La desinformación planea sobre las elecciones en Kenia (y sobre la paz)

la desinformación en las elecciones en Kenia
Seguidores de William Ruto en Nairobi, Kenia, el 06 de agosto 2022. EFE/EPA/Daniel Irungu
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“A diferencia de lo que ocurrió en 2017, donde la información falsa se difundió con cuentagotas; esta vez, se puede ver toda una estrategia de desinformación para sembrar dudas sobre diferentes cuestiones que importan al electorado” en las elecciones en Kenia. Lo explica para este artículo Alphonce Shiundu, redactor jefe de AfricaCheck en Kenia, una de las organizaciones más importantes de verificación en el continente africano. En los últimos quince años, la desinformación y la difusión de discursos de odio han ido ganando protagonismo en el escenario electoral del país de África oriental. En los comicios que se celebran este 9 de agosto, expertos como Shiundu han evidenciado la existencia de asaltos cuidadosamente planificados a las conciencias de las y los ciudadanos kenianos, a través, fundamentalmente, de las herramientas digitales.

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No es una novedad. Ni siquiera una sorpresa. Las estrategias de manipulación y de desinformación han ido aumentando en intensidad, sofisticación y alcance en las elecciones kenianas y, con ellas, la esperanza de votaciones limpias, honestas y libres parecen debilitarse considerablemente. Lo que la investigadora Gillian McKay califica como “la evidencia de una creciente industria de desinformación en el país” y dibuja como “una amenaza crítica para la integridad de las próximas elecciones”, en su investigación sobre “Desinformación y transición democrática: un estudio de caso de Kenia”.

Dos aspirantes parten como favoritos en las elecciones en Kenia

Los comicios ofrecen un guión incierto, empezando por el hecho de que el actual presidente y ganador de las dos últimas elecciones, Uhuru Kenyatta, no está entre los candidatos debido a la limitación que establece la ley. De los cuatro aspirantes, William Ruto y Raila Odinga, son los dos que a todas luces parten como favoritos. Se trata de dos viejos conocidos con un largo currículum. Ruto ha sido el vicepresidente del último gobierno de Kenyatta y, aparentemente, habría sido el delfín natural del último presidente. Mientras que Odinga aparece como el eterno aspirante en su quinta comparecencia; y fue primer ministro en el gobierno de coalición que supuso la salida a la grave crisis de las elecciones de 2007.

El juego de apoyos y alianzas en esta ocasión se ha reconfigurado y dibuja un complicado escenario. Paradójicamente, el expresidente Kenyatta ha apoyado decididamente la candidatura de Odinga. Un pacto entre Odinga y Kenyatta aplacó los ánimos cuando se ordenó judicialmente la repetición de las elecciones de 2017. Algunos analistas habían avanzado que una parte de ese acuerdo podía ser favorecer la alternancia, lo que se habría materializado en esa llamada de Kenyatta al voto a su eterno rival.     

En todo caso, la convivencia vuelve a colocarse en la cuerda floja a cambio de un puñado de votos. Para algunos, las elecciones de 2007 en Kenia marcan el inicio de este ciclo, al menos, por el profundo trauma que provocaron en la sociedad del país. En aquella ocasión, los mensajes de los dos principales candidatos y de sus partidarios derivaron en una crisis poselectoral que dejó una cicatriz difícil de olvidar. Más de un millar de personas muertas y más de 600.000 desplazados internos fueron el resultado de la violencia provocada por un cruce de discursos victoriosos y de acusaciones de fraude, según los datos que manejaba la Corte Penal Internacional.

Alimentar el fantasma de la manipulación a través del discurso

En 2013, con unas elecciones más calmadas, la atención se centró después sobre la presencia Cambridge Analytica en los comicios. La controvertida consultora había trabajado para el candidato (y vencedor del recuento) Uhuru Kenyatta, según publicaron medios como The Conversation. No ha terminado de aclararse el papel de la empresa en esa cita. Únicamente parece haber confirmación de su participación en la realización de sondeos y en el diseño de los mensajes y la estrategia discursiva del aspirante, nada de ello ilegal, pero no ha evitado ciertas reticencias.

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De hecho, en medio de aquel escándalo, se supo que Cambridge Analytica había repetido como asesor de Kenyatta en las elecciones de 2017. Durante estos comicios el volumen de desinformación llamó mucho más la atención, a pesar de los esfuerzos de la sociedad civil por monitorizar las elecciones desde las redes. Vídeos manipulados que demonizaban candidatos, como la conocida como campaña “Real Odinga”; o webs que reproducían la apariencia de medios internacionales para difundir bulos. Justo antes de las elecciones, ejecutivos de la consultora Aristotle que asesoraban al candidato opositor Raila Odinga fueron expulsados del país. Aquellas elecciones tuvieron que ser repetidas por orden judicial, aunque no por la desinformación sino por otras aparentes irregularidades administrativas.

Esta secuencia demuestra que el fantasma de la manipulación se ha ido alimentando en Kenia de las ambiciones de los aspirantes y que se ha ido sofisticando. Tal vez por eso, en esta ocasión empresas como Meta (propietaria de Facebook y de Instagram) ha querido dar publicidad a sus esfuerzos por atajar la proliferación de la desinformación durante estas elecciones. Aunque, en la campaña actual, la novedad más mediática ha sido el uso de Tik Tok, la red social de vídeos, como herramienta de difusión de noticias falsas. El investigador kenianano Odanga Madung ha estudiado junto a la Fundación Mozilla el papel de la red social en esta dinámica de desinformación en Kenia. Titulada “De aplicación de baile a mercenario político: cómo la desinformación en TikTok aviva las tensiones políticas en Kenia”, las conclusiones de la investigación suenan como un mazazo: “TikTok debe reconocer su responsabilidad en el fomento de un debate sano. El tipo de contenido que identificamos es una amenaza para la integridad del proceso electoral de Kenia, y las deficiencias de TikTok en cuanto a la moderación de la plataforma no hacen más que echar leña al fuego”. 

El discurso del odio en las elecciones en Kenia a través de la desinformación

“Una campaña de desinformación en un entorno polarizado siembra la semilla del discurso de odio y la incitación a la violencia”, afirma Alphonce Shiundu. Este periodista lleva meses, junto a otras organizaciones del país, empleándose a fondo para intentar minimizar el impacto de esas estrategias de desinformación que pueden adulterar las elecciones kenianas. “Estas campañas pueden incluso deslegitimar a las autoridades, incluida la comisión electoral, afectando así a la credibilidad de los resultados y a la forma de gestionar las disputas políticas derivadas de las elecciones”, advierte Shiundu. De hecho, en un reciente artículo publicado por Al Jazeera, el propio Madung apuntaba la relación entre la generalización de la desinformación y la desafección de los jóvenes en estas elecciones: “No es casualidad que en un momento en el que somos más jóvenes y estamos más conectados que nunca tengamos un número mucho mayor de votantes indecisos y un bajo nivel de inscripción. Esa falta de compromiso tiende a reforzarse con entornos informativos hostiles”.

La investigación de Madung se ha centrado en “más de 130 videos de 33 cuentas que se han visto colectivamente más de 4 millones de veces” previamente a las elecciones en Kenia, de los que el informe sentencia: “Nuestro análisis revela que el discurso de odio, la incitación contra las comunidades y el contenido sintético y manipulado, a pesar de violar las propias políticas de TikTok, están presentes y se difunden en la plataforma”.

Además del diagnóstico y las conclusiones, una de las recomendaciones que aparece en este trabajo llama especialmente la atención: “Si la plataforma no puede manejar el contenido peligroso que sus algoritmos están difundiendo, es posible que TikTok deba comenzar a buscar formas de apagar la función por completo como un interruptor de circuito durante momentos sensibles”. Madung ha podido comprobar cómo después de la publicación de los resultados de sus pesquisas, algunos de los vídeos que formaban parte de la muestra fueron suprimidos por la red social. Y una representante de la compañía aseguraba en The Washington Post: “Tenemos miles de personas trabajando en seguridad en todo el mundo, y continuamos para expandir esta función en nuestros mercados africanos en línea”.

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Las redes sociales como vehículo de la polarización

Está claro para los expertos que TikTok no inaugura la desinformación a las elecciones kenianas, pero preocupa porque llega a una audiencia cada vez más joven y por su capacidad para viralizar contenidos. Alphonce Shiundu explica cómo las redes construyen estos mundos de hechos falsos: “La estrategia tiene piezas de información falsa que se construyen unas sobre otras para crear una narrativa engañosa sobre un candidato, un tema, o incluso para hacer muy difícil que la gente sepa qué es verdad y qué no”.

Por eso, y ante la imposibilidad de competir con la viralidad de esas noticias falsas, diferentes organizaciones de la sociedad civil han apostado por la sensibilización como una manera de preparar a la ciudadanía para esos contenidos manipulados. “Como Africa Check hemos impartido docenas de cursos de alfabetización mediática en torno a las elecciones para garantizar que la gente pueda detectar las falsedades, contrastar la desinformación y compartir información precisa”, explica Shiundu. Entre las indicaciones que ofrecen están algunas instrucciones básicas: “Les decimos que no compartan nada, ni en línea ni fuera de ella, hasta que hayan verificado que es cierto. Les recordamos que algo no tiene por qué ser correcto, solo porque lo diga un político o una figura pública; que deben comprobar la exactitud de todo lo que oyen y que deben reflexionar y verificar el contenido de las redes sociales antes de compartirlo”.

Otra de las buenas noticias de esta lucha contra la desinformación es que “hemos visto colaboraciones en el espacio de la sociedad civil, entre grupos de defensa, periodistas, personas influyentes, editores y creadores de contenidos”, como comenta el propio Shiundu. Junto a estructuras consolidadas como Africa Check o Pesa Check, otras más nuevas como Fumbua, entre otras, han desplegado campañas de advertencia (incluso a través de juegos en línea), han generado recursos y han divulgado las herramientas más populares para verificar informaciones, además de seguir desenmascarando noticias falsas. Incluso muchos usuarios influyentes de las redes sociales, una parte de la popular comunidad KOT (Kenyan On Twitter), se han sumado a los esfuerzos “para luchar contra la información falsa cuando surge y hacen comprobación de hechos y amplifican el contenido”, insiste Shiundu. Hasta la popular emisión de sátira política The XYZ Show se ha volcado en esta crucial campaña de vacunación contra el virus de la desinformación.