Brasil afronta unas elecciones marcadas por la desinformación pero con varias lecciones aprendidas del 2018

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El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, habla durante un mitin de campaña en Santos (Brasil). EFE/ Guilherme Dionísio
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En las últimas semanas, el presidente Jair Bolsonaro ha insinuado que, si Luiz Inácio Lula da Silva regresa al poder en Brasil, va a perseguir a líderes religiosos y cerrar iglesias como ha ocurrido en la Nicaragua de Daniel Ortega. Ha usado la situación del país centroamericano como tema de campaña y desinformación durante las elecciones en Brasil e incluso en la Asamblea General de las Naciones Unidas, celebrada recientemente en Nueva York, se mostró dispuesto a acoger a los religiosos católicos perseguidos allí. 

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Esa narrativa de un Lula “anticristo”, como dicen los expertos consultados por Newtral.es, junto a la supuesta amenaza de un fraude electoral, se han convertido en las desinformaciones que más se han propagado en las últimas semanas en Brasil, pese a que diversas instituciones han reafirmado la confiabilidad del sistema de votación de Brasil y que Lula da Silva se ha mostrado como un candidato “moderado”. 

“Ha llamado la atención la desinformación religiosa, con mentiras de que el candidato opositor estaría interesado en cerrar templos protestantes, pero también hay mucho esfuerzo por desacreditar las encuestas electorales y las máquinas de votación electrónica”, dice a Newtral.es Marlos Ápyus, analista de Audiencias del periódico O Estado de São Paulo.

La evolución de la desinformación en las elecciones de Brasil 

Este 2 de octubre Brasil asiste a unas elecciones generales marcadas por la desinformación al igual que en 2018, cuando resultó elegido Jair Bolsonaro. La diferencia con las elecciones de aquel entonces, coinciden los expertos consultados por Newtral.es, es que el jefe del ejecutivo es quien conspira ahora contra el proceso electoral y sus adversarios, en un hecho comparado con los comicios presidenciales de 2020 en Estados Unidos en los que Donald Trump recurrió a la misma estrategia de ataques al sistema de votación y noticias falsas.

El gigante sudamericano es el tercer país del mundo que más utiliza redes sociales, según un estudio difundido por la plataforma de consulta Cupom Válido. De acuerdo con el mismo informe, los brasileños están, en promedio, 3h 42 minutos al día conectados a las plataformas, solo superados por los filipinos (4h15) y colombianos. (3h45). De ahí que gran parte de la desinformación se mueva por estas vías. 

En 2018, WhatsApp -que para entonces tenía 120 millones de usuarios en Brasil- se convirtió en el canal por el que el equipo de campaña de Bolsonaro y sus seguidores propagaron decenas de noticias falsas. Una investigación del medio Folha de Sao Paulo reveló que empresas aliadas a la campaña de Bolsonaro compraron paquetes a compañías que ofrecían servicios de mensajería en masa.

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Esa estrategia de Bolsonaro de propagar bulos -que continuó en plena pandemia de coronavirus- motivó a las instituciones brasileñas a intervenir desde inicio de 2022 para evitar que estos incidieran en las elecciones del domingo próximo. “En 2018, el sistema no estaba preparado para controlar todo lo relacionado con las noticias falsas, la desinformación y el vínculo con la campaña y las estrategias digitales. Eso fue lo que favoreció a Bolsonaro”, responde a Newtral.es Humberto Meza, doctor en Ciencias Políticas e investigador de la Universidad Federal de Río de Janeiro.

En ese aspecto coincide Pablo Ortellado, docente de Políticas Públicas de la Universidad de Sao Paulo e investigador de medios sociales y polarización política, quien además destaca el rol de las grandes tecnológicas para evitar la desinformación en las elecciones actuales de Brasil. “El problema es muy grande y es muy difícil, pese a que la Justicia ha diseñado una maquinaria para afrontarlo”, agrega Ortellado a Newtral.es. 

