podemos esperar del clima futuro ante el cambio climático pasado?
- R: España tendrá problemas con las sequías y las inundaciones. Creo que ya los tienen, como muchos otros países. Y el segundo aspecto son sus zonas agrícolas. En muchos casos, cultivos que han estado utilizando durante miles de años ya no serán estables en los lugares donde estaban acostumbrados a cosecharlos. Eso significará que habrán de adaptarse a los alimentos que se cultivan localmente. Tendrá una repercusión en las tradiciones sobre lo que nos gusta comer.
Quizás haya que adaptarse a nuevas zonas agrícolas, moviéndose fuera de las fronteras propias. Si lo pensamos, los países del mundo no existen. Así que no importa si las zonas de vegetación cambian, pero por ejemplo, para Europa occidental puede suponer un cambio en las personas que sienten profundamente su cultura y cómo está vinculada a su agricultura. Una vez más, si esas zonas cultivables empiezan a desplazarse de un país a otro, no será un problema para el planeta (ha ocurrido antes), pero sí para la gente. De nuevo, si pensamos que las sociedades deben ser resilientes, podemos pensar en cultivar plantas diferentes que funcionen en climas distintos.

- P: ¿Dejará de ser España la huerta de Europa?
- R: No estoy familiarizada con el tipo de cultivos específicos. Quizás es posible hacer esa transición. Soy científica del clima, no me dedico a las ciencias sociales. Pero una de las cosas de las que un científico se da cuenta es que siempre hay detalles que resolver. La evidencia científica existe desde hace varios años y hemos celebrado todas esas conferencias del clima, [informes del] IPCC… Estamos hablando de todo esto y el CO2 sigue subiendo [se baten récords acumulados todos los años] Y de alguna manera ya no depende de los científicos, sino de la reacción humana a los hechos científicos.
Bilbao es un ejemplo interesante, a otro nivel, porque la gente tuvo que adaptarse a un tipo de entorno muy diferente, de una ciudad industrial a una ciudad más vinculada a las artes y cosas por el estilo. Así que es claramente posible para las sociedades humanas hacer esta transición de un tipo diferente de entorno, una forma diferente de ganarse la vida, una forma diferente de ganar su
dinero. - P: ¿Guarda algo de optimismo?
- R: Oh, no. No soy optimista. Parece que todos subestiman lo mal que pueden ir las cosas. Quiero decir… intentas ser cuidadosa, intentas no exagerar… pero casi todos pensamos que hemos estado subestimando la cantidad de tiempo que pasaría antes de que llegáramos a una fase específica del calentamiento climático.
Pero hay gente que no está de acuerdo conmigo. Hay gente más optimista [en el ámbito científico]. Confían en eliminar CO2 de la atmósfera y hay varias maneras de hacer eso. En mi opinión, es muy difícil ampliarlo a una escala y un ritmo que vayan a ser funcionales. Pero, ya sabes… puedo estar equivocada.
Excelente artículo