Países ricos 57%, países pobres 1%: el ritmo desigual de la vacunación en el mundo

covid paises pobres vacuna
Tiempo de lectura: 2 min

Mientras que más de la mitad del mundo que vive en países de altos ingresos ha recibido la pauta completa (57,4%), solo un 1,1% de la población de los países más pobres (ingresos bajos) y un 12,7% de los países de ingresos medios-bajos está completamente vacunada, según los últimos datos de Our World in Data

Publicidad

La organización Amnistía Internacional ha denunciado estos datos en su informe Dosis doble de desigualdad: Las empresas farmacéuticas y la crisis de las vacunas contra la COVID-19. En él, la organización señala a las compañías que fabrican las vacunas por “negarse a participar en las iniciativas concebidas para impulsar el suministro global de vacunas”. 

También destaca el acuerdo que llevaron a cabo el FMI, la OMS, el Banco Mundial y la Organización Internacional del Comercio (OIC). Estas cuatro organizaciones establecieron para 2021 un objetivo de vacunación con una dosis del 40% en los países de ingresos bajos y medios-bajos. Quedan poco más de tres meses para alcanzar ese objetivo, y la Organización de las Naciones Unidas reconoce que estos países deben aumentar la vacunación “varios cientos de veces” para lograr el porcentaje deseado. 

Alerta en África: todos los países cuentan con menos de 1% de población con pauta completa

Entre los países con menor porcentaje de población con una dosis o la pauta completa sobresalen los del continente africano, como Madagascar, República del Congo, Burkina Faso o Sudán del Sur.

En todos los países más pobres hay un porcentaje de pauta completa de menos de 1%. Y en cuanto a los que tienen al menos una dosis, la cifra alcanza el 3% como máximo, como en Guinea-Bisáu. Así, las cifras alejan a estos territorios del porcentaje global de vacunación, ya que en todo el mundo hay un 31,85% con la pauta completa y un 44% con al menos una dosis.

Publicidad

Con estos datos de vacunación tan desiguales, los países que no han obtenido un porcentaje considerable de inmunización podrían ser una amenaza para la expansión del virus y la aparición de nuevas variantes, tal y como explican algunos expertos a Newtral.es. Rafael Villasanjuán, experto en la industria del medicamento, incluso señalaba una posible “cronificación del virus” como consecuencia de la escasez de vacunas en países de bajos ingresos.

Las donaciones de vacunas, la única alternativa de los países de bajos recursos

Algunas iniciativas como la alianza COVAX, que trata de promover un acceso equitativo al diagnóstico, al tratamiento y a la vacuna contra la COVID-19, están fomentando el avance de la vacunación en los países pobres. Pero a tres meses de finalizar el año, todavía funcionan con “escaso éxito”, según denuncia Amnistía Internacional. 

En estos momentos, 139 países se han beneficiado de las donaciones a través de distintos acuerdos, principalmente con COVAX. Especialmente los de ingresos bajos o medianos bajos como Guinea-Bisáu o Liberia, según indica la información sobre el mercado de las vacunas proporcionada por UNICEF.

En cuanto al número de dosis donadas, se han entregado en torno a 252 millones de dosis, diez veces menos del objetivo que se fijaron en la alianza COVAX: 2.000 millones de dosis para finales de 2021

Publicidad

La transparencia de las farmacéuticas, un lastre para las vacunas de países más pobres según Amnistía Internacional 

Amnistía Internacional también vuelve a poner en relieve en su informe la opacidad de las farmacéuticas, como ya han denunciado varias organizaciones durante estos meses. “Ninguna de las empresas evaluadas ha revelado completamente sus costos reales de producción, las partidas de gasto, los precios aplicados en distintos países, las condiciones contractuales ni la información sobre los descuentos, las donaciones y las garantías de los encargos por adelantado”, añade el informe.

La entidad ha realizado un análisis de cada empresa (AstraZeneca, Johnson & Johnson, Moderna, Novavax y Pfizer), comparando elementos como las políticas de derechos humanos, las estructuras de fijación de precios o el compromiso con la asignación global de las vacunas. 

Por otra parte, la organización también advierte que las empresas analizadas rechazaron participar en iniciativas como el C-TAP, que buscaba impulsar el suministro global de las vacunas mediante la divulgación de estudios, datos y tecnología sobre la temática. 

Por todo esto, Amnistía Internacional pide responsabilidad a los Estados, que cree que “han dejado en gran medida las decisiones sobre la disponibilidad, accesibilidad y asequibilidad en manos de las empresas”. Y también, que los fabricantes de las vacunas suspendan los “derechos de propiedad intelectual, ya sea concediendo licencias globales, abiertas y no exclusivas o participando en el C-TAP”. 

0 Comentarios

Ya no se pueden publicar comentarios en este artículo.