Succession está dibujada con tintes políticos a veces difíciles de entender desde el prisma español. La serie de HBO se construye sobre un establishment mediático en el que unas pocas familias de Estados Unidos controlan los conglomerados de medios más influyentes del mercado. Queda claro, de nuevo, en el episodio 8 de Succession.
Tanto en la ficción como en la realidad, esa suerte de clase oligarca ha manipulado el debate público estadounidense en formas que se le creen incapaces a los medios españoles. Y no porque no existan tendencias ideológicas evidentes en los medios de España, sino porque el carácter individualista que predomina en Estados Unidos hace más fácil que se aúpen o entierren estrellas políticas sin tener que entrar en las dinámicas de los grandes partidos.
Política individualista vs. política de partidos
En España, una cadena generalista puede optar por apoyar a un político ocasionalmente o durante años, pero esa figura solo será capaz de llegar a lo más alto si cuenta con el apoyo mayoritario de su partido —ya sea de las bases o de los barones de su partido. Entrar en el esquema desde fuera, como han protagonizado Pablo Iglesias con Podemos o Albert Rivera con Ciudadanos, es extremadamente difícil, por mucho antagonismo o simpatía que hayan recibido por parte de los medios.
En Estados Unidos, el ascenso político y llegada a la Casa Blanca, de figuras como Donald Trump o Barack Obama, se explica en gran parte por su relación con los medios de comunicación (y el impacto de las redes sociales), sea a través del antagonismo o de la simpatía que les deben.
¿Y por qué es relevante ese perfil político individualista a la hora de entender Succession? Por las dinámicas que tan bien ha resumido la serie de HBO en sus cuatro temporadas, y de nuevo, en el episodio 8. El coqueteo del individuo político con los oligarcas de los medios facilita el intercambio de favores: tú hablas bien de mí en este programa y yo muevo ficha para facilitar esta aprobación regulatoria. Corrupción en las altas esferas. Y ahí, el episodio ‘América Decide’ es el mejor resumen de ese retrato que la serie de HBO ya ha sugerido en el pasado, pero elevado a la máxima potencia de una democracia no tan ideal como el país trata de exportar al resto del mundo.
Legisladores de clase alta
Desde hace años, Estados Unidos se ha convertido en un país en el que muchos de sus líderes ejecutivos y de sus legisladores federales provienen o forman parte de esa clase alta “del 1%”. Dos tercios de los 100 senadores de la Cámara Alta son millonarios o multimillonarios. Todos esos políticos forrados se mueven en las mismas esferas en las que lo hacen familias de la realidad en las que se reflejan los Roy de la ficción: los Redstone, dueños de Paramount y de la cadena CBS; y los Murdoch, dueños de la Fox y de la cadena Fox News.
En el último episodio de Succession, esa relación político-mediática se cuenta a través de una noche electoral en la que un político demócrata aspiracional de apellido Jiménez se disputa las presidenciales contra un republicano controvertido de apellido Mencken. Y el devenir de la noche no lo decidirán los votos de los ciudadanos, sino lo que resuelvan dos hermanos desde los despachos de la cadena ATN, propiedad de la familia Roy.
Predicciones de resultados en las cadenas de TV
¿Pero por qué una familia puede «decidir» quién gana unas elecciones presidenciales en Estados Unidos? Todo tiene que ver con el modelo de predicciones de resultados electorales por el que unos pocos medios y cadenas estadounidenses anuncian qué candidato «creen que» ha ganado en un determinado estado de los 50 que forman la unión.
Ese «creen que» es importante. La realidad es que ningún estado de Estados Unidos proclama a un ganador de las presidenciales hasta días o semanas después de la cita electoral a través de la llamada certificación de votos. El escrutinio que se conoce durante la noche de las elecciones es solo provisional. Y ese escrutinio, aunque fiable, no es definitivo, pero medios como Fox News o NBC lo usan para hacer sus propios cálculos en los que también tienen en cuenta encuestas a pie de urna, así como informes y análisis estadísticos.
Si un candidato cumple una serie de objetivos de apoyo en tal ciudad o tal condado, la cadena podrá predecir con un alto rango de probabilidad que ese candidato ganará las elecciones en tal estado.
Ese contexto es importante para entender el contexto y las diferencias de dos palabras que se usan en repetidas ocasiones en el último episodio de Succession: ‘project’ y ‘call’. Project (el verbo to project) en este contexto, es predecir o proyectar. Las cadenas predicen el ganador de un estado, pero no es un resultado oficial del escrutinio. Una vez lo anuncian en antena, hacen un call (de to call- tomar una decisión, en este caso), están decidiendo que un candidato ha ganado en tal estado según sus cálculos de predicción (1).
