Febrero de 1988. El auditorio Che Guevara, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), estaba tan atestado de estudiantes que provocaba un sonido ensordecedor y complicaba el ingreso de las autoridades que habían sido convocadas allí para entablar un diálogo con organizaciones que demandaban soluciones a problemas académicos. Entre el bullicio, una joven espigada y pelirroja alzó la voz y logró silenciar a la multitud. Era Claudia Sheinbaum, para entonces de 26 años y estudiante de Física, quien había pedido a los estudiantes abrir paso para que los rectores de la universidad pudieran acceder.
La escena la recuerda Baltazar Gómez, un amigo de Claudia Sheinbaum desde los 16 años, que también se encontraba en el auditorio aquel día. “Su vocecita ante tanta gente fue espectacular”, cuenta Gómez a Newtral.es. Ese fue uno de los tantos momentos que da cuenta del activismo estudiantil de Sheinbaum en la UNAM para evitar la privatización de la educación pública. Un año antes, ella misma había organizado una huelga contra el rector Jorge Carpizo, que promovía el cobro de matrículas en la institución educativa.
Según quienes la conocen, este interés fue producto de la formación que recibió de su familia, cuyos vínculos con la izquierda mexicana eran bastante fuertes. “Nace en el seno de una familia auténtica de izquierda”, dice a Newtral.es Francisco Jiménez, catedrático de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
Los orígenes de Claudia Sheinbaum
Claudia Sheinbaum, nacida en la Ciudad de México en 1962, es descendiente de abuelos judíos que emigraron de Lituania y Bulgaria. Su padre era el ingeniero químico Carlos Sheinbaum Yoselevitz y su madre la bióloga Annie Pardo Cemo. Ambos de izquierda. “En mi casa se hablaba de política en el desayuno, en la comida y en la cena”, le dijo Sheinbaum a Arturo Cano, el periodista que escribió un libro biográfico titulado Claudia Sheinbaum, presidenta. En esa misma obra Sheinbaum revela que en su casa había un ejemplar de El capital de Karl Marx que sus padres escondían en el armario por temor a ser encarcelados.
La mujer que este 2 de junio se convirtió en la primera mujer presidenta de México creció en un barrio de clase media alta del sur de la capital mexicana, en la localidad de Tlalpan, de donde fue alcaldesa entre 2015 y 2017. Cuando era niña, por 1971, contemplaba desde la escaleras de su casa las reuniones de dirigentes estudiantiles de la época y solía acompañar a sus padres a la cárcel a visitar a amigos arrestados en el contexto de las manifestaciones universitarias iniciadas en 1968 que reivindicaban la democratización de la educación pública y la liberación de presos políticos.
“Era una compañera con ideas formadas, muy solidaria, muy firme en sus convicciones y muy humana”, recuerda su amigo Baltazar con quien en la adolescencia formó una escuela para alfabetizar a adultos que no sabían leer o que no podían recibir estudios porque trabajaban. Claudia Sheinbaum, presidenta electa de México, en su juventud también solía bailar ballet, tocar la guitarra y cantar canciones de protesta. Baltazar la describe como una mujer ordenada, enérgica y alegre, que dista mucho del rostro estoico y parco que se ha construido en el imaginario mexicano en los últimos años.
Las críticas a su vida política
Como política no ha estado exenta de cuestionamientos. Claudia Sheimbaum carga con “dos pecados políticos”, según sus críticos: cuando era alcaldesa de Tlalpan fue señalada de ser la responsable de la muerte de 17 niños durante un terremoto de 2017 por supuestamente no cerrar un inmueble que no gozaba de buenas condiciones; y durante su mandato como Jefa de Gobierno de la Ciudad de México (2018-2023) se le acusó del colapso de una línea de metro de la urbe en mayo de 2021 en el que murieron 24 personas. Supuestamente, Sheinbaum ignoró las advertencias sobre la seguridad de la línea y los avisos de los trabajadores de realizarle mantenimiento.
Tras su triunfo este 2 de junio, Claudia Sheinbaum no solamente asume el hecho histórico de ser la primera mujer en gobernar México, sino también las riendas del movimiento político que impulsó Andrés Manuel López Obrador (2018-2024), de cuya sombra debe liberarse, según expertos. “En el siglo pasado quería cambiar el mundo, creía en la justicia social”, dice Baltazar Gómez sobre el ímpetu de Claudia Sheinbaum cuando hacía sendos llamados a las huelgas universitarias en la década de los 80. Ahora su reto es cambiar México.
- Entrevista con Baltasar Gómez, sociólogo y amigo de Claudia Sheinbaum
- Entrevista con Francisco Javier Jiménez, politólogo de la UNAM
- Libro “Claudia Sheinbaum, presidenta”, Arturo Cano