La verificación del discurso político se enfrenta a diario a distintos retos que dificultan su labor. La ambigüedad de algunas declaraciones de los políticos, la dificultad para encontrar ciertas informaciones o la escasa transparencia en algunos datos son algunos de ellos. Superarlos es clave para el trabajo de comprobación o fact-checking de las afirmaciones que realizan los representantes de los partidos políticos.
Este Día Internacional del Fact-Checking 2022 te contamos algunos ejemplos de los cinco retos más habituales.
Cuándo las declaraciones de un político son opinión o valoraciones legítimas
El primer paso que inicia el proceso de fact-checking es seleccionar la frase para verificar. Para ello, hay que diferenciar entre lo que es opinión y lo que son datos verificables. Aunque puede parecer sencillo, en algunas ocasiones los límites son difusos, y en la retórica política encontramos afirmaciones que entremezclan datos con elementos valorativos o interpretativos. Las opiniones no se verifican, los hechos sí.
Retos del fact-checking: un mismo dato, distintas fuentes con resultados que difieren
Una vez seleccionada la frase que vamos a verificar, llega la hora de comprobar con los hechos, los datos y las fuentes oficiales, si es verdadera o falsa. Y puede ocurrir que existan varias fuentes igual de válidas que midan una misma realidad o fenómeno, en ocasiones usando metodologías diferentes. Por ejemplo, en las cifras sobre la creación y el cierre de empresas que en alguna ocasión, como en este caso de la portavoz popular, Cuca Gamarra, se han utilizado por diferentes líderes políticos.
En este caso, el cierre de una empresa “no es un concepto tan claro, aunque pueda parecerlo”, explicaron desde el Colegio de Registradores a Newtral.es. Además, al hablar de cierre se podría hablar de extinciones de empresas, recogidas por el Colegio; a la diferencia entre el número de empresas inscritas según la Seguridad Social, o a los datos sobre empresas activas del INE.
¿A qué se referiría entonces el político en sus declaraciones? En este caso de las verificaciones del discurso político, antes de publicar un desmentido, siempre se pregunta al protagonista, a su gabinete de comunicación, sobre las declaraciones en proceso de comprobación, dejando un margen de tiempo para que responda. Sin embargo, muchas veces –como en el ejemplo expuesto– no se obtiene respuesta alguna desde las formaciones políticas.
En este caso, por tanto, es necesario comprobar fuente por fuente los datos disponibles, mostrarlos y explicar las diferencias metodológicas y si en algún caso coincide o no con lo que ha dicho el político.
La escasa transparencia en algunos temas y la información que no es pública
Para obtener algunos se debe completar una solicitud de transparencia o recurrir a la fuente primaria. Algo que se produjo después de unas declaraciones de la ministra de Economía, Nadia Calviño, tras las que fue necesario preguntar a las universidades acerca del número de alumnos registrados en clases de español.
Además, no solo hay que enfrentar la escasez de transparencia en ciertos temas, sino que a veces la información procede del ámbito privado de los políticos o de acuerdos y reuniones que no se hacen públicas, como el Consejo de Ministros, lo que supone un reto relevante para el fact-checking.
Como ejemplo de este obstáculo a superar, un artículo sobre la subida salarial a los diputados del Congreso, una propuesta que la mesa rechazó. La polémica surgió cuando varios congresistas difundieron que tanto PP como PSOE y Unidas Podemos estaban a favor de aumentar los sueldos de los diputados. En esos casos, la fuente más directa sobre las deliberaciones y el voto son los propios parlamentarios, ya que no existía un documento oficial que recogiera lo que había votado cada uno. ¿Qué hacemos en estos casos? Explicar la información disponible y las limitaciones de cara a llegar a una conclusión clara sobre si lo que comprobamos es verdadero o falso.
Información sin actualizar que sigue presente en el debate
Aunque el discurso político se va renovando, muchos temas resurgen de vez en cuando. Algunos de ellos rescatan datos pasados para referirse a la actualidad, lo que ya supone una descontextualización de la realidad. Sin embargo, otros hacen mención a las últimas cifras disponibles de ciertas estadísticas, algunas de las cuales, como la del censo de viviendas vacías de 2011, no se renuevan desde hace años.
Como ejemplo, este artículo que se centró en verificar una afirmación de la actual ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra. En concreto, señaló que existía “una enorme concentración de estas viviendas vacías en manos de bancos y de fondos buitre que tienen alrededor del 80% del mercado, por lo menos donde tenemos datos”.
No obstante, no había datos oficiales sobre la titularidad de las viviendas vacías. A esto se añadía que las declaraciones de la ministra se referían a un informe de 2015 sobre el stock de la vivienda, publicado, por tanto, cinco años antes que sus declaraciones.
Exageraciones, redondeos o pequeños lapsus: ¿cómo decidir si es relevante o no una verificación?
A veces, los partidos políticos, como los académicos o los analistas, hacen redondeos de los datos. En la mayoría de ocasiones esta simplificación puede facilitar la explicación de cifras muy complejas. Sin embargo, no es lo mismo redondear en unas cifras que en otras. Por ejemplo, un punto o unas décimas del PIB pueden suponer millones de euros de diferencia, por lo que explicar la magnitud de estas diferencias porcentuales sí puede ser relevante.
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