Nos preguntáis por una publicación de Facebook en la que aparece la foto del paisaje de un pueblo con el cielo lleno de estelas químicas provocadas por aviones. En el post se expone, entre otras muchas cosas, que “un piloto militar ha dado un paso adelante por la humanidad y ha revelado la verdad sobre la rociadura química de nuestro planeta”. Es una versión nueva de una vieja teoría de la conspiración: los ‘chemtrails’.
Según el texto, la mayoría de estos pilotos que rocían al planeta con químicos son personas que “no tienen familiares ni hijos” y habrían sido elegidos por altos cargos de las fuerzas aéreas y marinas después de haber sido adoctrinados. Esto es falso, no hay ningún piloto que haya “dado un paso adelante” que haya “revelado la verdad”. Tampoco el 80% de las personas que trabajan en estos supuestos proyectos son personas sin familias, porque este supuesto envenenamiento masivo no existe. Hemos rastreado con búsquedas en la red alguna mención a este supuesto piloto y a la estadística del 80% y no hemos encontrado nada.
La teoría de los ‘chemtrails’
La palabra ‘chemtrail’ proviene de la abreviación ‘chemical’ y ‘trail’, es decir, de ‘estela’ y ‘química’. Esta teoría de la conspiración plantea que las estelas de condensación que dejan los motores de los aviones a gran altura contienen, en realidad, productos químicos o de carácter biológico. El fin de estos supuestos actos sería desde modificar el clima, hasta provocar enfermedades, controlar la natalidad o acabar con la humedad.
¿Qué son las estelas de condensación?
La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) ha explicado por qué a veces se forman estas estelas al paso de los aviones y por qué en otras ocasiones no. Según la AEMET, las estelas de condensación son nubes de hielo en forma de largas líneas que surgen en ocasiones al paso de un avión por la condensación del vapor del agua contenido en las emisiones de los motores.
También explican que a veces se forman otro tipo de estelas en la punta de las alas por la condensación del vapor atmosférico a causa de la bajada de presión y temperatura que se produce al paso del avión, pero estas últimas suelen ocurrir en el despegue y el aterrizaje, no durante el vuelo en niveles altos, y duran mucho menos.
¿Por qué a veces se forman estas estelas y a veces no?
Para entender mejor por qué se forman estas “estelas de condensación” y por qué unas veces se disipan y otras veces permanecen durante más tiempo en el aire, hemos hablado con Ana Laverón Simavilla, catedrática de la Universidad Politécnica de Madrid especializada en el área de conocimiento de Ingeniería Aeroespacial.
Laverón nos cuenta cómo se generan estas estelas: “las alas de los aviones generan lo que se conoce como sustentación, que es la fuerza que compensa el peso del avión”. “Para generar esta sustentación el ala modifica la presión del aire que la circunda y de la estela, y el aire puede retener mayor o menor cantidad de agua en forma de vapor dependiendo de su presión y la temperatura”, añade.
Y, ¿cuándo se hace visible ese vapor?: “En las zonas de baja presión y temperatura del aire en la estela del avión, el vapor de agua no puede ser retenido en el aire y se condensa y congela haciéndose visible en la forma de las famosas estelas” aclara la profesora. Es decir, que cuanto más baja es la presión y más baja es la temperatura, más visibles se harán estas “estelas de condensación”.
Un vaso con hielo en pleno verano
Para comprenderlo mejor, Ana Laverón nos pone un ejemplo: “es algo similar a la condensación del vapor de agua que hay en el aire caliente en verano sobre el cristal de un vaso frío con hielo dentro; Esa condensación es mucho mayor en la playa donde el aire es mucho más húmedo que por ejemplo en una ciudad del interior”.
Por otro lado, la catedrática en ingeniería aeroespacial nos cuenta que, “el tiempo que estas estelas se mantienen visibles dependerá de la humedad del aire y de la variación de la presión y temperatura que genera el avión a su paso”.
Es decir, “no solo depende de las condiciones ambientales, sino también de otros factores como por ejemplo, en qué fase de vuelo está el avión, si el avión es muy grande o si va muy cargado”. Y nos pone otro ejemplo, ¿por qué la condensación en las gafas tarda más o menos en irse?: “pues porque depende de lo fácil que le sea al aire reabsorber el vapor de agua y a las gafas alcanzar la misma temperatura que el aire circundante”.
Por último, Laverón considera que estas estelas de condensación no pueden ser consideradas estelas ‘químicas’ perjudiciales para la salud humana y no conoce ningún estudio oficial que lo demuestre.
Un bulo recurrente
No es la primera vez que desmentimos un bulo en relación a la teoría de la conspiración de los ‘chemtrails’. De hecho, no es una teoría que haya surgido recientemente, ya que los defensores de este bulo llevan años alertando sobre ella. En marzo de 2019 nos preguntasteis por un mensaje que se compartía a través de Whatsapp en el que se aseguraba que “cuatro trabajadores de la Agencia Estatal de Meteorología de España (AEMET) habrían confesado en un informe a la Unión Europea que España «está siendo rociada en su totalidad desde aviones que esparcen por la atmósfera dióxido de plomo, yoduro de plata y diatomita«.
Esta cadena sobre ‘chemtrails’ llevó incluso a algunos agricultores a denunciar que se estaban esparciendo aerosoles en la atmósfera para evitar que lloviese. Algo totalmente falso que ya nos desmintió la Comisión Europea remitiéndose a la respuesta que en mayo de 2015 le dió a un diputado del PDeCAT en el Parlamento Europeo. La Comisión respondió que no había recibido informe alguno de meteorólogos españoles sobre este supuesto rociado de España con dióxido de carbono. Además, la Comisión aclaró que llevaron a cabo una investigación con las autoridades españolas y no encontraron “prueba alguna de las alegaciones en relación con un plan de geoingeniería militar para cambiar el clima en España”.
En 2016, dos investigadores, Christine Shearer y Steven J. Davis, de la Universidad de California, publicaron un sondeo entre científicos para verificar los argumentos que exponían los conspiranoicos en relación a esta teoría. El artículo concluyó que el 98,7% de los expertos consultados, entre los que se encontraban químicos, físicos o meteorólogos, no habían encontrado ni una sola evidencia que respaldara la teoría de los ‘chemtrails’.