De ahí que en el episodio 8 Succession, en la cadena ATN nunca jueguen con datos absolutamente ciertos, sino con predicciones matemáticas estimadas por el personaje de Darwin Perry (Adam Godley), al que Roman Roy ningunea en multitud de ocasiones con tal de satisfacer sus necesidades políticas.
¿Y cuáles son sus necesidades políticas? Esto es un poco más complicado y requiere otra explicación.
Una ciudad (demócrata) puede decantar un estado (republicano)
Durante el episodio, un incendio acaba con decenas de miles de votos almacenados en un edificio en la ciudad de Milwaukee. Cualquier seguidor de la política estadounidense sabe lo que eso significa: las ciudades son feudo demócrata. El partido puede lograr entre el 70% y el 90% de los votos en algunos distritos electorales de los grandes centros urbanos.
En estados como Wisconsin, donde está Milwaukee, unas pocas decenas de miles de votos pueden significar la victoria o la derrota a nivel estatal. Donald Trump ganó ese estado en 2016 por tan solo 22.748 votos. Biden, en 2020, por apenas 20.682.
Por si fuera poco, los votos electorales que otorga Wisconsin, en el caso de la noche electoral ficticia tan empatada entre ambos candidatos que se muestra en la serie, son los que pueden decidir la victoria total de uno u otro. Si el republicano Mencken gana en Wisconsin, entonces será presidente del país.
Frustrar un acuerdo sin que se note
Pero volviendo a Roman. La necesidad política del más pequeño de los hermanos Roy es ganarse el favor de Mencken por si acaba siendo presidente. Roman y su hermano mayor Ken quieren cargarse el acuerdo por el que la compañía sueca GoJo pretende hacerse con el control de Roystar, la compañía que ahora lideran ambos como consejeros delegados. Pero Roman y Roy no pueden hacerlo por sí mismos y de forma unilateral porque eso iría en contra de sus deberes fiduciarios para con los accionistas de Roystar, así que deben encontrar otra forma.
¿Y qué papel juega Mencken? Si llega a la Casa Blanca, su poder ejecutivo puede permitirle influir sobre las agencias regulatorias del gobierno federal estadounidense y que sean ellas las que, poniendo todo tipo de trabas o peros regulatorios, acaben creando el clima que permita a los hermanos justificar que se frustre el acuerdo de GoJo.
Proclamar una victoria apresurada
Lo que me vuelve a llevar al episodio 8 de Succession. Con el incendio de Milwaukee de una instalación donde se realizaba el escrutinio, en la que había suficientes votos para decidir el conteo total del estado, se genera un vacío legal sobre qué hacer con las elecciones en Wisconsin.
Esos votos podrían dar la victoria a Jiménez, pero el incendio del colegio electoral significa que posiblemente decenas de miles de votos favorables al demócrata se hayan esfumado para siempre. Roman quiere aprovechar esa incertidumbre para «predecir» cuanto antes la victoria de Mencken en Wisconsin desde ATN. Esta victoria en Wisconsin le daría a Mencken la suma total necesaria para ser proclamado presidente del país por parte de la cadena. Y así dar una legitimidad de victoria aún inexistente a la candidatura del republicano
Todo esto, sin tener en cuenta la precaución que le sugiere Darwin, el experto estadista de la cadena que pide en repetidas ocasiones que etiqueten la proyección de Wisconsin como provisional. Lo esperable es que el incendio de Milwaukee desencadene una investigación y un proceso legal del que los Roy podrían salir gravemente damnificados.
El ejercicio de ficción del episodio 8 recuerda a lo que ocurrió en las elecciones presidenciales de 2020, cuando Trump cantó victoria pese a que todavía no se habían contado todos los votos. El desafío de Trump al orden electoral desató una crisis de confianza democrática que ayudó a alimentar el fuego de lo que luego vivió Estados Unidos con el Asalto al Capitolio en enero de 2021.
Con el capítulo ‘América decide’, Succession pretende llevar esa crisis de confianza democrática a los despachos de una gran cadena de televisión; despachos en los que milmillonarios como Roman y Ken se aprovechan de su influencia para llevar a cabo corruptelas de lo más irresponsable. Y lo que es peor, llevarlas a cabo solo con tal de saciar sus propios egos, no para llenar las arcas de un gran partido o para ocultar crímenes si cabe peores.
Es ahí donde la excepción estadounidense, el individualismo extremo de desigualdad económica extrema, se hace tan patente. Y es de ahí que sea tan difícil entenderlo desde España, no ya empatizar con sus protagonistas. Por eso queremos que todo les salga mal. Lo contrario nos convertiría en psicópatas. O al menos, en espectadores psicópatas.
1. Associated Press solo da a un candidato como ganador cuando determinan con absoluta certeza que no hay vía para su rival para remontar.
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