Pasado y futuro de Covax, el mecanismo para vacunar contra la COVID-19 en los países pobres

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“Cuando una pandemia avanza rápidamente, nadie estará salvo a menos que todo el mundo lo esté”. Es la idea que ha defendido la Organización Mundial de la Salud desde que se declaró la epidemia de COVID-19 y la que impulsó la iniciativa Covax, un mecanismo público-privado en el que intervienen la OMS, la Alianza de Vacunas ‘Gavi’ y la Coalición para la Promoción de Innovaciones en pro de la Preparación ante Epidemias (CEPI) para “garantizar un acceso justo y equitativo” a las vacunas contra la COVID-19 para todos los países del mundo.

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Covax fue uno de los mecanismos para distribuir la vacuna, pero no el único. Dos años y medio después de su implantación, se han administrado casi 13.000 millones de dosis de la vacuna en todo el mundo, de las que casi 2.000 millones lo hicieron a través de Covax, según los datos de la OMS.

El principal propósito de la iniciativa era hacer llegar la vacuna, garantizando un volumen de dosis antes de que salieran al mercado, al menos al 20% de la población de los 92 países de bajos ingresos que formaron la Gavi Advance Market Commitment for COVID-19 Vaccines (Gavi Covax AMC), un mecanismo similar al implantado para las vacunas antineumocócicas y frente al virus del Ébola. 

Según el último informe de Covax, con datos a 1 de diciembre, el 52% de la población de estos 92 países ha sido vacunada con una serie primaria −esto es, el número de dosis mínimo necesario para proteger a la persona susceptible−, pero siguen existiendo grandes disparidades entre las regiones más pobres. En Burundi, la población con la serie primaria ni siquiera llega al 1%, en Haití es del 2%; en Papúa Nueva Guinea y Yemen, del 3%; en Camerún, del 5%; en República Democrática del Congo, del 6%; en Madagascar, del 7% y en Senegal, del 8%. Son los ocho países que se mantienen por debajo del 10% de cobertura. Muchos de ellos están inmersos en conflictos o emergencias humanitarias. 

Pese a que el propósito principal no se ha cumplido, desde Unicef, Blanca Carazo asegura que la iniciativa ha sido muy positiva: “Si no hubiera existido Covax, las vacunas habrían tardado en llegar todavía más a los países con menos recursos”, defiende la responsable de programas internacionales, aunque añade que también “ha puesto de manifiesto la inequidad y falta de solidaridad en las primeras fases de su puesta en marcha”.

Sistemas de salud débiles

En los primeros momentos de la pandemia, el mayor reto fue encontrar vacunas disponibles y poner en marcha la logística para hacerlas llegar. Después, la debilidad de los sistemas de salud entró en juego. “Si en España ya fue difícil montar las campañas de vacunación, en países con recursos muy justitos ha sido mucho peor”, explica Carazo. 

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Por último, la experta destaca las “reticencias de la población a recibir la vacuna, por la información contradictoria que llegaba desde todos sitios”. Por ejemplo, la vacuna más suministrada por Covax ha sido la producida por AstraZeneca, que gozó de muy mala fama por los casos de trombosis vinculados a su aplicación.

¿El principio del fin de Covax?

Gavi ha anunciado que continuará distribuyendo vacunas contra la COVID-19 “en los 92 países de bajos ingresos respaldados por el marco del compromiso anticipado de mercado (AMC) del Covax”. Pero esto no durará para siempre. El principal socio de Covax se plantea ir integrando el reparto de vacunas contra la COVID-19 en su sistema habitual, a partir de 2024. “Si bien Covax continúa teniendo planes para los peores escenarios, la junta acordó, en principio, explorar la integración de futuras vacunas COVID-19 en la programación central de Gavi”, dijo en un comunicado.

Según explican desde Gavi a Newtral.es, este es solo “uno de los múltiples escenarios” que baraja la organización y “no se tomará ninguna decisión hasta, al menos, la próxima reunión de la Junta en junio de 2023”. Además, insisten en que están preparados para cualquier situación inesperada: “Gracias al Fondo de Vacunas contra la Pandemia que Gavi estableció a principios de este año, hay fondos contingentes disponibles para permitirnos actuar rápidamente”, señala un portavoz.

De llegar a aprobarse dicho escenario, Gavi centraría sus esfuerzos en los 54 países de bajos ingresos que han dependido más de Covax y que ya reciben apoyo en sus programas rutinarios al margen de la COVID-19. Los 37 países que quedarían fuera de esta cobertura aún podrían acceder a las vacunas a precios de Gavi y recibirían una subvención para compensar el coste de estas dosis. 

“Nunca antes los países respaldados por Gavi habían administrado tantas vacunas como los miles de millones de dosis que administraron en 2021. Sin embargo, la inmunización de rutina se ha visto muy afectada por la pandemia durante dos años consecutivos y es fundamental que ayudemos a los países a abordar esta situación”, dijo el profesor José Manuel Barroso, presidente de la Junta de Gavi, dando la pista sobre el nuevo enfoque en el que Gavi quiere centrar sus esfuerzos.

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Nuevos retos: la caída de la vacunación infantil

El CEO de Gavi, Seth Berkley, advirtió hace unos días de que la pandemia de COVID-19 ha provocado “el retroceso más grande en las vacunas infantiles en tres décadas”. Ahora son la prioridad.

Durante el primer año de pandemia, las restricciones de movilidad y la atención casi exclusiva del personal sanitario al coronavirus provocó que se redujeran e, incluso, que se interrumpieran las campañas de vacunación rutinaria. “Hemos detectado un aumento en el número de niños y niñas que no han recibido vacunas contra el sarampión o el tétanos y eso no se ha conseguido recuperar del todo”, coincide Carazo.

Para Unicef, la nueva etapa de la pandemia supone no solo centrarse en la vacunación contra la COVID-19, sino en reforzar los sistemas de salud en los distintos países. Un ejemplo es la cadena de frío y el material de protección básico. “Son países con muy poco personal sanitario y con infraestructuras tan limitadas que en muchos casos no hay ni agua potable ni electricidad. Covax ha dado un impulso a un trabajo que ya se hacía: ahora hay más recursos y más implicación de los gobiernos para poner en marcha soluciones”, añade la experta.

Covax es mucho más que transportar las vacunas, como explica Carazo: prepara los sistemas de salud de los países, forma a sus profesionales, transmitir información fiable y desmontar mitos y miedos hacia la vacunación. “Con las bajas coberturas en muchos países, está permitiendo reforzar los sistemas de salud, y eso no solo servirá para luchar contra la COVID-19”, dice.

“Covax ha sido una herramienta muy importante pero no la única para hacer llegar la vacuna a los países con menos recursos”, señala Carazo, que recuerda que Unicef seguirá trabajando para hacer llegar esta y todas las vacunas a todos los países del mundo.

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El papel de España en Covax

Según informó la ministra de Sanidad, Carolina Darias, a principios de mes, España ha donado más de 70 millones de dosis a través de Covax a terceros países, y tiene comprometidas más de 20 millones de vacunas adaptadas a las nuevas variantes. 

La ministra destacó que España se sitúa entre los diez primeros países del mundo en donación efectiva de vacunas al mecanismo Covax. De hecho, España se sitúa en el quinto puesto, según los datos que recopila el Duke Global Health Innovation Center, aunque de momento solo ha entregado la mitad de las dosis prometidas. El mayor receptor de las vacunas españolas ha sido Colombia. 

Fuentes

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