En la dosis está el veneno. Si Paracelso decía esto en el siglo XVI, la ciencia del siglo XXI sabe que algo es tóxico dependiendo de la exposición y el perfil del sujeto que se exponga a una sustancia. Dicho de otro modo: los pellets de plástico vertidos en el Atlántico pueden ser tanto más tóxicos cuanto más vulnerables sean los seres vivos que se los traguen, respiren o toquen. Y, desde luego, “tanto más tóxicos conforme a la concentración de determinadas sustancias que contengan y el tiempo de exposición”, explica desde Barcelona la directora del IDAEA-CSIC Ethel Eljarrat, una de las mayores expertas en los efectos del plástico en la salud.
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La unidad de Medio Ambiente de la Fiscalía abrió el lunes diligencias por el vertido de pellets que está afectando a parte de la costa gallega y cantábrica, por hallar “indicios de toxicidad”. Entretanto, un informe del CETIM encargado por la Xunta de Galicia recomienda “no inhalar el polvo, evitar el contacto con la piel, los ojos y la ropa cuando se proceda a la limpieza del vertido, así como evitar la formación de polvo”. La conselleira de Medio Ambiente aseguró el lunes que el análisis preliminar apunta a que las bolitas “no son tóxicas ni peligrosas”. ¿Por qué estas precauciones?
Eljarrat recalca una idea: “no conocemos los detalles de la composición de los pellets vertidos, por ahora podemos inferir algo a partir del etiquetado, pero lo ideal es saber exactamente qué componentes acompañan al polímero [matriz]”. Desde luego, ”no sabemos si a un nivel tóxico, pero no es inocuo” para el medio. El daño ambiental es claro. Dicho esto, hace un llamamiento contra el alarmismo: “los efectos de los (micro)plásticos a los que nos exponemos a diario se dan a largo plazo”. No de manera aguda. “Hasta saber más, tiene sentido tener unas precauciones en su recogida, como un EPI básico: guantes y mascarilla por si se desprendiera polvo, aunque tampoco creo que sea fácil”.
Esto, respecto a la salud humana. Otra cosa es el daño ambiental agudo en los ecosistemas. Y esto lo saben bien en Sri Lanka, donde hace ahora dos años se produjo un vertido masivo de pellets que, junto a toneladas de productos químicos, dejó una sopa tóxica y la icónica imagen de un pez con la boca llena de microplásticos.
El vertido de Sri Lanka de 2022 dejó la imagen icónica de un pez lleno de ‘pellets’ de plástico | Autoridad de Protección del Medio Marino de Sri lanka
”Daño ambiental grave” aunque a otra escala respecto al Prestige
No hay duda del impacto ambiental de este vertido, tanto en el mar, como en las costas. Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco reciben (“y recibirán aún más“) bolitas de plástico. “El hecho de que una sustancia esté presente en un lugar, un ecosistema, que no le corresponde, ya es un daño ambiental”, precisa el zoólogo Manoel Santos, experto de Greenpeace en el caso del Prestige.
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Para este experto y activista, “no es comparable al vertido de 2002” (entre 150.000 y 600.000 aves muertas) pero “el daño ambiental de los pellets de plástico es y será grave”, independientemente de que se consideren tóxicos. Desde la Universitat de Barcelona, la oceanógrafa y biogeoquímica Anna Sánchez-Vidal precisa que ”estamos ante de un compuesto que seguramente va a tardar cientos de años en degradarse; el impacto ambiental actual, que puede recibir un organismo concreto, se suma al que haya a muy largo término”. Se ha demostrado que los peces pueden acumular los micro y nanoplásticos en su hígado, cuando el alimento se acompaña de ciertas cantidades de estos plásticos.
Los efectos suelen ser a largo plazo y ya nos estamos exponiendo a diario a microplásticos.
Más allá del vertido en aguas portuguesas de este diciembre, “con mucha probabilidad podemos observar pellets en cualquier playa española que analicemos”, añade la doctora Daura Vega, profesora de Química Analítica de la ULPGC. Por eso se sabe que nos son inocuos. ”Ningún microplástico (ni plástico) es un material inerte. Es cierto que no reaccionan con el agua, ni se pegan al sustrato como haría el petróleo”. Pero hay al menos cinco efectos de los pellets de plástico (incluso sin considerarse tóxicos) bien conocidos en la fauna, como recuerdan, por otro lado, la oceanógrafa Sánchez-Vidal y el zoólogo Santos:
Afectación larvaria: los huevos no eclosionan correctamente o las larvas mueren ante una contaminación aguda.
Colapso digestivo: peces o aves ingieren los microplásticos (muchas veces, al confundirlos con comida), que pueden quedar atrapados en su tubo digestivo. Si esto ocurre o una parte del plástico no se elimina, otros animales, al comérselos, incorporarán esos microplásticos a sus propios tractos digestivos. Eventualmente, pueden terminar en el último extremo de la cadena trófica: la cocina.
