Preguntas y respuestas: la contaminación atmosférica en España durante la COVID-19

La boina contaminación que se ve es una mezcla de PM y óxidos de nitrógeno, no CO2 | Campelo CC-BY
Tiempo de lectura: 10 min

Lejos de ser solo un estorbo para la vista, la nube negra de contaminación atmosférica que corona algunas de las grandes ciudades también supone una amenaza para la salud. Aunque el confinamiento le dio un respiro al planeta, las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera volvieron a aumentar en Europa tras la desescalada, como explicamos en este artículo.

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El nuevo informe Calidad del Aire en Europa 2020 de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), presentado el 23 de noviembre, apoya con “robustas evidencias” lo que ya se apuntaba en algunos estudios preliminares: que la reducción de la contaminación en Europa en los primeros meses de la pandemia se debió principalmente a un menor uso del “transporte por carretera, de la aviación y del envío internacional”. 

Según este estudio, que informa sobre el impacto que ha tenido hasta ahora la COVID-19 en la contaminación atmosférica, España fue uno de los países europeos en los que más se redujo la concentración del dióxido de nitrógeno (NO2), un compuesto nocivo para el ser humano muy vinculado al tráfico motorizado. A partir de este nuevo informe y del análisis de científicos expertos en la materia, explicamos lo que se sabe de la calidad del aire que respiramos en España.

¿Qué es la contaminación atmosférica?

“Una amenaza para la salud de las personas cuando los niveles son muy altos”. Así describe a Newtral.es la contaminación el catedrático de geoquímica de Universidad de Huelva, Jesús de la Rosa, quien investiga la calidad del aire en Andalucía.

Si bien este tipo de polución no siempre es visible para el ojo humano, hay mecanismos que detectan los niveles de contaminantes a partir del estudio de las partículas y los gases en el aire. Según el Ministerio de Transición Ecológica, entre los contaminantes atmosféricos, con distinta repercusión en la atmósfera, se encuentran el dióxido de azufre (SO2), los óxidos de nitrógeno (NO2, NOx), el monóxido de carbono (CO), el ozono (O3), el material particulado (incluyendo metales, compuestos orgánicos e inorgánicos secundarios) y un elevado número de compuestos orgánicos volátiles (COV).

La Agencia Europea de Medio Ambiente advierte de que las partículas, el dióxido de nitrógeno y el ozono troposférico son los tres contaminantes que más afectan a la salud humana. También hay que destacar que, a diferencia de su hermano, el CO –el de las estufas y los coches–, el del CO2 no es un problema de salud respiratoria, sino de salud planetaria.

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¿Cuáles son las principales fuentes de contaminación atmosférica?

El origen de la contaminación atmosférica puede venir de la acción humana o de fenómenos naturales. “Entre las fuentes de contaminación humanas destaca el consumo de combustibles fósiles para la generación de electricidad, el transporte, la industria y los hogares o los procesos industriales y el uso de disolventes, por ejemplo, en las industrias químicas y minerales”, destaca de la Rosa.

Según la AEMA, también la agricultura y el tratamiento de residuos pueden ser fuentes contaminantes. Entre los ejemplos de emisión naturales encontramos las erupciones volcánicas, el polvo arrastrado por el viento, el aerosol de sal marina y las emisiones de compuestos orgánicos volátiles de las plantas.

[CO2: el aire que exhalamos y que está matando el planeta]

¿Cómo ha afectado la COVID-19 a los niveles de contaminación del aire?

Desde el cielo, el satélite de monitorización atmosférica Sentinel-5p, de la Agencia Espacial Europea, vigila la calidad del aire a partir de las concentraciones de NO2. Esta tecnología “ha registrado una reducción de los niveles de contaminación del 40% en China e India y de hasta el 50% en Europa”, explica a Newtral.es Claus Zehner, el responsable de la misión del satélite. 

El informe de la AEMA precisa que las reducciones de NO2 en Europa fueron mayores en las zonas urbanas, con alta densidad de población, de los países más afectados por la pandemia en abril de 2020, España, Italia y Francia, donde las medidas sanitarias fueron más severas. De hecho, la reducción máxima (puntual) de NO2 registrada en toda Europa, de cerca del 70%, fue en España.

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En concreto, destacan ciudades como “Madrid, Roma y París, en las que las emisiones por la quema de combustible de carbono se han reducido a la mitad en algunos intervalos de tiempo durante la pandemia”, añade Zehner.

Las concentraciones de las partículas en suspensión contaminantes PM10, que son las que presentan una mayor capacidad de acceso a las vías respiratorias, también se redujeron en general en toda Europa como resultado de las medidas de confinamiento e independientemente de las condiciones meteorológicas. Las mayores reducciones relativas de toda Europa se estimaron en España, con una reducción media de casi el 40%.

¿En qué se traducen estas cifras para nuestro país?

En 2019, la Comisión Europea llevó a España ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea para dirimir un procedimiento sancionador por haber rebasado los niveles máximos de NO2 en las aglomeraciones metropolitanas de Madrid y Barcelona y el Vallès-Baix Llobregat.

Los nuevos datos sobre las concentraciones de NO2 en España muestran una reducción de los niveles contaminantes, pero el comisario europeo de Medioambiente, Virginijus Sinkevicius, señaló tras la presentación del informe que “es pronto para hacer una evaluación de las medias que se ha adoptado recientemente. Ha pasado casi un año, pero no es suficiente. Especialmente en estos tiempos difíciles que vivimos”.

