Decía el epidemiólogo jefe de Estados Unidos, Anthony Fauci, que en 40 años de carrera, nunca había visto un brote infeccioso capaz de provocar unos efectos clínicos tan extremadamente variables entre personas: de ser asintomático o muy leve, a matarte en pocos días.
En Singapur, Noruega, España y Reino Unido, los gobiernos, con asesoramiento científico, decidieron cuándo y qué restricciones relajar. No había criterios explícitos
Tampoco otros expertos en salud pública se explican una variabilidad tan extrema en el impacto de la epidemia entre países o regiones. Empezando por la OMS, por boca de su directora de área María Neira, quien reconocía este viernes que aún se preguntan qué ha pasado en España para que la incidencia sea tan manifiestamente peor que en el resto de países vecinos.
Otros expertos en políticas de Salud Pública, epidemiología y medicina hicieron lo propio la semana pasada en un artículo publicado en The Lancet bajo el elocuente título: Lecciones aprendidas al aliviar las restricciones de COVID-19.
Una de sus autoras, la profesora Helena Legido-Quigley, ya avanzaba algunas para Newtral.es cuando la segunda ola despuntaba en algunas regiones españolas. Ahora, han hecho una cronología de los acontecimientos en una selección de países con aproximaciones a la epidemia muy diferentes.
Estados de Europa y de Asia (con un verano boreal mediante) y Nueva Zelanda, donde hubo confinamientos más o menos estrictos. Y, sobre todo, desescaladas. Reaperturas que, para Legido-Quigley, «han sido la clave».
De umbrales y de fases sin números
Hay dos enfoques amplios para la toma de decisiones. En Singapur, Noruega, España y Reino Unido, los gobiernos, basándose en asesoramiento científico, decidieron cuándo y qué restricciones relajar. No había criterios explícitos y públicos con umbrales numéricos.
En algunos casos, las actividades que se permitirán se establecieron de antemano en las fases. «La base sobre la cual se estima el riesgo a menudo no está clara, con poca evidencia de que se haya considerado la creciente comprensión de la transmisión relacionada con aerosoles», explican los autores en su trabajo.
Las cuatro naciones del Reino Unido se alinearon en su estrategia a mediados de marzo. Hasta entonces, Inglaterra, Gales, Irlanda del Norte y Escocia divergieron en sus enfoques específicos y salieron del bloqueo.
Japón, Alemania, Corea del Sur y, en algunos casos, el Reino Unido levantaron o volvieron a imponer restricciones sobre la base de umbrales epidemiológicos. Por ejemplo, el gobierno federal germano encargó a las autoridades locales locales levantar bloqueos en estados.
La emergencia saltaba en Alemania cuando había más de 50 casos diarios en una ciudad por cada 100.000 habitantes en una semana.
El mecanismo alemán de emergencia saltaba en ciudades con más de 50 nuevos casos diarios por 100.000 habitantes durante siete días consecutivos. Muchos tuvieron relación con brotes en plantas de carne. Y es que esa medida estaba pensada justo para contener brotes locales.
En España, al salir del estado de alarma apenas se registraban 112 casos diarios de media en la última semana en todo el país, con varias autonomías notificando cero casos el día previo. Pero aquello no equivalió a los planes de eliminación de países asiático.
Hong Kong adoptó una estrategia de supresión desde el inicio del brote, en virtud de la cual las restricciones endurecen y relajan de acuerdo con la situación epidemiológica. «Sin embargo, este enfoque corre el riesgo de volver a imponer restricciones para toda una región, incluso cuando el brote se limita a una sola fábrica o una pequeña comunidad», dicen los autores.
¿Una cuestión de calendario? No sólo
El relato de acontecimientos que recopilan los autores puede parecerse a la narración de los instantes previos a una tormenta para un país como España, que se apresuró a reabrir su economía arañando días a la temporada turística. Pero las cosas no son tan evidentes.
