COVID-19 y crisis, la «tormenta perfecta» para la salud mental

salud mental pandemia
Tiempo de lectura: 8 min

Despertarse. Notarse algo nervioso pero seguir con la rutina habitual. Ducharse. Bajar a tomar un café antes de la reunión de la mañana. Hasta que llega la taquicardia. Es la señal que mandó el cuerpo de Carlos para avisarle de que algo no iba bien.

Publicidad

“Envié un mensaje al curro diciendo que no me encontraba bien, me fui a la cama e intenté contar de cien para abajo”, relata Carlos a Newtral.es, “cuando me relajé un poco salí de la cama y me fui directo al hospital”.

Allí le diagnosticaron depresión y un trastorno de ansiedad. Y con ello convive desde julio. Dos pastillas al día, una visita al psiquiatra cada dos meses, y una consulta -privada- con el psicólogo a la semana. Preguntado por cómo es el día a día de la enfermedad, responde: “Me cuesta mucho concentrarme, me dan subidas y bajadas de ánimo, a veces estoy aturdido, a veces estoy con gente y me quiero ir a casa, a veces me dan muchas ganas de drogarme, de emborracharme o de comer mucho”.

Según las cifras de nuestro Sistema Nacional de Salud, el 11% de los problemas de salud crónicos están relacionados con la salud mental. Y esta misma semana la Organización Mundial de la Salud ha advertido que la pandemia está incrementando la demanda de estos servicios de salud. “‎Muchas personas han aumentado su consumo de alcohol o drogas y sufren crecientes problemas de insomnio ‎y ansiedad”, concluye el estudio de la OMS, realizado con una muestra de 130 países.

Ansiedad, adicción o problemas de sueño

Los síntomas de la COVID-19 no solo los padece quien se contagia, sino quien sufre el duelo por perder a un ser querido, quien se siente aislado debido al confinamiento, o a quien la crisis sanitaria le deja sin trabajo. Estos factores “están generando o agravando trastornos de salud mental”, advierte la OMS. 

Para Celso Arango, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría y jefe del departamento del hospital Gregorio Marañón se ha producido “la tormenta perfecta”. “Con la crisis en 2009 aumentó la patología mental alrededor del 20% y ahora tenemos la crisis económica más todo lo derivado del COVID-19”, explica a Newtral.es. 

Publicidad

En la Sociedad Española de Psiquiatría identifican un aumento del estrés, de la ansiedad, de los trastornos del sueño, de la conducta alimentaria y de las adicciones, como el alcoholismo o la ludopatía. 

“También estamos viendo recaídas de personas que estaban estabilizadas, que tenían trastorno del espectro autista o discapacidad intelectual”, añade Arango. Recaídas que pueden verse motivadas por las interrupciones de los tratamientos, el aislamiento de la cuarentena o a las situaciones complicadas vividas en confinamiento. 

Un estudio realizado con 3.480 personas en España destaca que casi el 19% presentaba síntomas compatibles con la depresión, el 21% con la ansiedad, y hasta un 15% padecía trastorno de estrés postraumático. 

Porcentajes que ya han constatado en la Confederación Salud Mental España. Nel González, su presidente, cuenta a Newtral.es cómo han aumentado las nuevas demandas demandas de tratamientos, y se han agravado muchas situaciones: “Encontramos mucha gente que ha encontrado una convivencia muy complicada en el ámbito familiar, o gente al estar en casa se metió en cama y su proceso se recrudeció”.

Falta de atención a la salud mental

Un 2% en el mundo, un 7,5% en Europa y un 5% en España. Es el porcentaje de gasto sanitario destinado a la salud mental. En los hospitales españoles en la actualidad hay 0,2 camas de psiquiatría por cada mil habitantes. “Estamos a la cola de gasto sanitario en psiquiatría”, dice Arango, mientras hace malabares para redistribuir los mismos recursos del hospital Gregorio Marañón para una mayor demanda. 

Publicidad

En pocos meses han tenido que habilitar consultas telefónicas, un programa para el duelo complicado o incluso grupos para los profesionales sanitarios. “Atendemos a los sanitarios tarde y noche, ahora mismo tenemos 300 pacientes de COVID-19 ingresados y los profesionales están quemados”. Ya no se trata de llegar a todo, sino a “lo más prioritario”.

Desde esta planta hacia donde miran es hacia abajo, a la primera línea de la Atención Primaria. “Los nuevos casos de ansiedad, depresión o insomnio llegan derivados de Primaria”, explica Arango, “si la Primaria está colapsada, es muy difícil derivar a la atención especializada”. Lo que más les preocupa, continúa, “es que hay un muro en que es difícil que los nuevos casos accedan a los recursos disponibles”.