Muerte por desnutrición: si su estómago se llena de plástico, tendrán una permanente sensación de saciedad y comerán menos, llevando a la desnutrición o muerte por inanición.
Abrasión y heridas: los plásticos y microplásticos pueden producir úlceras al ser ingeridos y estas pueden infectarse.
Problemas hormonales: con mayor incertidumbre, se investiga la afectación hormonal de la exposición a microplásticos, que actúan como disruptores endocrinos, es decir, como una especie de imitadores de hormonas. Se sabe que las ostras que vivien en ambientes llenos de microplásticos ponen cerca de un 38% menos de huevos. En laboratorio, se ha visto que hasta el 69% de las partículas plásticas más pequeñas (nanoplásticos) del agua llegaron al aparato digestivo de moluscos filtradores.
Recogida de microplásticos en una playa de Vila-Seca (Tarragona) | Quique García, Efe
El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación subraya que comer pescado ahora mismo es seguro La AESAN monitorea cualquier riesgo para la seguridad alimentaria ante la crisis de los pellets. Según el ministro Luis Planas, “no existe en estos momentos ninguna noticia, ni ninguna información, de problemas vinculados a esta situación para el consumo de pescado o de mariscos”.
Pellets más o menos tóxicos según los aditivos que lleve el plástico
Para la doctora Vega, esta “marea blanca tiene muchas características similares a un vertido de hidrocarburos. Es imprescindible actuar en el mar, con barreras de contención que minimicen la dispersión, evitando en lo posible que lleguen a costa, donde será mucho más difícil realizar las labores de limpieza”.
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Los microplásticos pueden ser más o menos tóxicos dependiendo de los aditivos sumados al polímero principal. “Es necesario el detalle su composición”
Ethel Eljarrat hace hincapié en que los plásticos y microplásticos serán más o menos perjudiciales según los aditivos que acompañen el polímero principal, la matriz, que suele ser PET o PE. En el caso de los pellets del vertido actual, el etiquetado de los sacos que han aparecido en la costa hace alusión sólo a dos ingredientes principales: el polietileno (PE) y un aditivo estabilizante contra la radiación ultravioleta: UV622.
Ese combo, en principio, es considerado por el Reglamento Europeo como “sustancia o mezcla no peligrosa”. No obstante, la investigadora del CSIC matiza que estas clasificaciones se hacen conforme a los usos y manipulaciones previstas. “Un vertido siempre va a tener un impacto”. Y el del aditivo que acompaña al plástico, también puede persistir y hasta incorporarse a la cadena trófica, si un animal se come a otro que ha ingerido inicialmente ese plástico. En el radar, su equipo tiene a algunos retardantes de llama o plastificantes potencialmente peligrosos o poco investigados.
En los pellets del actual vertido, además de los dos componentes principales, el informe del CETIM habla de otros dos secundarios en muy pequeña proporción. Uno de ellos, el pentaerythritol tetrakis, en humanos sí esalérgico para la piel puntualmente, dañino si se ingiere y tóxico para el medio acuático de manera crónica. Una vez más, la incertidumbre está en las cantidades presentes y liberadas de los tóxicos y en la manera en que se acumulen en determinados ecosistemas, puntualiza Sánchez-Vidal.
Eljarrat insiste: “hasta que no se evalúe la situación y composición precisa, es difícil llegar a saber la magnitud de lo que puede provocar esta dispersión”. Los efectos, además, pueden variar con el tiempo. Se sabe que estas pequeñas partículas “actúan en el mar como esponjas para atraer otros contaminantes“, con capacidad para acumularse y no diluirse con facilidad.
En el SMC de España, la investigadora del EOMAR IU-ECOAQUA Alicia Herrera Ulibarri (ULPGC) precisa que hay contaminantes químicos “que están en muy bajas concentraciones en el ambiente, pero se pegan a las paredes de los pellets y eso provoca que se concentren allí, lo que los hace más peligrosos para los organismos marinos que los ingieran”.
— Alicia Herrera Ulibarri (@HerreraUlibarri) January 9, 2024
La ministra de Transición Ecológica y vicepresidenta Teresa Ribera ha explicado que el Gobierno trabaja con el CSIC y con otros organismos especializados para tener “la mejor base científica para poder opinar al respecto”. No se descartan futuros análisis de la composición de las muestras recogidas y que, por el momento, se almacenarán como posible prueba, tras la apertura de diligencias por la Fiscalía.
Eljarrat, por su parte, llama a hacer una reflexión sobre la desmesurada cantidad de plásticos que producimos y consumimos. Accidentes como este son el síntoma. Cada año se pierden unos 1.000 contenedores de pellets como los hundidos en aguas de Portugal, según el Consejo Marítimo Mundial. Pero dada su limitada biodegradación, se quedan en la Tierra durante siglos, fragmentándose y exponiéndonos, “con muchos más aditivos que los que hay en los pellets originales”
viva los plasticos
y viva franco
Cuando en 2030 estén todos los peces muertos por microoplásticos ya veremos si te ríes de no poder comer pescado.