La doctora Kumi Kuroda sabe que no es fácil dormir a un bebé que llora. Cada familia tiene su particular truco, pero ¿y si hay una especie de regla universal para calmar y dormir a un bebé? Kuroda acaba de publicar el método más científico posible para dormir a humanos que aún no caminan. Lo ha hecho, con su equipo del Centro Riken para la Ciencia del Cerebro (Japón), en la revista Current Biology.
“He criado a cuatro niños y he he tenido que hacer este experimento”, dice. La clave resultó estar en lo que hacen otros mamíferos con sus crías. Agarrar al bebé en brazos no basta. Hay que transportarlo. Pero durante un tiempo y a una altura determinados. Eso, para garantizar, además, que no se despierte al dejarlo en su lecho. Ese tiempo permite que el bebé pase de la fase inicial del sueño, que es más ligero, a la segunda, en la que se estabiliza.
Los bebés no tienen un ritmo regular de sueño hasta cumplidos los 6 meses, más o menos. Los recién nacidos llegan a dormir 17 horas al día pero se despiertan cada 1 a 3 horas.
“La fisiología es extremadamente compleja y nuestra intuición limitada. Por eso necesitamos ciencia. No pude dar con las claves del estudio hasta que no tener todos los datos estadísticos”. Y Los datos devuelven una técnica simple y gratuita que aumenta la posibilidad éxito para dormir bebés que lloran. Caminar con ellos en brazos durante un determinado tiempo y luego sentarse un rato, antes de acostarlos. Pero depende de si calman su llanto antes de los brazos o no. Tiene su complejidad.
Dormir a un bebé como lo hacen otros mamíferos
La mayoría de los padres conocen la frustración de lidiar con un bebé enrabietado. Para algunos, es un hecho habitual que afecta la capacidad del niño o niña para dormir y estresa a quien cuida al bebé y lo trata de dormir o calmar. Kuroda y su equipo encontraron una “respuesta en el porteo” en cachorros de ratón angustiados y bebés humanos, en los que los pequeños se calman cuando sus progenitores los llevan consigo.
El experimento, con participación de la Universidad de Trento (Italia), ha contado con 21 bebés de hasta 7 meses de edad. No son demasiados, pero vieron algunos patrones que también se dan en animales. Aunque el estudio habla sólo de ‘brazos maternos’, la idea es que sería válido para cualquier cuidador del entorno del bebé.
En todo esto hay una serie compleja de procesos biológicos paralelos que dan como resultado una reducción del llanto y un ritmo cardíaco más bajo. El nuevo estudio utilizó una máquina de electrocardiograma y cámaras de vídeo para comparar sistemáticamente los cambios fisiológicos y el comportamiento a medida que “las madres” realizaban actividades que se usan comúnmente para dormir o clamar a los bebés.
Entre otras, se fijaron en cuatro técnicas básicas: llevarlo en brazos, portearlo, transportarlo en un cochecito y sostenerlo estando sentado. Durante estas actividades, se registraron datos de bebés que lloraban, estaban despiertos y tranquilos o durmiendo. En cada latido del corazón, el comportamiento se evaluó como ‘dormido’, ‘alerta’ o ‘llorando’, y se minitorizó en consecuencia.
De esta manera, las investigadoras pudieron rastrear los cambios tanto en el comportamiento como en la fisiología con una precisión de menos de un segundo.
Caminar, pero sólo si lloran, y sentarse antes de acostarlos
El experimento llevó a algunos hallazgos importantes, más allá de cómo dormir a un bebé. Primero, como explica Kuroda, “caminar durante cinco minutos propició que llegase el sueño, pero sólo para los bebés que lloran, no entre quienes estaban tranquilos antes”. Entre los bebés estudiados, todos dejaron de llorar tras una caminata de cinco minutos y tenían ritmos cardíacos reducidos. De ellos, aproximadamente la mitad se quedó dormido.
En segundo lugar, simplemente sentarse con el bebé llorando no sirve para calmarlo; el ritmo cardíaco tendía a aumentar y el llanto persistía. Vieron que los bebés eran extremadamente sensibles a todos los movimientos de sus madres.
La frecuencia cardíaca aumentaba cuando las madres se volvían o cuando dejaban de caminar. El evento más significativo que perturbó a los bebés dormidos ocurrió justo cuando se separaron de sus madres.
Y, por último, el momento más delicado que todos los padres temen: el dejar al bebé en el lecho cuando ya se ha dormido. ¿Cómo hacer para que no se despierte? Las investigadoras identificaron el problema utilizando los datos de los latidos del corazón. “Aunque no lo predijimos –dice Kuroda el parámetro clave para acostar con éxito a los bebés dormidos fue la latencia desde el inicio del sueño”.
La receta ‘universal’: caminar 5 minutos porteándolo, sentarse 8 minutos más con el bebé y dejarlo dormido en el lecho.
Es decir, tener paciencia desde el momento en que cae frito y el de dejarlo en la cama o cuna. A menudo se despertaron en el experimento si los acostaban antes de 8 minutos después de dormirse. Por lo tanto, según los datos, Kuroda recomienda que cuando un bebé llora demasiado y no puede dormir, debe portearse o trasladar en brazos de manera constante durante unos 5 minutos con pocos movimientos bruscos. Después, conviene sentarse con el bebé a dormir durante 8 minutos. Y sólo pasado este tiempo, dejarlo en el lecho. El ángulo y posición con que se ‘deposita’ da un poco igual.
¿El método ‘más universal’ es el de cada familia?
¿Es este un método verdaderamente universal para dormir a un bebé o calmarlo? Desde la Asociación Española de Pediatría recomiendan “dejarlo despierto [en su lecho], pero somnoliento, para que poco a poco aprenda a dormirse solo. Su último recuerdo antes de dormirse debería ser la cuna, no el alimento. Se trata de que perciba la cuna como un espacio familiar nocturno”.
No todo son porteos y brazos. Este mismo año, un estudio de la Universidad de Harvard (EE.UU.) en Nature Human Behaviour demostraba que la mayoría de culturas humanas usan nanas y voces adaptadas para calmar y dormir a sus bebés. Recogieron 1.615 expresiones y canciones de 21 sociedades de seis continentes usadas con los más pequeños. Llegaron a la conclusión de que no son muy distintas e imitan la manera en que los animales usan sus sonidos para comunicarse con sus crías.
El estudio de Kuroda para dormir a un bebé no aborda por qué algunos lloran demasiado y no pueden conciliar el sueño. Ofrece una pauta orientativa inmediata que puede ayudar a los padres de los recién nacidos, dice Kuronda. Luego, cada familia irá afinándolo.
Además, reconoce la utilidad de los datos de frecuencia cardíaca en esta era de dispositivos de fitness portátiles. El equipo no oculta que el siguiente paso es crear un ‘wearable‘ (vestible) para bebés.
“Estamos desarrollando un dispositivo portátil con el que los padres pueden ver los estados fisiológicos de sus criaturas en sus teléfonos inteligentes en tiempo real”, dice Kuroda. “Al igual que el entrenamiento físico basado en la ciencia, podemos hacer una crianza basada en la ciencia con estos avances y, con suerte, ayudar a los bebés a dormir y reducir el estrés de los padres”, concluye.
Un artículo muy completo, muchas gracias por compartir.