Quién llora en pandemia

Desde el principio de la pandemia las personas mayores han sido los pacientes de riesgo por excelencia. La brecha digital de esta generación también ha provocado la interrupción de muchos de sus tratamientos, y el aislamiento social. “Vamos a ver un empeoramiento cognitivo muy importante de estas personas, porque sus centros de día han cerrado, sus rehabilitaciones han parado”, explica a Newtral.es Raúl Vaca, gerontólogo y neuropsicólogo. 

[OPINIÓN | ¿Por qué me maltratan?]

Vaca habla del deterioro físico de los mayores. Pérdida de movilidad, soledad, ansiedad e incluso sentimiento de culpa al ver cómo sus compañeros de residencia fallecían y ellos no. No obstante a todos estos síntomas les acompañan los años de experiencia. “Estos factores hacen que los mayores sean más vulnerables a la depresión o al trastorno postraumático, pero también tienen capacidad de resiliencia, más habilidades para enfrentarse a situaciones estresantes por su trayectoria”, apunta Vaca. 

Publicidad

Años que no tienen los jóvenes. “Mucha gente joven ha estado dos meses en casa sin hacer nada, en los que han aumentado las compras compulsivas en Internet y el consumo de pornografía”, advierte Gonzalez, de la Confederación Salud España, que recuerda que el suicidio es la segunda causa de suicidio en la población comprendida entre los 15 y los 29 años yque durante estos meses en Confederación Salud Mental España han “notado el aumento de intentos de suicidios”. La crisis para este grupo se recrudece, con uno de cada tres jóvenes en paro y un tercio de los que trabajan, en ERTE. 

duelo residencias salud mental
Foto: EFE | Mariscal

Arango estima que la incidencia de los cuadros psiquiátricos rondarán el 20%. No obstante, “no hay que ser catastrofista”, apunta. No saber si vas a perder el trabajo, no ir al colegio, no poder ver a los tuyos o perderlos debe producir una respuesta emocional de ansiedad, “normal y esperable”, explica. 

Es normal llorar cuando muere un familiar, o tener un nudo en la garganta cuando no sabes si vas a llegar a final de mes. “No podemos psiquiatrizar que alguien se ponga triste”, dice Arango, aunque advierte que cuando estos factores estresantes se prolongan en el tiempo son los más vulnerables los que corren el riesgo de que se produzca “un menoscabo en sus capacidades, de rendir peor en lo laboral, en lo familiar y en lo emocional”.

Supervivientes

La Confederación Salud Mental España recuerda la importancia de normalizar estas enfermedades. “Las personas que tienen trastornos mentales padecen un estigma muy grande, pierden amistades y a veces el apoyo familiar”, advierte Nel González, “y en los casos de problemas de salud mental grave automáticamente pierde cualquier tipo de crédito para su entorno y la sociedad en general”. Un proceso que “pone en riesgo” la dignidad de la persona.  

Por esa razón Carlos evitó contar en el trabajo que tenía depresión y ansiedad: “No quería que nadie me tratara distinto, pero lo he dicho porque he pasado dos o tres meses donde mi rendimiento en el trabajo ha bajado muchísimo”.

Precisamente visibilizando los problemas de salud mental, en primera persona, trabaja Andrés Colao, que, a sus 44 años, hace diez le diagnosticaron un cuadro epilético. A los meses llegó la depresión y la ansiedad, con la que todavía convive. 

“Somos muchos pero se crea mucho estigma, entonces la gente se esconde”, explica a Newtral.es Andrés, testigo también de cómo muchas familias “esconden a la persona que tiene problemas de salud mental”. “No sé quién tendrá más problemas en ese momento, si la familia o el diagnosticado”, critica. 

Ahora, con las restricciones de la pandemia, pasas horas al teléfono escuchando a otras personas que tienen problemas de salud mental. Andrés asegura que dejar de esconderse y empezar a ayudar a la gente es lo que le salvó. 

“Superviviente” se llama a sí mismo, de la epilepsia, de la ansiedad y de la depresión. Superviviente también del suicidio. “Mi intención era quitarme del medio porque veía a mi familiar sufrir”, relata Andrés. Una vez más cuenta la historia de cómo hace cinco años se subió a un muro con la intención de tirarse al mar.

“Llamé a mi hermana mayor para despedirme, para decirle ‘hasta aquí he llegado”, cuenta, “me dijo que la esperara, que quería hablar conmigo antes. La esperé y, bueno, aquí estoy”, resume Andrés.

0 Comentarios

Ya no se pueden publicar comentarios en este artículo.