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Tras la suspensión de Telegram, en marzo de 2022, la compañía se sumó a un acuerdo impulsado por el Tribunal Superior Electoral (TSE) llamado “Programa permanente de enfrentamiento de la desinformación en el ámbito electoral” al que se suscribieron en febrero pasado Twitter, TikTok, Facebook, WhatsApp, Google, Instagram, YouTube y Kwai. En agosto pasado Facebook e Instagram, bajo el paraguas de Meta, anunciaron la adopción de medidas para contrarrestar la desinformación, incluyendo la eliminación de contenidos falsos en determinadas circunstancias. 

Hasta marzo pasado, Telegram era la vía preferida de Bolsonaro y sus seguidores para propagar mensajes falsos sin que existiera moderación del contenido. “Ahora la justicia tiene más control. Hay compromisos de las grandes tecnológicas para evitar las noticias que generan zozobras”, asegura a Newtral.es el investigador Meza.

De hecho, el Tribunal Superior Electoral habilitó en su sitio web un sistema de alerta que consiste en una canal de comunicación para que los ciudadanos denuncien cualquier “desinformación sobre el proceso electoral como información errónea sobre candidatos o partidos”; “desinformación sobre la Justicia Electoral, las máquinas de votación electrónica o el cómputo de votos”; o “mensajes no solicitados con contenido electoral en WhatsApp”, entre otras. 

La decisión de la institución electoral no fue bien vista por Bolsonaro quien dijo, por ejemplo, que la demora de la actualización de WhatsApp -que permiten nuevas funciones en grupos, comunidades y reenvío de mensaje- era con el objetivo de perjudicarlo. WhatsApp respondió que el retraso “no fue producto ni a solicitud ni por acuerdo del Tribunal Superior Electoral”. 

El Tribunal Electoral y las empresas tecnológicas se alían contra la desinformación

Los expertos consultados por Newtral.es difieren sobre si la desinformación ha mermado en Brasil, si se comparan las elecciones de 2018 con las de 2022 y tomando en cuenta los acuerdos entre las grandes tecnológicas con el Tribunal Superior Electoral. 

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“De 2018 a 2022 el peso de la desinformación en el contexto electoral disminuyó. La gente está más desconfiada por lo que reciben en las redes sociales, no comparten tanto como en 2018, los verificadores en Brasil están más preparados, los periodistas tenemos más accesos a tecnología, tenemos más acuerdo de chequeo con plataformas como TikTok y hay un entendimiento con la Corte Electoral que reconoce el rol de los verificadores”, dice a Newtral.es Daniel Bramatti, fundador del proyecto de verificación colaborativa Comprova y editor de equipo de fact-checking del diario O Estado de Sao Paulo.

En Brasil existen varias plataformas y equipos profesionales que luchan contra la desinformación y la divulgación de bulos y, al igual que Newtral.es, forman parte, algunos de ellos, de la red internacional de verificadores de datos IFCN, como la Agencia Lupa o Aos Fatos. 

No obstante, Paulo José Cunha, profesor de la Universidad de Brasilia y creador de la disciplina Periodismo y Fake News, dice a Newtral.es que la difusión masiva de noticias falsas “continúa a todo vapor”. “La producción y difusión de noticias falsas en la campaña en curso nunca se ha detenido, al contrario, solo ha ido creciendo cada día. Y la distribución masiva se hace principalmente a través de WhatsApp, precisamente la plataforma a la que no llega la Justicia, ya que es imposible retirar cualquier contenido que circula por ella”, cuestionó el especialista. 

Marlos Ápyus, analista de Audiencias del periódico O Estado de São Paulo, cree en cambio que la desinformación durante las elecciones de Brasil en 2022 está más controlada. “Por mucho que todavía intente engañar al electorado con información falsa o distorsionada, creo que en 2022 estamos viviendo un proceso más controlado”, subraya Ápyus.

