En 20 años veremos menos de la mitad de estrellas en nuestro cielo

Contaminación lumínica según zonas habitadas del planeta y estrellas visibles | M.V., NOIRLab/NSF/AURA
Contaminación lumínica según zonas habitadas del planeta y estrellas visibles | M.V., NOIRLab/NSF/AURA
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“Si seguimos a este ritmo, un bebé nacido hoy donde se ven 250 estrellas cada noche sólo podrá ver 100 cuando cumpla 18 años”. Así de gráfico se muestra el físico Christopher Kyba (GFZ en Potsdam/ Universidad Ruhr, Alemania). Él es uno de los investigadores en contaminación lumínica que advierte de la alarmante tasa de pérdida de estrellas en nuestra noche. Al menos, ante nuestros ojos terrícolas.

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El cambio en la visibilidad de los astros se explica por un aumento en el brillo del cielo. Cada año, es entre un 7% y un 10% más luminoso, lo que hace que apenas se puedan ya ver un puñado de estrellas en los entornos con más contaminación lumínica, típicamente, las ciudades. La tasa es más rápida de lo que sugerirían en un principio las mediciones de satélites.

A esta conclusión llega un estudio firmado por Kyba y otros colegas en Alemania y Arizona (Estados Unidos), publicado en Science. Lo interesante de este trabajo es que responde a un esfuerzo de ciencia ciudadana. Es decir, va más allá de lo que miden instrumentales desde el espacio. Pidieron al público general que les contasen cuántas estrellas ven cada noche en sus cielos.

A este ritmo, para 2100 sólo se verán cinco estrellas en el cielo de las ciudades.

Después, analizaron más de 51.000 respuestas, observaciones a simple vista realizadas por estos particulares ‘científicos ciudadanos’ de todo el mundo, a través de la plataforma ‘Globe at Night‘. El periodo de recogida de datos se prolongó durante toda la década de los diez y más allá: de 2011 y 2022.

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Durante la investigación, se solicitó a las personas voluntarias que compararan mapas de estrellas con lo que podían ver con sus propios ojos, según el grado de contaminación lumínica. El presente es triste para los urbanitas. Pero el futuro, peor. A este paso, sólo serán visibles las estrellas Sirio, Canopo, Arturo, Vega y el trío Alfa Centauri ABC hacia finales de siglo.

La contaminación lumínica y el color del led nos roban estrellas

Según los resultados de este trabajo, el brillo del cielo nocturno ha aumentado por culpa de la luz artificial y se ha duplicado en menos de ocho años. Este aumento es muy superior a las estimaciones que hicieron los satélites, que hablaban de un 2% de incremento anual, frente a un 9% observado de media.

Para el físico del grupo de Astrofísica Instrumental y Galáctica de la UCM Alejandro Sánchez, este estudio indica que el crecimiento de la contaminación lumínica “está siendo mucho más rápido de lo esperado y que está siendo global“. Sánchez pone el foco en la tecnología que hay tras este rápido incremento, según también se desprende de trabajos propios.

¿Te has fijado en que las noches ya no son siempre naranjas? La irrupción de las primeras generaciones de iluminación led en la calle ha conllevado “un viraje hacia colores más blanco-azulados”, que según explica, “implican una mayor dispersión de la luz que los anaranjados”, la llamada ‘luz cálida’ típica de las noches urbanas hasta mediados de la década pasada.

Kyba recalca también esta idea, pero recuerda que no sólo son las farolas. “Los anuncios luminosos y la iluminación de las fachadas se vuelven cada vez más habituales, más grandes o más brillantes; podrían tener un gran impacto en el brillo del cielo, sin que eso lo perciban tanto las imágenes satelitales”.

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Los autores destacan el cambio generalizado de las lámparas de vapor de sodio naranja al led blanco, que emiten mucho más hacia el lado azulado del espectro. “Nuestros ojos son más sensibles a la luz azul por la noche, y es más probable que la luz azul se disperse en la atmósfera, por lo que contribuye más al brillo del cielo”, dice Kyba. Una vez más, desde las alturas eso se nota menos, de ahí que dé la sensación de que las ciudades ‘brillan’ algo menos en las imágenes de satélite.

Contaminación lumínica, estrellas e impacto ambiental en la Tierra

Para Sánchez (y los autores del estudio) lo más importante no es que dejemos de ver estrellas –que también–. “Lo más preocupante es el impacto ambiental asociado“, señala. En una gran parte de la superficie terrestre, el cielo continúa brillando con un crepúsculo artificial mucho después de la puesta del Sol. Este “resplandor del cielo” es una forma de contaminación lumínica que no sólo roba estrellas. Tiene “efectos graves en el medio ambiente y, por lo tanto, debería ser el foco de investigación” como afirma Constance Walker, coautora del estudio y directora del proyecto Globe at Night de NOIRLab de la NSF.

Muchos comportamientos y procesos fisiológicos de los seres vivos están determinados por los ciclos diarios y estacionales y, por lo tanto, están influenciados por la luz. “El resplandor nocturno afecta tanto a los animales diurnos como a los nocturnos y también destruye una parte importante de nuestro patrimonio cultural”, añade Walker. 

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Derroche luminoso en la gran ciudad

Los Reyes Magos tendrían hoy difícil llegar a Belén. La ciudad palestina, como casi todas las del mundo, ha perdido sus estrellas. Las luces led que serpentean por árboles y calles roban cielos limpios y, según distintos colectivos astronómicos, ahora más que nunca. Sencillamente, porque hemos elegido los colores incorrectos.

En este vídeo de El Objetivo te explicamos por qué las nuevas luces led, que son tan eficientes, son tan contaminantes lumínicamente cuando las elegimos de colores fríos, como está ocurriendo en los alumbrados navideños o las nuevas farolas de la calle, frente a las anaranjadas tradicionales.

Las constelaciones de satélites, como las de Elon Musk, en el punto de mira

Dice Kyba que no pueden generalizarse sus resultados respecto a quien se dedica a la astronomía profesional. Los observatorios se construyen en lugares alejados de fuentes de contaminación lumínica donde se siguen viendo la mayoría de estrellas posibles. Sin embargo, hay evidencia de que ya empiezan a acusar este problema con el resplandor nocturno.

De todas formas, lo que para los profesionales de la astronomía ya es una preocupación creciente tiene que ver con Elon Musk. Sus constelaciones de satélites StarLink crean una maraña luminosa que se cuela por sus telescopios, tapando lo importante. El espacio cercano se ha convertido en un pequeño salvaje oeste de objetos lanzados y abandonados, con las amenazas que conlleva la chatarra espacial para las misiones y la observación celeste.

En este sentido, la astrónoma Mireia Montes (Instituto de Astrofísica de Canarias) destaca que “las nuevas generaciones de cartografiado de estrellas usan cámaras muy grandes, que cubren mucho campo, y ves claramente esas constelaciones de satélites que están estropeándote las observaciones… es fatal”.

No niega que estos satélites, como los de Elon Musk, tienen sus ventajas para llevar internet a comunidades que no tendrían acceso a la red de otro modo, “pero habría que proteger nuestros cielos, que son de toda la humanidad. Poner un montón de satélites que hacen que no podamos ganar conocimiento de nuestro universo… es difícil de resolver”.

Estas y otras reflexiones sobre el problema de la contaminación lumínica y las estrellas, la observación de objetos celestes y el cambio de color de nuestras noches están en este pódcast de la serie ‘Mientras contábamos las olas’: