¿Cómo de sostenible es lo que comes? Así es el impacto ambiental de la dieta que propone Consumo

dieta sana sostenible Ministerio de Consumo
Imagen de frutas y verduras procedentes de agricultura sostenible | SHUTTERSTOCK
Tiempo de lectura: 3 min

Por primera vez, las recomendaciones nutricionales de un organismo estatal, como es la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), dependiente del Ministerio de Consumo, han tenido en cuenta el impacto ambiental a la hora de actualizar las recomendaciones de lo que consideran una dieta “variada y equilibrada, sana y sostenible con el medio ambiente”. Concretamente, el nuevo informe recomienda reducir el consumo de carne, moderar la cantidad de lácteos y priorizar las legumbres, las frutas y las hortalizas por salud, pero también por su impacto en el planeta.

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Según la guía del Ministerio de Consumo, la cesta de la compra debe componerse de un 50% de frutas y verduras, un 25% de cereales –en la medida de lo posible de grano integral- y un 25% de proteínas, priorizando las de origen vegetal. Este cambio de hábitos disminuiría, según Consumo, un 70% la emisión de gases efecto invernadero y reduciría entre un 25% y un 55% el uso de recursos naturales, como el agua, el suelo, los nitratos y los sulfatos en España. Pero, ¿cuál es el impacto real de la nueva dieta recomendada por el Ejecutivo para intentar reducir nuestra huella en el planeta?

Un kilo de ternera produce diez veces más gases de efecto invernadero que uno de atún

El impacto medioambiental de una proteína u otra cambia dependiendo de su origen: las emisiones de gases de efecto invernadero que genera un kilo de carne de ternera son más de diez veces superiores a las de un kilo de atún o bacalao, según los datos publicados por la organización Our World in Data, de la Universidad de Oxford. El uso de la tierra también aumenta exponencialmente, mientras que el agua necesaria para generar un kilo de pescado, generalmente, es mayor.

En cuanto a la procedencia de los productos, existen discrepancias sobre la influencia  que tiene el transporte en la huella de carbono de cada alimento. Our World in Data señala que no hay que centrar la atención tanto en el consumo de proximidad, sino en el producto que consumimos. “Comer local es una recomendación común para reducir la huella de carbono de tu dieta. Pero el transporte tiende a representar una pequeña parte de las emisiones de gases de efecto invernadero”, remarcan.

Respecto a la carne, se recomienda un máximo de tres raciones a la semana, priorizando la de ave y conejo, y minimizando el consumo de carne procesada. Según los datos de consumo alimentario en los hogares, las que más se consumen son de pollo, cerdo y ternera.

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Asimismo, se recomienda consumir al menos tres raciones de pescado. Dentro de los más consumidos, el bacalao es el menos sostenible: para cada kilo de este pescado se generan casi 11 kilos de dióxido de carbono, una huella parecida a la que se produce con el salmón o el atún.

Respecto a los huevos, los investigadores que han elaborado el documento apuntan a la recomendación de tomar como máximo cuatro huevos a la semana. Los datos relativos a la huella de carbono que genera este producto muestran que un kilogramo de huevos produce más de cuatro kilos de dióxido de carbono. En el conjunto de proteínas de origen animal que más consumimos, el huevo es el que genera menos emisiones de CO2 y está entre las que menos tierra y agua necesita para su producción.

La leche y el yogur, los lácteos que menos impacto ambiental producen de nuestra dieta

No deberían consumirse más de tres raciones de lácteos al día, “debido a su elevado impacto ambiental”, de acuerdo con Consumo. Además, sugieren reducir el número de raciones diarias si se ingieren otros alimentos de origen animal. En España, la leche, el yogur y el queso son los lácteos más consumidos.

Sin embargo, no todos los quesos dejan la misma huella en el planeta. El queso cottage emite más de 25 kilos de CO2 a la atmósfera por cada kilogramo producido, además de usar hasta 30 metros cuadrados de tierra y consumir unos 2.420 litros de agua. El queso feta, en cambio, apenas alcanza los 15 kilos de dióxido de carbono y necesita mil litros de agua menos para la misma cantidad.

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La leche y el yogur son los dos lácteos que menos emisiones producen y que menos recursos naturales necesitan para su producción. Otro de los productos indicados en dicho informe para su consumo diario son las legumbres. Los garbanzos, las lentejas y las alubias son las que se consumen en mayor volumen en España. De estas tres, las lentejas dejan una mayor huella de carbono. Concretamente más de dos kilos y medio de dióxido de carbono por cada kilo, aunque lejos de las cantidades que emiten las proteínas animales.

Las frutas, entre los alimentos más sostenibles

El informe de Consumo indica que lo recomendable es comer de dos a tres raciones de fruta diarias. Las naranjas, los plátanos y las manzanas son las preferidas en los hogares españoles; de estas tres, los plátanos son los responsables de una mayor cantidad de emisiones, 0,87 kilogramos por cada kilo.

Por otro lado, las hortalizas más consumidas por los españoles en 2021 fueron los tomates, las cebollas y los pimientos, según los datos anuales del consumo alimentario en los hogares. Así, desde AESAN proponen ingerir tres raciones de estos productos al día. De esos tres, los tomates son el alimento que más huella de carbono provoca. Por cada kilogramo de tomates, se generan 2,7 kilogramos de dióxido de carbono.

