El año pasado en esta misma fecha —ya viviendo en Suiza, tras un mes de casados—, mi marido y yo nos preparábamos para festejar mi cumpleaños al día siguiente, 25 de febrero. Cuando esa madrugada un misil ruso cayó en el barrio de Kyiv donde vivía con mi madre, ya no pude pensar en ninguna celebración, sino en la evacuación de mis seres queridos. Un año y pico en el que no pude volver a ver mi patria, pero en el que he colaborado tanto con proyectos periodísticos ucranianos como trabajando en temas de comunicación en Suiza para informar a los compatriotas refugiados, además de luchar contra la desinformación.
Nuevas narrativas de la desinformación rusa
Dado que he trabajado durante todo el año pasado como la editora de la página en español del medio de verificación de hechos ucraniano StopFake, pude observar cómo la propaganda rusa pasó desde la narrativa de la justificación de la guerra contra Ucrania hacia nuevas narrativas que intentaban impactar en distintas audiencias. Para dar un ejemplo, al principio de la invasión a gran escala Vladímir Putin anunció al mundo que lo hacía porque “Ucrania llevaba a cabo un genocidio en el Donbás” (al verificar las cifras, esa mentira ya no tiene sentido) y porque hay que “desnazificar a Ucrania” (los ucranianos están gobernados por “los nazis” solamente en la imaginación de la propaganda rusa). Luego, cuando ya mucha menos gente creía en esas mentiras, empezaron a promocionar nuevas narrativas propagandísticas para sembrar dudas; en particular entre los europeos. Entre ellas puedo destacar las siguientes:
● “Este crimen de guerra no lo hemos hecho nosotros”. Cada acto brutal de las tropas rusas en contra de los civiles de Ucrania iba junto con una ola de desinformación que culpaba a todos, salvo a los rusos. Se trata de las masacres y crímenes de guerra en Bucha, Izium, Yahidne, Olenivka, Gostomel, Jersón, Kremenchuk, Kramatorsk, Kyiv, Dnipro y en muchos otros.
● “Ucrania es culpable de la crisis energética en Europa”. Con esa narrativa la propaganda rusa intentaba convencer a su audiencia interna de que toda Europa está congelada sin el gas ruso, pero la culpa como siempre es de Ucrania e incluso el rey de España, Felipe VI, supuestamente lo admite. Nada más lejos de la realidad.
● “Rusia lucha contra la OTAN, no contra Ucrania”. Aunque ningún país de la OTAN participa en la guerra, el Kremlin sigue diciendo que sí. Quizá se sienten humillados al admitir que tan pequeño país como Ucrania (en comparación con Rusia) sigue resistiendo durante tan largo plazo.
● “Ucrania debe negociar por la paz y ceder sus territorios a Rusia”. Para Ucrania eso significaría rendirse y ceder no solamente los territorios, sino su propia gente que vive allí bajo la amenaza de una vida en la ocupación. Una narrativa que los medios rusos promueven indirectamente: eso supuestamente lo ofrecen la OTAN o los EE.UU. Lamentablemente, ya sabemos que Rusia no se detendrá en su intento de querer apoderarse de más tierras, tanto como no se sintió satisfecha con la ocupación de Crimea en 2014.
● “Los ucranianos refugiados solo traen problemas a Europa”. Cerca de 4 millones de los ucranianos se han trasladado a la UE como refugiados. Obviamente, la propaganda del Kremlin no desaprovechó la oportunidad para desacreditarlos y provocar una brecha entre la población local y los ucranianos recién llegados por causa de la guerra. Por ejemplo, según los medios rusos, fueron los ucranianos los que “provocaron los incendios en España” durante el verano pasado. También, según la propaganda rusa, los refugiados ucranianos son “una nueva cara del racismo europeo”, “quemaron una casa en Alemania” y “revenden la ayuda humanitaria en una tienda de segunda mano”.
Claro que con esa lista no caben todas las noticias falsas que fueron difundidas por muy distintas fuentes, ya sean medios de comunicación o redes sociales. Todos esos fakes intentaban convencer de que Ucrania debe rendirse, que la UE y los EE.UU. no deben ayudarla con las armas, que no hay crímenes de guerra y que todas las atrocidades son una puesta en escena. Como si Ucrania fuese una película de Hollywood y las cosas macabras que hacen las tropas rusas allí no fueran reales, aunque lamentablemente pasan en la vida real.
Los ucranianos refugiados se sienten perdidos y nostálgicos
Durante este año pude escuchar el idioma ucraniano en las calles europeas mucho más que antes, fijarme en las banderas ucranianas en las casas residenciales, ayuntamientos y en los numerosos coches que vi por las autopistas de Suiza. Con tantos refugiados, las administraciones locales necesitaban emplear profesionales de Ucrania que también hablaran el idioma local y pudieran ayudar con los refugiados.
En mi caso, se trata de la información para integración y orientación. Así, empecé a trabajar para el Departamento de Comunicación del Cantón St. Gallen, informando a mis compatriotas de cómo funcionan las cosas en Suiza. Ya que mi madre se convirtió en una refugiada aquí, puedo decir que para muchos ucranianos, específicamente para la gente mayor, es bastante difícil integrarse en un nuevo país, estudiar un nuevo idioma, no poder tener el mismo trabajo como en Ucrania y, lo más fuerte, no poder vivir en su propia casa.

Así se enseña periodismo en Ucrania a pesar de los ataques aéreos y los apagones
Con mi otra actividad estoy trabajando con un proyecto dedicado a la ampliación de estudios de las facultades de periodismo en Ucrania (Journalism Teachers’ Academy). Aunque el semestre de primavera fue cancelado, el de otoño siguió como siempre a través de videollamadas. De esa manera pude ver cómo cambió la vida de los profesores universitarios que siguen dando clases a pesar de las sirenas de ataques aéreos y los apagones de electricidad.
La ironía es que los profesores aprendieron muchos métodos de dar clases a distancia durante la pandemia del COVID-19 y ahora, durante la guerra, tales habilidades les resultan de mucha utilidad. Pero es distinto ahora, hay que conformarse con muchos más desafíos que la distancia: falta de luz, falta de conexión e Internet y, lo más importante, la falta de seguridad.
No obstante, a ninguno de los profesores que participaron en nuestro proyecto le ha faltado motivación para capacitar a la nueva generación de periodistas ucranianos de la mejor manera posible. Porque cada uno de ellos puede tener un impacto en la reconstrucción del país tras la guerra. Y de esa manera lo miran muchos ucranianos: con anhelo de reconstruir su país y sus vidas tras la victoria y desocupación.
No obstante, es muy temprano hacer las conclusiones, porque no se ve el fin en un futuro próximo para esta guerra. Y yo, como antes, voy a seguir despertando cada mañana leyendo las noticias, junto con las verdaderas seguro aparecerán las falsas. Entonces habrá trabajo para los verificadores de hechos en todo el mundo.
* Alina Mosendz-Manser es una periodista ucraniana que vive en Suiza. Trabaja en el periodismo desde 2006 y desde 2015 colabora con el medio de verificación ucraniano StopFake, miembro de la red internacional IFCN al igual que Newtral.es. Se dedica a la verificación de hechos y la educación mediática para diferentes audiencias, incluso en la formación escolar ucraniana. Además, brinda formaciones para profesores de las facultades de periodismo en Ucrania a través de un programa de la Deutsche Welle Akademie y realiza traducciones en español, inglés y alemán. Domina cinco idiomas. En Suiza, trabajaba en las comunicaciones cantonales.