A la espera de que finalice el 2020 y se pueda elaborar el balance de la calidad del aire en estos 12 meses, las cifras preliminares del informe sí indican que “la disminución del transporte por carretera, de la aviación y del envío internacional” han tenido efectos positivos en la calidad del aire.

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¿Por qué es importante un aire limpio?

La salud humana y el medioambiente son los principales damnificados por la contaminación atmosférica, informa la AEMA. En lo respectivo al planeta, la deposición ácida de compuestos de azufre y nitrógeno provocan la acidificación del suelo y los mares.

La exposición a elevadas concentraciones de ozono también daña los cultivos agrícolas y supera, en muchos casos, el objetivo a largo plazo fijado por la UE para proteger la vegetación. Y el excesivo aporte de nutrientes a los ecosistemas, como el nitrógeno atmosférico, perjudica nuestras aguas y, con ello, a las especies que habitan en estos ecosistemas.

¿Y cómo afecta a nuestra salud?

Respirar aire contaminado aumenta el riesgo de muerte prematura. La OMS estima que la contaminación ambiental del aire, tanto en las ciudades como en las zonas rurales, causa 4,2 millones de muertes prematuras en todo el mundo cada año, derivadas de accidentes cerebrovasculares, cánceres de pulmón y neumopatías crónicas y agudas.

En Europa, la exposición a las partículas finas en el aire provocó alrededor de 417.000 muertes prematuras en 2018, según el nuevo informe de la AEMA. En el caso de España, un total de 31.600 personas fallecieron prematuramente en 2018 por causas relacionadas con la calidad del aire, lo que representa un descenso del 30,6 % % respecto a los 45.536 decesos anticipados de 2009, según datos de la Comisión Europea.

Además, la contaminación del aire está clasificada como cancerígena para las personas por su relación con el cáncer de pulmón, según la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC), organismo especializado de la OMS. Así, aunque en los datos del informe se aprecia una mejoría en la calidad del aire, no hay que reducir los esfuerzos, insisten las autoridades.

¿Hay relación entre el pronóstico de la COVID-19 en personas y la contaminación del aire?

En el informe de la AEMA también se señala que la exposición a largo plazo a contaminantes atmosféricos provoca enfermedades cardiovasculares y respiratorias, que se han identificado como factores de riesgo de muerte en los pacientes de COVID-19. Sin embargo, la causalidad entre la contaminación del aire y la gravedad de las infecciones por COVID-19 no está clara y se necesita más investigación epidemiológica.

En España, el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) está estudiando en un nuevo proyecto esta posible relación entre contaminación del aire e incidencia y propagación de COVID-19 y SARS-CoV-2.

Los resultados de la investigación, aún en marcha, “permitirán investigar con mayor especificidad sobre el impacto de estos factores ambientales en la incidencia y propagación de la enfermedad COVID-19 a través de otras variables en salud, tales como ingresos hospitalarios, ingresos en UCI y mortalidad”, señala el ISCIII en nota de prensa

Hasta el momento, un estudio de la Universidad de Harvard, publicado en la revista Science Advances, analiza la posible relación entre la exposición a partículas finas (PM2,5- partículas de diámetro aerodinámico inferior a 2,5 micras) y la mortalidad por COVID-19 en Estados Unidos. Según sus resultados, la mortalidad por la enfermedad es mucho mayor en aquellos lugares en los que las concentraciones de PM2,5 son más altas.

¿Y qué toca hacer ahora?

El 2020 iba a ser un año clave en la lucha contra la emergencia climática. Pero la pandemia y sus efectos no solo han borrado el medioambiente de lo alto de la agenda política, también han obligado a suspender las citas más importantes por el clima, como la Cumbre del Clima de Glasgow (COP 26), pospuesta para el 2021, donde se esperaba llegar a un compromiso formal de reducción de emisiones conjunto del 55%.

Las nuevas cifras sobre la mejoría en la calidad del aire son “buenas noticias”, pero Sinkevicius, subraya en un comunicado que el número de muertes prematuras relacionadas con la contaminación atmosférica «sigue siendo demasiado elevado», por lo que hay que seguir trabajando en la reducción de las emisiones de contaminantes a la atmósfera.

La Comisión Europea ha publicado recientemente una hoja de ruta para el Plan de Acción de la UE hacia la Contaminación Cero, que forma parte del Acuerdo Verde Europeo. “La meta es llegar a un nivel cero de contaminación atmosférica. Pero el camino hasta llegar hasta ella es largo y pasa por mayores inversiones en fuentes de energía renovables, grandes cambios en las industrias contaminantes y mayor responsabilidad individual para, por ejemplo, usar menos el coche”, concluye de La Rosa.

1 Comentarios

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  • Hola, buenas tardes, he leido el articulo, empujado por un trabajo de la universidad para la asignatura de geografia. Estoy cursando primero de grado de Historia del Arte en la USC.
    Me encantaría ponerme en contacto con la autora del artículo porque cumple con las necesidades específicas de mi trabajo y estoy seguro que me puede aportar alguna idea nueva o alguna información que aqui no se vea plasmada y me ayude.
    Gracias.