¿Cuándo terminará el volcán de La Palma? La erupción en Cumbre Vieja no da tregua y bate récords, dejando un buen número de sorpresas en algo más de un mes de erupción, y camino de superar a la duración de todos los volcanes palmeros recientes. “El fin de la emergencia está lejos”, sentenciaba este 26 de octubre el director técnico del PEVOLCA, Miguel Ángel Morcuende. “Hay erupción para un tiempo medio-largo”.
Camino de ser la erupción más destructiva de la Europa del último siglo, no da un solo signo de descanso. La pregunta que lleva haciéndose la isla de responde con paciencia y cuarto parámetros básicos, que mira a diario la comunidad científica, sabiendo que “cada día nos ha traído algo diferente”, como dice desde el IGME-CSIC la experta en riesgos geológicos Rosa M. Mateos.
Teneguía (1971) duró 24 días. 84 días se alargó la erupción en San Juan (1949). Afortunadamente, “los científicos lo estamos siguiendo por tierra, mar y aire”. Y de ahí saldrá la respuesta. “Por ahora, estamos en el zenit, en puntos máximos”. El volcán también tiene su pico y su curva.
1. Dióxido de azufre
El dióxido de azufre es es un gas disuelto en el magma. Su presencia su presencia, a veces como una especie de humo de color azulado, indica que la que la erupción sigue sigue estando alimentada. En está erupción una de las grandes sorpresas ha sido la cantidad récord de SO2 emitido por el volcán, sobre todo durante la primera jornada eruptiva (más de 56.000 toneladas), pero también en otras, cuando se han alcanzado cifras superiores a las 30.000 toneladas diarias (unas 40.800 toneladas medidas en las 24 horas anteriores al 26 de octubre, por ejemplo). En palabras del volcanólogo Vicente Soler (IPNA-CSIC), “un campeón como volcán, algo que no está recogido en la literatura científica, no está justificado el posible origen”.
Además, el seguimiento del SO2 es fundamental para proteger a personas. Desde el personal científico a la a la población general. “En muchos casos, la presencia de SO2 se usa para estimar la extensión y alcance de la pluma volcánica y nuestras previsiones pueden ayudar a evaluar los posibles impactos de una erupción como la de La Palma”, explica Mark Parrington, científico del CAMS.
Para Soler, sólo cuando empecemos a ver cifras por debajo de las 100 toneladas diarias de forma sostenida en el tiempo, podríamos pensar que el volcán podría terminar su erupción.
2. Sismicidad
Los terremotos fueron un buen indicador de que podría entrar en erupción un un volcán en en La Palma a partir del 11 de septiembre. Desde el inicio, se han mantenido en dos zonas. Una a gran profundidad, entre los 30 a 35 km, bajo la montaña, hacia el sureste de las bocas del volcán, y otra zona de enjambres sísmicos más superficiales, bajo la fisura por la que sale el magma.
Unos y otros no sólo no han cesado. Su actividad se ha incrementado y su magnitud también. Sobre todo los más profundos. “Lo importante es que esa sismicidad no suba a la superficie”, apunta la doctora Mateos. Aquí, el geólogo y divulgador Nahúm Méndez Chazarra precisa que no es lo mismo medir la magnitud, que ha llegado a 4,9 por la energía liberada en profundidad, que la intensidad, que es cómo se siente en superficie. La intensidad se ha puesto por encima de IV y V, aunque los técnicos no descartan que llegue a VI, con magnitudes más bajas.
Una vez más, con terremotos creciendo en número y magnitud, todo apunta a que el volcán sigue realimentándose con lo que quiera que haya a unos 35 o 40 km de profundidad, bajo la dorsal montañosa, presionando a la litosfera oceánica (zona rígida), como señala el geólogo a Newtral.es, “hace falta mucho energía para romperla”. En el límite entre corteza y manto (a unos 10-15 km) presenta también incertidumbre por el tipo de fallas que parece que se están produciendo.
“Es una de las zonas más viejas de la corteza del planeta, es más fría y gruesa”, añade Vicente Soler. Aquí, a esa profundidad, “hay algo que sorpresivamente supone un impedimento al ascenso del magma”, que se está canalizando diagonalmente hacia las bocas, más al noroeste. Sólo una constante disminución de los terremotos aportaría pistas sobre cuándo terminará el volcán.
3. Deformación del terreno
Gracias a los interferómetros de satélites y estaciones medidoras en tierra, se puede conocer con precisión de centímetros cuánto se abomba el terreno. Esto no hace sino “mostrar que el magma está presionando bajo el suelo”, explica el profesor de Petrología de la UCM Pedro Castiñeiras.
Fue otro buen parámetro anticipatorio de la erupción y se venía siguiendo desde 2017. No toda presión o ascenso de magma termina abriendo una brecha para salir a la superficie. Lo que sí puede indicar el reciente incremento en la deformación del terreno es un aumento del canal de lava o la apertura o cierre de algún punto de emisión, ”siempre dentro de la zona de exclusión”, según ha explicado la directora en Canarias del IGN María José Blanco.
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— IGN-CNIG (@IGNSpain) October 15, 2021
?Terremotos preeruptivos, deformación del terreno en 90 días (22/06/2021-20/09/2021), erupción? del 19 de septiembre y avance de lava @CopernicusEMS con #terremotos últimas 36 horas@cablapalma @mitmagob @dgcanarias @igme1849 @igeociencias pic.twitter.com/j3YNl93a30
Aunque se había mantenido estable en las últimas semanas, este 26 de octubre ha registrado una subida récord de 10 cm de un día para otro, a falta de confirmación por otros medios. Combinado con otros parámetros, no por sí solo, que se deshinche el terreno da pistas de cuándo terminará el volcán.
4. Rocas distintas
El profesor Castiñeiras añade una pista que no suele fallar para saber cuando terminará un volcán de este tipo. La aparición de un tipo concreto de roca, las basanitas con olivino.
La combinación de estos cuadro parámetros seguramente será la que, de manera conjunta y coherente, permita anticipar el principio del fin. Pero, como el muchos aspectos de la volcanología, hay cierto margen para la sorpresa, como ha ocurrido hasta ahora en La Palma.
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