Educación en la sombra. Este es el término que aparece en el último informe del Centro de Política Económica de la escuela de negocios Esade (EsadeEcPol) para referirse al mercado de las clases particulares, un sector que no ha dejado de crecer en los últimos años, incluso en aquellos marcados por la crisis económica cuando las familias reducían gastos para otras partidas. Como señala el estudio, mientras que en 2006, el volumen de gasto llegó a los 246 millones de euros, en el curso 2019/2020, ascendió a los 1.700 millones de euros.
Las clases particulares se están convirtiendo en un bien de primera necesidad, según Juan Manuel Moreno, profesor de la Facultad de Educación de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y uno de los autores del informe. De hecho, el 47% de los estudiantes entre Infantil y Bachillerato reciben clases particulares, una cifra superior en centros concertados y privados y en hogares con rentas altas.
Pero, ¿qué supone para la educación que casi la mitad de los jóvenes reciban clases fuera de sus horarios lectivos?
Los motivos detrás del alto porcentaje de alumnos que reciben clases particulares
De media, el 47% de los estudiantes de España recibieron clases particulares durante el curso 2019/2020, una cantidad que varía ligeramente según la titularidad del centro: 46,5% en la red pública y un 50,1% de la concertada.
Como explica a Newtral.es Ángel Martínez, economista investigador en EsadeEcPol y coautor del informe, este porcentaje incluye cualquier tipo de clase particular, desde las que se reciben solo el día antes del examen hasta aquellas que se desarrollan a lo largo de todo el curso. “Si introdujeramos una restricción de intensidad u horas de clase, probablemente saldría un porcentaje un poco menor”, añade.
No obstante, Martínez matiza que esto no es un hecho despreciable. “No deberíamos pasar por alto el hecho de que para ir a un examen con confianza haya alumnos que tengan que pasar por clases particulares”, considera el coautor del informe, que destaca que es una cifra alta respecto a lo que se veía hace 15 o 20 años.
Las clases particulares, en su origen, eran una inversión que se podían permitir los hogares más ricos y que además, como señala Martínez, se centraba en la educación universitaria. Pero, como plantea el informe, “se ha extendido con gran fuerza en las familias de la parte más baja de la distribución de gasto”.
La red pública, parte de la solución
Los autores del informe diferencian los tipos de clases particulares según dos objetivos: las destinadas a “ampliar y perfeccionar” y aquellas que buscan “reforzar y recuperar”. En este sentido, las clases de idiomas y las artísticas estarían dentro del primer grupo, mientras que las demás materias del currículum encajarían en el segundo.
En total, uno de cada tres euros invertidos en clases particulares se destinan a las asignaturas que se engloban en la categoría de reforzar y recuperar. “Es un gasto que no debería existir o al menos debería estar reemplazado por un papel del sector público”, considera Martínez, que añade que el aumento de la demanda podría interpretarse como una petición de las familias para conseguir más oportunidades para sus hijos.
“A raíz de la pandemia, algunos centros han empezado a ofrecer clases de refuerzo (más que particulares), pero no es suficiente, tiene que hacerse de forma mucho más estructurada”, asegura el investigador de la Esade. “Es el camino que hay que seguir para erradicar esa parte del gasto en clases particulares que no tendría que existir, bajo nuestro punto de vista”, asevera Martínez.
La renta, un factor diferencial a la hora de pagar clases particulares
Aunque el porcentaje de alumnos que reciben clases particulares es similar entre centros públicos y concertados, el gasto medio por cada uno de ellos varía considerablemente si atendemos a la renta de cada familia.
Como detalla el informe, en el curso 2019/2020, las familias de los alumnos de centros públicos destinaron de media 235 euros anuales a clases particulares, una cifra que casi se triplica en los centros privados, donde el gasto medio por estudiante fue de 606 euros. No obstante, Martínez explica que quienes no pagaron por las clases o no las recibieron también entran dentro del cómputo, por lo que el gasto real puede ser incluso mayor.
Además, este gasto depende también de cada región. “Hay una relación entre riqueza de la comunidad autónoma y gasto por estudiante” para clases particulares, señala el informe. En este sentido, la Comunidad de Madrid, Cataluña y la Comunidad Valenciana lideran el gasto medio por alumno.
Sin embargo, el caso madrileño presenta una paradoja. Pese a ser la región donde las familias más dinero destinan a las clases particulares, está a la cola en la tasa de alumnos que reciben dicha ayuda, “superando apenas el 40%”. Esta diferencia depende, como indica Martínez, de la distribución y concentración del gasto de las clases particulares.
“Hay un grupo pequeño de alumnos dentro de la Comunidad de Madrid que gastan muchísimo, sesgando al alta el gasto medio por alumno”, explica el coautor del informe, quien detalla que en esta región, el gasto medio real sin contabilizar a quienes no pagaron puede rozan los 800 euros por alumno.
Las clases de idiomas extranjeros, las que más gasto concentran
Las conclusiones del informe exponen que los hogares más pobres “hacen un esfuerzo, pero más para clases particulares de recuperar y remediar”. Por su parte, las familias con rentas superiores gastan más en clases particulares “no solo para sus estudiantes más rezagados (…) sino sobre todo por los más avanzados, a quienes quieren proporcionar una ventaja competitiva que asegure su acceso a instituciones de élite”.
De ahí que las clases de idiomas sean las protagonistas: concentran un 46% del gasto y “son la prioridad número uno en el gasto de las familias españolas”. Pero, de nuevo, la renta vuelve a ser un factor diferencial, ya que, aunque es la asignatura a la que más destinan todos los hogares, “es especialmente alta entre las familias que llevan a sus hijos a colegios privados y concertados”.
Martínez reconoce que dentro de este porcentaje, hay alumnos que dan clases de inglés para recuperar, pero no es lo mayoritario. “Vemos que los hogares más ricos son los que invierten más en idiomas, buscan preparar a sus hijos para el mercado laboral, mandándoles a academias de inglés y a aprender otros idiomas”, explica.
“Tenemos la intuición de que a medida que crece la capacidad económica del hogar, el peso de otros idiomas va creciendo”, concluye Martínez.
- Informe Educación en la Sombra en España, EsadeEcPol
- Ángel Martínez, economista investigador en EsadeEcPol y coautor del informe