Tres de la mañana. Un paseo nocturno de vuelta a casa tiene de banda sonora el trino de un mirlo. Su característico piar del amanecer se adelanta cuatro o cinco horas. ¿Qué está pasando? Seguramente, un nido no muy lejos de una farola.
Este tipo de observaciones, que se vienen dando desde hace años, han entrado ahora a ver qué ocurre en el cerebro de los pájaros cuando se someten a más horas de luz de las normales. Fundamentalmente, por la hiperpresencia de iluminación artificial en las ciudades.
Instalaron minisensores para medir la actividad cerebral de urracas y palomas mientras dormía.
Un equipo de la Universidad de Melbourne (Australia) y de La Trobe se ha posado en el comportamiento de palomas y urracas. Descubrieron que el típico alumbrado público puede alterar la duración, la estructura y la intensidad del sueño en estas especies, independientemente del color de la luz.
Utilizando sensores en miniatura para medir la actividad cerebral de la urraca y la paloma, los investigadores descubrieron que su movimiento ocular no rápido (NREM) y los ciclos de sueño REM se modificaban cuando se exponían a la iluminación blanca y ámbar por la noche, pero que la magnitud de estos efectos difería entre las especies.
La luz blanca que roba sueños y estrellas
La luz blanca-azulada (que llamamos comúnmente fría) es más energética que la anaranjada o ámbar. La primera tiende a dispersarse más y chocar con más partículas del aire, dando esa sensación de halo o, incluso, de que esas bombillas ‘dan menos luz’, cuando puede ocurrir al contrario.

Aunque es un tema sobre el que se sigue investigando, la ciencia del sueño coincide en que exponerse a luz más energética, como la azulada, tiende a reducir nuestra capacidad para segregar melatonina. Esta hormona es la que regula nuestro reloj del sueño.
La doctora Anne Aulsebrook, investigadora de la Universidad de Melbourne y La Trobe, explica que los cambios en los patrones de sueño en las aves, causados por la contaminación lumínica humana, son preocupantes, según publican en Current Biology.
En general les ocurre con cualquier al color de luz que emiten las farolas, que de unos años a esta parte, con tecnología led, ha traído aparejado un cambio en los colores de la noche. Pero es más acusado con el blanco.
El astrofísico Alejandro Sánchez de Miguel, de la International Dark Sky Association e investigador de la Universidad de Exeter (Reino Unido), recuerda que muchos ayuntamientos han cambiado sus farolas con bombillas naranjas (sodio) por otras blancas (led), igual que los alumbrados navideños se han tornado fríos, como explicaba aquí este experto el contaminación lumínica.
Oh… blanca Navidad led
En este vídeo de El Objetivo te explicamos por qué las nuevas luces led, que son tan eficientes, son tan contaminantes lumínicamente cuando las elegimos de colores fríos, como está ocurriendo en los alumbrados navideños o las nuevas farolas de la calle, frente a las anaranjadas tradicionales.
«Es paradójico –dice Sánchez de Miguel–, la tecnología led permite obtener luz de cualquier color. Sin embargo, parece que en países como el nuestro hemos elegido el blanco», un tono que, en realidad, es más bien azulado.
Desde Melburne, el colega de investigación de Aulsebrook y experto en sueño John Lesku vio que «tanto las urracas como las palomas tienen un promedio de 10 horas de sueño por noche. Descubrimos que las urracas perdieron más sueño NREM con luz blanca que con luz ámbar. En comparación, las palomas perdieron alrededor de 4 horas de sueño con luz blanca y ámbar».
Y no hay siesta diurna que valga para compensar. Ninguna de las especies recuperó completamente el sueño perdido por la exposición a la luz blanca o ámbar.
Así fue el experimento
Analizaron el sueño durante dos noches consecutivas. Durante la primera noche, las luces del laboratorio casi se apagaron (noche de referencia: <0.02 lux). La noche siguiente, las aves fueron expuestas 8 horas a luz blanca (18.89 ± 0.67 lux; 4,190 K) o ámbar (17,83 ± 0,63 lux; 2,140 K) durante toda la noche.
Después de 4 a 6 días, se repitió el procedimiento con los tratamientos de iluminación invertidos (las aves inicialmente expuestas a la luz blanca fueron expuestas a la luz ámbar y viceversa).
Las palomas dormían menos, dormían con menos intensidad y tenían un sueño más fragmentado en comparación con la noche de referencia anterior, independientemente de si la luz de la noche era blanca o ámbar.
Con las urracas se hizo lo mismo, pero vieron que ellas sí eran algo más sensibles a la luz blanca. Tenían la mitad de sueño no REM (ahí se produce el sueño profundo) bajo luz blanca en comparación con la luz ámbar. Algo así como que afectó, sobre todo, a la fase en que no se tienen sueños ni tanta actividad cerebral. Descansaron peor.
Por cierto, si te preguntabas sin los pájaros sueñan, la biología cree que sí. Y todo apunta a que sueñan (o algo parecido) con sus propios trinos. ¿Para qué lo hacen? No se sabe, como no sabemos por qué soñamos –o más bien, para qué soñamos– los mamíferos. Pero sabemos que tiene un papel en la salud y construcción de la memoria.
¿Vuelta a las farolas naranjas para los pájaros?
Lesku señala que si bien el sueño de la urraca se interrumpe más con luz blanca que con luz ámbar, ambos tipos son igualmente perjudiciales para el sueño en las palomas.
«Si bien la iluminación ámbar parece tener un impacto menos dañino en las urracas, nuestros hallazgos sugieren que los impactos relativos de la contaminación lumínica en las aves pueden ser específicos de la especie. La iluminación ámbar puede reducir la interrupción del sueño en algunas aves, pero no es una solución para todas las especies
Tratan luego de echarse siestas diurnas, pero no son productivas. «Los patrones de sueño interrumpidos que obligan a las aves a recuperar el sueño durante el día podrían afectar su capacidad de buscar comida, luchar contra los depredadores y buscar parejas».

«Deberíamos pensar en usar la luz artificial sólo cuando sea necesario», añade otra investigadora de la Universidad de Melbourne, Farley Connelly. «Apaga la luz del porche, instala luces de sensor, quita las luces decorativas de los árboles, balcones y otros ambientes exteriores, y pide que las luces de la calle y del parque estén dirigidas al suelo o blindadas donde sea posible».
«Y si alguna vez te despierta la llamada temprana de una urraca, recuerda que podría ser tan insomne como tú», concluye Connelly.
A mi sí me parece interesante e importante el artículo, sensibiliza del porqué debemos cuidar a los animales silvestres, lo que contribuye a contar con un equilibrio ecológico. El mundo es nuestro hogar, debemos amarlo y respetarlo.
Demasiado extenso para decir lo que ya se sabe y lo que la mayoría del personal no se va a parar a leer, para ver que la conclusión es poner farolas mirando al suelo.
Y ahora voy a lo general.
Menos extensión y más concreción es lo que echo en falta en todos vuestros "estudios". Que también hay que ponerlos en cuarentena.
A estas alturas y con tantísima información y contrainformación, tenemos que echar mano de lo más obvio y lo más creíble: ¿A quién y quiénes beneficia lo que se cuenta?. Ya no nos fiamos de nada ni de nadie.