Desirée Vila enterró su pierna derecha en un acto de compromiso con su nueva realidad. Fue un ritual familiar en el que dejó atrás el sufrimiento posterior a un accidente mientras practicaba gimnasia acrobática. Una negligencia médica tras la rotura de tibia y peroné llevó a la amputación con 16 años y toda la incertidumbre: un juicio, no saber si podría pagar una prótesis y desconocer cómo aproximarse a la vida que había empezado a imaginar. “Quiero mostrar la discapacidad para ahorrar sufrimiento a otros”, dice a Newtral.es.
Años atrás, esta joven de un pueblo de Pontevedra había labrado su camino en el deporte sin levantar gestos de admiración. Había estado con la selección española, había ido a un Mundial y se había proclamado campeona de España. Sus logros no habían tenido reconocimiento. Tras el accidente, todo el mundo quería saber. “Me paraban por la calle para preguntar. No entendía por qué no me habían reconocido por mi trabajo y sí por la amputación, que no tenía ningún mérito. Me fui a vivir a Inglaterra para huir de esa sensación”.
El mundo de Desirée Vila (Gondomar, 1998) se vino abajo. No quería conocer esa nueva vida que se le planteaba desde la cama del hospital. Sus interrogantes no tenían respuesta, pero conoció a Irene Villa. “Vi que hacía una vida completamente normal y gracias a ella pude empezar este proceso”. Con 22 años, convierte su experiencia en una forma de tomar conciencia a través de charlas en colegios e institutos y de un canal de YouTube con vídeos cercanos, como la narración del accidente a su comunidad, vista por 1’5 millones de personas.
El proceso mental para enseñar su prótesis en público, abrir un canal, escribir un libro y bromear sobre ‘Muñi’—su muñón—, en un programa de televisión como ‘La Resistencia’ no fue corto. “Al principio solo pensaba en el juicio, en los interrogantes de la gente, y no tenía nada que ofrecer a la sociedad. Después de años de trabajo, de introducirme en el atletismo y tener una marca para Tokio, siento que puedo transmitir un mensaje positivo y he sacado conclusiones que puedo compartir. Dejé de verme como algo que esconder”.
Desirée Vila y la labor pedagógica
A través de la fundación ADECCO, busca la reflexión de los adolescentes. “Te escuchan a ti más que a sus propios padres, porque en esa etapa te vuelves egoísta”. Lo hace a través de los valores del deporte, con perseverancia y adaptación a un entorno cambiante. “Nos limitamos constantemente por cualquier cosa que acaba generando frustración. La vida es incierta y tenemos que dejar de controlarla, hay muchas cosas no están en tu mano. El cambio es oportunidad, tenemos que aprender que la vida es ayudar y dejarse ayudar”.
Conocer a Irene Villa fue el punto de partida, un impulso positivo para creer en ella. “Mi vida no se había echado a perder, era diferente y podía ser incluso mejor”. Pero todavía tenía que encontrar su propio espacio. Un año después, viendo los Juegos de Río 2016, se prometió llegar ahí. “Tengo que estar ahí, eso es para mí”, pensó. Comprobó que la pelota no era lo suyo y encontró camino en el atletismo, donde tenía que empezar por lo básico, aprender a correr. “Me piqué para superar mi propia marca, competía contra mí”.
Desde el Centro de Alto Rendimiento de Madrid, donde se trasladó en 2018, trabaja para superarse y competir. Campeona de España de 100m en dos ocasiones y de salto de longitud en el campeonato de España por comunidades, la octava plaza en salto de longitud en el Campeonato del Mundo de Atletismo Adaptado 2019 es solo el inicio de lo que puede lograr en próximas fechas, cuando se avecinan los Juegos Paralímpicos.
El paralelismo de la pandemia
Tokio era el objetivo número uno cuando comenzó la pandemia. Desirée estaba empezando a correr de nuevo tras sufrir un esguince de tobillo que había puesto contra las cuerdas su preparación. La adaptación física a la situación fue esencial en el proceso. “Nunca había pasado tanto tiempo sin la prótesis deportiva y el muñón cambió de tamaño, hubo algunas complicaciones hasta que pude prepararme bien en junio”. Pero también tuvo que trabajar la mente ante la falta de motivación.
La carga negativa por saltarse entrenamientos se transformó en culpa. “Me castigaba por la pereza que sentía”. El paralelismo era inevitable, de repente pensó en su ‘yo’ de hace seis años. “Había vivido una situación muy heavy en la que, de un día para otro, tus planes cambian y solo tienes incertidumbre. Y no sabes si podrás adaptarte. En la cuarentena traté de hacer esa comparación para llevarla lo mejor posible, pero lógicamente tuve días complicados. Es normal estar mal y tener desmotivación”.
Parar, descansar y reflexionar volvieron a ser la prioridad. Enfocar la vida, una vez más. “Llevaba un ritmo de vida frenético, ocupaba todas las horas del día. El accidente y el trabajo con el psicólogo me han ayudado ahora a ser más paciente, a relativizar y a echar el freno. No podemos abarcar todo. Tengo miedo a aburrirme, y a veces es bueno aburrirse”. Desirée Vila añade: “Tengo miedo a no ser productiva, porque todo lo que hago tiene que servir a algo. Y a veces me paro y me digo que no pasa nada, que me puedo tumbar en el sofá”.
Juegos Paralímpicos de Tokio
2021 es una fecha marcada en su carrera deportiva, pero su experiencia le dice que el objetivo todavía no está conseguido. “No quiero creérmelo con todo lo que ha pasado en el último año. Psicológicamente me preparo porque creo que me lo merezco y he trabajado mucho para estar ahí, pero tengo cautela. Está muy cerca pero parece que nunca va a llegar. Me han pasado tantas cosas lejanas a lo que tenía planificado, que intento estar abierta a lo que pase”.
Sus objetivos son cambiantes y renovables. Ahora piensa que después del deporte llegará la vida institucional dentro del mismo, pero son ideas que pasan a un segundo plano cuando reflexiona sobre el proceso. “Mi gran objetivo es cambiar la visión sobre la discapacidad, pero no es tangible. ¿Cuándo lo habré conseguido? Me faltan muchas cosas por aprender, porque incluso cuando crees que tienes todo asimilado, siempre aparece el miedo. No quiero confiarme tanto. Cuando te relajas, la vida te recuerda de dónde vienes”.