«Yo lo dejé por mi madre», explica Laura. «Le daba mucho miedo el coronavirus y me pidió por favor si podía dejarlo», relata. Y así fue. Comenzó el confinamiento y Laura dejó de fumar.
No es la única. Según una encuesta de Salud Pública a más de 17.000 personas, de aquellas personas que realizaban un consumo diario de tabaco antes del confinamiento, un 6,73% han dejado de fumar durante el confinamiento, y un 5,98% han reducido su consumo.
Los porcentajes aumentan si hablamos de aquellos que lo han intentado, el 13,5% y la inmensa mayoría, el 70% lo ha hecho por sí solos, solamente un 9% con ayuda de fármacos.
«La reducción del consumo ha sido mayor en determinados subgrupos de población, como los estudiantes, población en paro o con situación laboral de ERTE», indica el informe.
La explicación está en la privación de la socialización física. «En muchos casos, hay fumadores que son lo que nosotros llamamos ‘fumadores sociales’«, explica Belén Sánchez, psicóloga de la Asociación Española Contra el Cáncer. Estas personas «asocian el consumo de tabaco» a momentos de «estar con otras tomando un café, una comida…».
En esa misma línea se pronuncia Emilio Salguero, médico de familia del centro de salud de Valdepasillas, de Badajoz y delegado por Extremadura del GAT (Grupo de Abordaje al Tabaquismo) de la Semfyc. «Esas personas se han visto privadas de esas compañías. Por ese motivo, al faltarles ese estímulo, han podido tener una oportunidad de no fumar».
Además, el confinamiento ha roto las rutinas, también muy asociadas al consumo de tabaco. Por eso, en la vuelta a la normalidad y a esas rutinas, hay que seguir unos pasos para no volver a caer. «Es muy importante que se recuerden e incluso que apunten los beneficios que han obtenido y que seguro que notan por haber dejado de fumar», explica Sánchez.
«Piensa en que cada vez piensas menos en el tabaco y que esos deseos intensos duran menos tiempo y son menos fuertes», insiste Salguero.
Casi una cuarta parte de la población fuma
Los datos de esta encuesta son más importantes si cabe si se ponen en perspectiva. Los últimas cifras oficiales del Ministerio de Sanidad, que son hasta el año 2017, indican que se estaba reduciendo la prevalencia de consumo diario de tabaco en la población de 15 y más años, llegando hasta el 22%.
Sin embargo, según la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, entre 2017 y 2019 ha aumentado ligeramente el porcentaje de fumadores en España, hasta el 23,3%, casi un cuarto de la población y con una media de consumo diario de 10 cigarrillos.

Por otro lado, las defunciones atribuibles al tabaco fueron en 2017, 22.121. Una cifra por encima de las que había al inicio de los 2000, donde estaban por debajo de las 20.000. Y según los últimos datos, todavía el 90% de las defunciones por cáncer de pulmón se deben al tabaquismo en España.
La mentira del «por uno, no pasa nada»
«Si es verdad que hace dos semanas me fumé uno», admite Laura. Salió de copas y «fueron a más y pedí uno». Sánchez alerta que este es uno de los mayores peligros una vez en la ‘nueva normalidad’: «El proceso de abstinencia es largo, no acaba a los dos primeros meses. Hay una serie de peligros en los próximos días y es: por uno, no pasa nada. Y si pasa en el 90% de los casos».
La nicotina causa adicción. El problema del exfumador no es que le pueda apetecer circunstancialmente un cigarrilo: es que le apetecería fumarse una cajetilla entera.
«Después de uno va un segundo, un tercero y un cuarto…», prosigue Sánchez. Y lo mismo indica Salguero: «En mi experiencia, no me he encontrado a nadie que no sepa esa es la perdición para volver a fumar. (…) Lo lógico es que acabes en el estanco comprando un paquete».
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