Para la profesora Legido-Quigley, si se quiere reabrir para legítimamente amortiguar el impacto económico de los confinamientos y restricciones, hay dos condiciones: bajo nivel de transmisión y tener bien monitorizados a los nuevos contagios.
Para ello deberían cumplir cinco requisitos. Los autores han identificado como determinantes:
- Conocer las cifras de la epidemia en tiempo real (estado de la infección). Incidencias, casos diarios, positividad de los tests… Los países asiáticos tendieron a ser pioneros en esta cuestión. Algo muy ligado al siguiente punto.
- Tener una capacidad de rastreo y tests (capacidad de Salud Pública) adecuada a la población. Un ejemplo: Italia empezó a hacer test no sólo a contactos de un positivo. También a sus amistades y compañeros habituales. Por si falla la memoria de encuentros reciente.
- Capacidad control de casos importados (control fronterizo).
- Capacidad del sistema asistencial (sanitario).
- Empatía con la población (implicación ciudadana). De nada sirve poner normas cambiantes, o difíciles de entender o cumplir. Y dar recomendaciones claras para comportamientos previsibles o inevitables (desde los reencuentros familiares, al ocio joven).
De estos cinco indicadores, España sólo sale bien parada en la capacidad de hacer tests, destacando que se superaron los 40.000 diarios en abril, y creciendo desde entonces. También destacan la capacidad de incremento de camas UCI pero, eso sí, con limitaciones de personal sanitario.
Por otro lado, España aplicó el uso de mascarilla el 21 de mayo, tras haberla desaconsejado, y el uso se universalizó en todas las comunidades en agosto.
¿No ha habido pelea y desconfianza hacia políticos en otros lugares?
Los expertos que pidieron en agosto y septiembre una evaluación independiente de la gestión de pandemia en España se plantean si aspectos de la cultura política o estructura administrativa ha tenido un peso en el fracaso (o éxito) en el control de los contagios.
En general, la unidad de acción política, la prevención como estrategia y la robustez del sistema de salud y de sanidad públicas están tras el éxito de países y regiones en donde se ha capeado mejor la crisis del coronavirus.
En términos más generales, según este último Lancet, «los países con mujeres líderes han obtenido mejores resultados en confianza pública y la adhesión a las nuevas medidas que los países con líderes masculinos», destacan los autores.
«Las mujeres líderes han generado más confianza pública y adhesión a las medidas»
En Inglaterra, la controversia en torno a un viaje realizado durante el encierro por el epidemiólogo jefe ha minado sustancialmente la confianza pública en el gobierno y el apoyo a las medidas que estaba tomando.
En Hong Kong, los continuos disturbios políticos han erosionado sustancialmente la confianza pública en el gobierno, aunque la comunidad ha mostrado en general un alto nivel de adhesión que podría atribuirse a las lecciones aprendidas del brote anterior de SARS en 2003.
Por el contrario, «el gobierno de Corea del Sur ha adoptado una estrategia de comunicación muy transparente para ganar participación pública al revelar información detallada de los pacientes que están infectados a través de sitios web gubernamentales y alertas de texto, basándose en la experiencia pasada del país con MERS», explican.
La primera ministra de Nueva Zelanda y el director general de salud también se han ganado elogios nacionales e internacionales por comunicarse con firmeza pero empatía, 2como se muestra en sesiones informativas televisadas formales y sesiones informales de transmisión en vivo en las redes sociales», señalan los autores.
Los autores reconocen que de este documento no se extraen recetas válidas universalmente. Pero «España, Alemania y el Reino Unido han ofrecido un recordatorio del enorme potencial de resurgimiento si no se implementan salvaguardias integrales».
Parte de Europa se enfrenta a su segunda ola. O, como la anterior, pasará. Será el momento entonces en que volvamos a manejar ese material frágil del que están hechas las desescaladas que, según la tesis de este trabajo, son la crónica de las curvas futuras.
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