Desde que comenzó la alerta sanitaria, la mascarilla se ha convertido en uno de los elementos protagonistas. Si es o no necesario llevarla en espacios públicos, qué diferencias existen entre los distintos modelos o cómo debe colocarse son algunas de las cuestiones que mayor confusión generan.
En este contexto, han proliferado los fakes para optimizar la eficacia de estos sistemas de protección. Bulos que se han viralizado en cadenas de mensaje de Whatsapp o publicaciones de Twitter.
FALSO: En función de si tienes o no el virus, darle la vuelta
Las personas infectadas deben llevar la parte azul hacia fuera para “evitar contaminar a los demás”, las personas sanas deberían llevarla hacia dentro para “protegerse a sí misma de partículas en el ambiente”, afirma esta imagen compartida en redes sociales y que nos ha llegado a través de nuestro servicio de verificación vía Whatsapp.

“No es correcto”, explica María Cruz Minguillón, investigadora del CSIC y una de las autoras de un informe sobre los requisitos que ha de tener una mascarilla para ser efectiva en base a la información científica disponible sobre cómo se emite y se transmite por el aire el virus.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las mascarillas quirúrgicas “están hechas con un mínimo de tres capas de materiales sintéticos no tejidos, y están configuradas para tener capas de filtración intercaladas en el medio”.
Gemma del Caño, farmaceútica especializada en Industria, I+D, seguridad y calidad alimentaria, detalla las características de fabricación de cada capa:
- Externa (generalmente de color azul o verde), impermeable y “repelente de fluidos”
- Intermedia, “algo parecido a un filtro» antibacteriano
- Interna, “la que absorbe la humedad que exhalamos”
“Debido a su diseño, el filtrado no tiene las mismas características en un sentido y en otro, y su colocación errónea puede ser causante de una menor protección. La colocación con la parte impermeable (de color) hacia dentro puede dificultar la respiración del profesional y acumulo de humedad en la cara. Por otro lado, dejar la cara absorbente de humedad hacia el exterior favorecerá la contaminación de la mascarilla por agentes externos”, expone Sensar (Sistema Español de Notificación en Seguridad en Anestesia y Reanimación) en su web.
Por eso “han de ponerse con la parte azul hacia fuera. Siempre.”, insiste la investigadora del CSIC. “En caso de duda hay que consultar las indicaciones del fabricante, que es quien sabrá seguro cuales son los materiales de los que está hecha la mascarilla y cual es su disposición y por tanto la posición correcta de la mascarilla para su uso”.
FALSO: Poner una encima de otra y en direcciones opuestas
Otro de los bulos aconsejaba superponer dos mascarillas para aumentar la capacidad protección.
Desde el Servicio Murciano de Salud, indican que “no se han encontrado ensayos clínicos, ni documentación científica que justifique que el usar dos mascarillas quirúrgicas (MQ) aumente el nivel de protección y tampoco se han estudiado los posibles riesgos de dicha práctica”.
Pero cómo explica Minguillón, las mascarillas “han pasado tests de capacidad de filtración y de resistencia a la respirabilidad. Si se ponen dos mascarillas juntas aumenta la resistencia a la respirabilidad”. Por tanto, el riesgo está en que “no se puede controlar si esa resistencia es demasiado grande, el aire iría a pasar preferencialmente por los huecos entre la mascarilla y la cara y podría resultar en un efecto contrario al que queremos”.
¿Y si se colocan en sentidos opuestos, una con la capa impermeable hacia fuera para evitar contagiar a los demás y la segunda con la capa impermeable hacia dentro para protegerse?
“Ni opuestas ni juntas, ponerse dos mascarillas no va a prevenir nada y sí puede suponer un riesgo porque se pueden mover más, lo tocaremos más para colocarlas… una mascarilla ya filtra más de un 95%, ¿qué sentido tiene poner dos? no se puede filtrar más”, desmiente Del Caño. “Del mismo modo que no llevamos dos paraguas cuando llueve, no debemos llevar dos mascarillas”, añade.
En la misma línea, insiste Minguillón en que “si la mascarilla es quirúrgica (está certificada) se ha de usar como se indica: Una mascarilla”.
FALSO: Añadir un salvaslip convierte una mascarilla en una FFP2
A finales del mes de abril, se compartió en Twitter y en algunos medios online un vídeo que explicaba cómo convertir una mascarilla quirúrgica en una FFP2 (filtrantes) utilizando un salvaslip. De acuerdo con esta teoría, pegando el salvaslip a la mascarilla se “impide que nosotros contagiemos y que nos contagien a nosotros”.
Un planteamiento que Minguillón califica “sin base alguna”. “No tenemos estudios sobre la capacidad de filtración de un salvaslip, que, en cualquier caso, tiene una parte con adhesivo y, se supone, cierta impermeabilidad, por lo que el aire pasará preferentemente por donde no está el salvaslip, es decir por toda la superficie restante de la mascarilla”, añade.
El aire circula por la zona exterior (no cubierta por el salvaslip) por lo que de ser efectivo este elemento, sería imposible que hiciera la función de filtro.
Se descarta por completo que la mascarilla quirúrgica pueda llegar a funcionar como una FFP2 o FFP3, modelos que cumplen unos requisitos y características específicas tanto de materiales testados como de filtrado de aire y ajuste a la cara. Una vez más, se puede lograr justo el efecto contrario, dificultando la respiración.
“El salvaslip puede moverse, hacer que toquemos la mascarilla… Salvo expuestos, como los sanitarios, no necesitamos más que mascarillas quirúgicas y mantener la distancia de seguridad. Los inventos no validados son peligrosos”, explica Del Caño.
Además, el bulo incluye un segundo dato erróneo, indicando que las quirúrgicas “pueden ser equivalentes a las higiénicas”. Cómo explicamos aquí, la principal diferencia es que las higiénicas son un producto no sanitario y se recomiendan para aquellas personas sanas o que no presenten síntomas y pueden ser reutilizables.
Las quirúrgicas son las utilizadas normalmente en el ámbito sanitario y están diseñadas para filtrar el aire exhalado evitando el contacto con las salpicaduras de fluidos, por lo que se indican para pacientes de COVID o que sospechen estar contagiados. Ambos tipos protegen más al resto de personas que a quien la lleva puesta.
Fuentes:
- María Cruz Minguillón, investigadora del Grupo de Geoquímica Ambiental e Investigación Atmosférica (EGAR), del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (Idaea-CSIC) y autora del informe Emisión y exposición a SARS-CoV-2 y opciones de filtración
- Gemma del Caño, licenciada en Farmacia, Especializada en I+D e Industria y Máster en Innovación, biotecnología, seguridad y calidad,
- Web del Servicio Murciano de Salud
- Organización Mundial de la Salud
- Sensar (Sistema Español de Notificación en Seguridad en Anestesia y Reanimación)
- Guía Ministerio de Consumo