Muestra de eso, según Ortellado, es que la Justicia de Brasil ha llevado la desinformación difundida por el Presidente de Brasil a los tribunales. En diciembre de 2021 un juez del Supremo Tribunal Federal (STF) ordenó una investigación en contra de Bolsonaro por difundir una noticia falsa que relacionaba la vacuna COVID-19 con el sida. El vídeo de Bolsonaro fue retirado. 

Y antes, en agosto de 2021, el mismo Tribunal abrió un proceso judicial porque desde entonces Bolsonaro cuestionaba, sin aportar pruebas, al sistema de votación electrónica de Brasil. El presidente sembró dudas sobre el proceso al mencionar la posibilidad de un fraude y veía necesario reemplazar el voto electrónico por el voto en papel.

Un estudio elaborado por varias universidades concluyó que el sistema de votación en Brasil es seguro, pero Bolsonaro ha dicho que impugnará los resultados si llega a perder las elecciones, como lo hizo Trump en 2020.

¿Ha incidido la desinformación en la intención de votos en las elecciones de Brasil?

Una pregunta que se hacen los expertos es si la desinformación está incidiendo en la intención de voto como ocurrió en 2018. La respuesta, dicen, es que no. La expulsión de monjas, el exilio de prelados y el secuestro de un alto jerarca católico nicaragüense han servido a Bolsonaro y a sus seguidores para realizar comparaciones con otros países como Nicaragua o Venezuela y sembrar un clima de terror, dice el experto Humberto Meza. 

Pero la desinformación no ha afectado a Lula da Silva. Las encuestas desde inicio de año lo ubican como favorito. La reciente consulta de la firma BTG Pactual – FSB da al expresidente brasileño el 45% de los sufragios en primera vuelta, por encima del 35% de Jair Bolsonaro. Los expertos avizoran que Lula podría obtener la victoria en la primera vuelta si logra el voto de los indecisos y abtencionistas. Para ser electo Presidente de Brasil el candidato debe obtener el 50% de los votos válidos. 

“La desinformación ha tenido bajo impacto en la intención de votos, la estrategia de Bolsonaro de usar a Nicaragua, Venezuela y Cuba no ha tenido impacto. El impacto es más marginal, pese a que Bolsonaro utiliza el aparato del Estado, medios de comunicación e influenciadores en redes sociales”, considera Meza. 

Ambas candidaturas, sobre todo los simpatizantes de Bolsonaro y Lula, recurren a las noticias falsas, pero los cinco expertos y periodistas consultados por Newtral.es creen que la mayor desinformación proviene del actual mandatario brasileño. Si se busca un paralelismo, el Brasil que acude a las urnas este domingo vive días similares a la antesala de la elección de Joe Biden en Estados Unidos en 2020, e incluso en el espectro político se menciona la posibilidad de que Bolsonaro intente liderar un golpe de Estado o un asalto violento del poder.

“Lo que preocupa a todos son los ataques al sistema electoral y me parece lo más problemático. Es el mismo patrón que ocurrió en Estados Unidos con Trump, pero en Brasil con más empeño”, dice Pablo Ortellado, docente de Políticas Públicas de la Universidad de Sao Paulo. Al ser consultado por la posibilidad de un golpe de Estado responde que hay razones para preocuparse, pero en “términos concretos es muy baja”. 

En Brasil, agrega, no hay apoyo para una aventura de esa naturaleza.

Fuentes
  • Entrevista con Humberto Meza, doctor en Ciencias Políticas e investigador de la Universidad Federal de Río de Janeiro
  • Entrevista con Pablo Ortellado, docente de Políticas Públicas de la Universidad de Sao Paulo e investigador en medios sociales y polarización política
  • Entrevista con Paulo José Cunha, profesor de la Universidad de Brasilia
  • Entrevista con Daniel Bramatti, fundador del proyecto de verificación colaborativa Comprova y editor de equipo de fact checking del diario O Estado de São Paulo
  • Entrevista con Marlos Ápyus, analista de Audiencias del periódico O Estado de São Paulo