El monstruo de Florencia recupera la historia de uno de los crímenes sin resolver que marcó la historia de la ciudad italiana de mediados y finales del siglo XX: la serie se basa en el caso de los asesinatos de hasta 16 parejas registrados entre 1968 y 1985 y las investigaciones judiciales para saber quién fue.
- En este Fact-Fiction repasamos algunas de las escenas que se inspiran en hechos reales y analizamos cuánto hay de ficción en ellas.
Las muertes. La serie arranca con el asesinato de una pareja de jóvenes mientras estaban en el coche en la localidad de Montespertoli, en 1982. Fue uno de los crímenes que se empezó a relacionar con lo ocurrido en 1968: el asesinato a tiros de Barbara Locci y Antonio Lo Bianco. El monstruo de Florencia dibuja un patrón: las víctimas solían estar manteniendo relaciones en un lugar apartado en el momento del asesinato.
- La sucesión de crímenes fue real, como recuerda en su cronología el diario italiano Corriere della sera. La clave está en lo que ocurrió con los acusados y lo que, finalmente, se pudo probar (que es con lo que especula la serie).
Qué ocurrió. El monstruo de Florencia explora la que se conoció como la “pista sarda”, la hipótesis que gira alrededor de la participación en los asesinatos de un grupo de jóvenes de Cerdeña.
- Uno de ellos, Salvatore Vinci, acaba huyendo tras uno de los juicios (“a partir de entonces, cesaron los asesinatos”, plantea la ficción). Esto ocurrió así: en abril de 1988, “desapareció” tras ser absuelto, como explica el escritor estadounidense Douglas Preston en su investigación sobre el caso (página 325).
- Otro de ellos, Stefano Mele, fue condenado a prisión tras confesar el asesinato de su mujer y su amante, Locci y Lo Bianco, en 1968, como narra El monstruo de Florencia.
¿Y el resto de asesinatos? Sí es cierto que, en un primer momento, un juez instructor se mostró “convencido” de que el monstruo que había cometido los demás crímenes era uno de los miembros de este clan sardo, de ahí las pesquisas iniciales, como detalla Preston (una hipótesis a la que le da veracidad – páginas 7 y 8).
- Pero la ficción omite que hubo un punto en el que la justicia llegó a desechar esta posibilidad a finales de la década de los 80: “Descartarla oficialmente significaba que, a partir de entonces, la investigación del monstruo podía tomar cualquier dirección salvo la correcta” (página 128 del libro de Preston).
- De hecho, se llega a exculpar a alguno de ellos por estar en prisión mientras sucedieron algunos de los asesinatos, como aclara Preston. Uno de los condenados más mediáticos fue, por el contrario, Pietro Pacciani, en el que la serie no se centra, pero al que se culpó de varios de estos crímenes (salvo el de 1968 – página 140).
El arma. El monstruo de Florencia también parte del supuesto de que se utilizó la misma pistola en todos los crímenes, de ahí una de las conexiones. Es una de las versiones más extendidas, como explica Preston (páginas 27 y 140) o detallan también en el Corriere della sera.
Las pesquisas. En la ficción, hay un momento en el que la fiscal que investiga el caso empieza a sospechar que los crímenes que están apareciendo pueden estar conectados.
- Con todo, la serie obvia la denuncia que habría recibido la policía (y le habría dado pistas) por parte de un ciudadano anónimo, que animaba a los agentes a investigar a Pietro Pacciani. Así lo explica Preston en su libro (páginas 115 y 123).
Las víctimas. Como también hace mención El monstruo de Florencia, el asesino mutilaba a sus víctimas. “En cuatro ocasiones les llegó a extirpar el pubis y dos veces, los senos”, según detalla el Corriere della sera.
- Preston también cuenta que fue algo común en varias mujeres: la extirpación “del seno izquierdo” (página 90), “la vagina” (página 111), etc.
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