Asimismo, para mantener una dieta sana y sostenible, el comité científico propone tomar diariamente de tres a seis raciones de cereales tales como el pan, la pasta o el arroz. Un kilo de arroz genera más de tres kilos de emisiones de CO2; cada kilo de espaguetis produce más de kilo y medio de dióxido de carbono y un kilo de pan, 0,88 kilos de emisiones.

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AESAN recomienda que como mínimo se tomen tres raciones de frutos secos a la semana. Dentro de este tipo de alimentos, las nueces son las más consumidas por los españoles, seguido de los cacahuetes y las almendras. Los cacahuetes son los que generan una mayor huella de carbono. Cada kilo produce tres kilos de CO2, aunque las almendras son las que consumen más agua. De hecho, este fruto seco consume 6.410 litros de agua por kilo producido, más que cualquier otro ingrediente, incluida la carne.

La relación entre nuestra dieta y el cambio climático

El sistema alimentario es uno de los sectores que más recursos naturales emplea y más contaminante es para el medioambiente. De hecho, se calcula que es responsable del 30% de las emisiones mundiales de gases efecto invernadero, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Para medir cuánto dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero se emiten a la atmósfera durante el proceso de producción de nuestras actividades, incluidos los alimentos, se emplea la denominada huella de carbono. En base a estos criterios, hay evidencia científica de que la comida de origen animal, especialmente las carnes rojas, los productos lácteos y los crustáceos de piscifactoría, están vinculados a unas mayores tasas de contaminación.

“Una de las causas de deforestación está relacionada con la ganadería ya sea vía directa para producir pastos donde se críen los animales o indirecta para sembrar cultivos que se comen los animales como soja o maíz”, explica a Newtral.es Eduardo Aguilera, investigador postdoctoral en el CEIGRAM de la Universidad Politécnica de Madrid.

“En el caso de España, no tenemos problemas de deforestación, pero si dependemos de la importación de piensos que se producen en zonas que se están deforestando”, explica.

Otro de los puntos claves en la transición hacia un sistema alimentario sostenible y saludable tiene que ver con reducir el desperdicio de alimentos. “Lo más habitual en la gestión de estos residuos es que se acumulen en vertederos, que generan altas emisiones de metano”, detalla Aguilera.

La comunidad científica señala que parte de las estrategias para reducir esa huella de carbono de los alimentos, pasan por apostar por la agricultura ecológica y la ganadería extensiva pero además dar más peso en nuestra dieta a los alimentos de origen vegetal.  

“Esta ganadería extensiva no puede mantener los volúmenes de consumo que tenemos ahora porque el territorio no da para tanto y porque este tipo de ganadería es menos productiva”, subraya Aguilera. “No basta con comer ecológico, hay que cambiar los patrones de consumo”, sentencia. 

Fuentes

3 Comentarios

  • Habría sido interesante comprar estos niveles de dióxido con algunos a los cuales estamos más acostumbrados como combustibles, industrias etc..
    Eso habría dado una dimensión más clara del problema

  • Todo muy bien y muy volátil como el gas, pero ¿Cuando un estudio sobre lo que se paga a los agricultores y ganaderos, lo que cuesta producir en realidad, y lo que nos cobran en el super, porque tiendas ya no hay?
    Pregúntenle al ministro de consumo ¿como es posible que al productor le paguen a 15 céntimos el kg de patatas y nosotros nos cobren a 180 céntimos y son de Francia?
    Preguntenle ¿Porque no puede haber granjas porque contaminan pero también se prohíbe el autoconsumo tradicional de subsistencia como media docena de gallinas? Igual es mejor traer los huevos de fuera y pagarlos a 2 euros
    Pregúntenle si ¿no sería más barato y fijaría población rural producir cereal, cítricos o maíz en nuestros campos en igualdad de condiciones de producción, incluida metodología, que traerlos de países sin presión en los métodos de producción y sin garantías sanitarias?
    Miremos un poco hacia esa España a la que están matando sencillamente porque no les dejan vivir. En el Retiro no se puede plantar trigo, pero si en los cientos de hectáreas abandonadas en las tierras de Castilla que no hace tanto fueron el granero de Europa. Seguramente será más sostenible llevarles de placas solares y molinos para producir la electricidad que no nos dejan consumir porque está cara, pero no lo esta para fabricar los coches eléctricos y las luces de navidad que deben consumir otra cosa?

    A nada comeremos sopa de vatios ,filetes de coche eléctrico y de postre un jugoso aire de electrón.

    Un poquito de realidad y de pisar la tierra de los pueblos cuyos bosques se queman y la tierra se desertiza porque no se cuidan ni se limpian los manantiales, ni las riberas de los ríos, ni la malezalos. Por eso es necesaria urgentemente una ley de desarrollo rural pero de verdad, nada de altos comisionados, estudios o PowerPoint y menos mirar todo desde el despacho de la ciudad donde no se ve ni el sol que cada día calienta más el bolsillo de los oligarcas eléctricos y las tierras desérticas por el abandono ruin de quienes se sientan en esos despachos.

    Uno de pueblo

  • Muy interesante el artículo, muchas gracias. ¿pero esos datos son aplicables si el consumo de la carne es de ganadería extensiva y el de las frutas y verduras ecológicas? deduzco por los últimos párrafos que no. obviamente tenemos que cambiar nuestros hábitos de consumo, pero si lo hiciéramos a través del consumo de este tipo de productos imagino que aún tendrían menos impacto ambiental que el mostrado en los gráficos, ¿es así? muchas gracias.