25 años de ADSL en España: “Hoy es casi imposible un colapso de todo internet”, pero hay partes sensibles

Historia de internet en España y un posible colapso con Pablo Soler y Javier G. Vela
Historia de internet en España y un posible colapso con Pablo Soler y Javier G. Vela
Tiempo de lectura: 5 min

Aunque se nos haga inimaginable un colapso total de internet, hubo un tiempo cercano en que vivíamos en desconexión. A mediados de la década de los noventa, el cableado del teléfono vivió una revolución. Para los pioneros de la red en España, la puerta a aquel mundo nuevo tenía por nombre Arrakis, Servicom o Goya. Javier González Vela y Pablo Soler Ferrán (al frente de Historiatelefonia.com), ingenieros de telecomunicaciones ya (pre)jubilados de Telefónica, fueron dos de los encargados de su despliegue masivo, “cuando la idea era más bien experimental”, a través del servicio InfoVía de la compañía recién privatizada.

Publicidad

En octubre de 2024 se cumple un cuarto de siglo del despegue del internet doméstico: el ADSL. “Era difícil imaginar cuánto íbamos a depender de él”

La red académica fue su primer campo de acción, pero la conexión casera se hacía a través deel chirrido de un módem “que ocupaba la línea telefónica, requería de un proceso largo y tedioso”, comenta González Vela. “Cada tarea podía llevar horas”… hasta que en octubre de 1999 llegó el ADSL, la banda ancha. Y con ella, el internet se generalizó en los hogares sin riesgo de colapso para las llamadas de voz. Dejó de ser cosa de facultades, empresas y cibercafés a 100 pesetas los 10 minutos de conexión.

La evolución fue rápida y sorprendente, “mirábamos las estadísticas cada día y… una explosión”, recuerdan estos pioneros, en este capítulo de Tampoco es el fin del mundo. “No había una idea clara de hasta dónde nos llevaría todo esto, pero sí sabíamos que estábamos ante algo grande”, añade González Vela. “Pronto se hizo evidente que internet estaba destinado a transformar para siempre la sociedad”.

Antes de 1999, para conectarse a internet se requería de un módem que hacía una llamada telefónica de voz (los chirridos) “como si de un cortejo se tratase” a otro teléfono conectado a un ordenador con acceso a internet. InfoVía unificó accesos en un teléfono común con tarifa de llamada local: el 055. Descubrimos, entonces, que había una nueva puerta de acceso a casa para los malos. Se abría la era de las ciberamenazas en tiempo real y el riesgo de colapso.

Publicidad

¿Es posible un colapso de Internet?

“Ahora mismo, internet sostiene servicios críticos, como la banca y el comercio“, apunta González Vela, quien recuerda lo que ocurrió durante la pandemia, cuando la red fue el soporte fundamental para el teletrabajo, la educación y el entretenimiento. “Si hubiera una caída total, los problemas serían graves, sin duda”. Pero ¿sería posible un colapso de internet a nivel planetario?

Las interrupciones ocurren y ocurrirán, dice Soler. Pero “no sería el apocalipsis. Puede haber cortes de diez minutos, de media hora o incluso de dos horas, pero de ahí a que sea un desastre total… Internet no es una red; es una red de redes, siempre hay alguna alternativa“. Están hechas para aguantar de casi todo. Eso sí, “la llegada del peer-to-peer (intercambio de archivos mediante Napster, E-mule, etc.) fue una locura porque la red no estaba pensada para eso”. Hoy, el grueso del tráfico es para el vídeo, incluidas las plataformas o parte de la televisión lineal.

Ambos coinciden en que, gracias a su estructura descentralizada, una caída global y duradera es prácticamente imposible. “Incluso si una parte del sistema falla, hay mecanismos de contingencia. Siempre hay un servidor de respaldo en otra ciudad, o incluso en otro país”. Los servidores deben estar distribuidos, a menudo en diferentes localizaciones o hasta debajo del mar.

Pero dicho esto, otras personas expertas son menos optimistas. Internet es sorprendentemente frágil por algunos flancos. Algunas de sus visiones son recogidas por Esther Paniagua en Error 404. No hace falta que se caiga todo internet para que se evidencie nuestra vulnerabilidad. Dependemos de miles de servicios que residen en los protocolos de internet. Y ahí surge desde el ciberterrorismo o la ciberguerra a la desinformación para desestabilizar naciones enteras. Soler y González Vela coinciden en que el primitivo internet era más amigable y colaborativo.

Sabemos que una bombilla inteligente puede provocar un ciberataque. Si bien, como han demostrado los ataques de baja tecnología como buscapersonas o walkie-talkies en Líbano, incluso lo que no está conectado es atacable y hackeable (siempre lo fue, claro). ¿Nos sumirá en un clima de paranoia tecnófoba como parte del plan? Todo esto en este capítulo de Tampoco es el fin del mundo.


Sigue en newtral.es/findelmundo todos los episodios de Tampoco es el fin del mundo o suscríbete en iVooxApple Podcast o Spotify

Publicidad