El cinturón de Madrid en las elecciones: así cambian algunas zonas del rojo al verde

Indra escrutinio elecciones
Foto: Shutterstock
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El pasado miércoles, Ana Rosa Quintana le preguntó a la candidata de Vox a la presidencia de la Comunidad de Madrid, Rocío Monasterio, por qué hacía campaña para las elecciones del próximo 4M en lugares donde tradicionalmente se vota a la izquierda. «Bueno, eso ya cambió en las anteriores elecciones donde el cinturón rojo se convirtió en cinturón verde”, respondía Monasterio.

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Aunque no queda clara su delimitación, el cinturón de Madrid es uno de esos territorios que los partidos se disputan de elección a elección. Ahora Vox reivindica su victoria en esos territorios, pero se olvida que se trata de bastiones que han cambiado de color en varias ocasiones.

El último giro sucedió en 2019. En el mismo año los votantes respondieron de manera contraria a las elecciones autonómicas de mayo y las generales de noviembre. En las primeras, el cinturón era rojo, con la victoria del PSOE en municipios como Getafe o Fuenlabrada. Pero solo unos meses después, en las elecciones nacionales de noviembre, el mapa volvió a cambiar: Vox quedó como la fuerza más votada en 61 municipios de la periferia de Madrid, como reflejan los datos de Interior

Resultados elecciones autonómicas de Madrid en mayo de 2019

Resultados elecciones generales de noviembre 2019

El cinturón rojo que todavía pervive

En 2011, el PP barrió al PSOE en las elecciones autonómicas. Las crónicas de ese año recogían cómo el tradicional cinturón rojo se había borrado del mapa. Esta es la de El País en junio de 2011: “El revés que han sufrido los socialistas en las pasadas elecciones ha acabado con uno de los símbolos de su poder en la Comunidad de Madrid: el cinturón rojo”. 

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El resultado de las generales de ese mismo año fue similar, como recogía ABC en noviembre de 2011: “Especialmente sangrante es el agujero de votos que los socialistas se están dejando en el –anteriormente– llamado cinturón rojo. En 2007, el PSOE perdió Pinto; en el pasado mes de mayo también cayeron Getafe, Leganés y Alcorcón. Y ahora ocurre lo mismo con Parla y Fuenlabrada”.

Aunque ahora Vox dibuja su propio anillo en el mapa, el que se conocía como el cinturón rojo incluía a Alcorcón, Leganés, Getafe, Pinto y Móstoles, como definía el diario, y esos municipios siguen siendo “rojos” en las convocatorias a la comunidad. Después de la derrota de 2011 frente al PP, el PSOE recuperó el primer lugar en Leganés, Getafe, Pinto en 2015 y en 2019 también en Alcorcón y Móstoles; y desde entonces no lo ha vuelto a perder, por lo que esa ‘reconversión’ de rojo a verde no se ha producido en estos bastiones clásicos. 

Luis Arroyo, consultor internacional de comunicación política, explica que estas zonas “siguen siendo bastiones de la izquierda”. “Es verdad que algunos de esos municipios han sido gobernados por el PP en algún momento, pero sociológicamente son barrios trabajadores, con amplia abstracción de izquierdas”. Aunque también advierte que no hay una lealtad o fidelidad de voto tan fuerte en la izquierda como en la derecha.

Una periferia camaleónica

Donde sí ha habido una variación es en el anillo exterior, más alejado que el propio cinturón rojo. Un ejemplo claro es Navalcarnero. En las autonómicas de 2007 el PP se llevó seis de cada diez votos del municipio, pero conforme pasaron los años fueron perdiendo apoyos: en 2011 pasó al 56% y en 2015 cayó a la mitad, hasta el 32%, hasta que al final, en las elecciones autonómicas de 2019 el PSOE ganó con el 33% de los votos. Ese mismo año, un nuevo giro: el 20N Vox recibió el 28% de los votos, la primera fuerza, como se puede ver en la web de Difusión de resultados Electorales de la Comunidad de Madrid (DECMA).

El mismo proceso vivieron El Boalo y Valdemoro. En este último, la victoria del PP se fue reduciendo desde el 60% en 2007 hasta el 26% en 2015, hasta que en 2019 el PSOE obtuvo la mayoría con el 25%. En cambio, para las elecciones generales del 20N, Vox se hizo con el 28%.

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Aunque no en todos es así. En realidad, en los bastiones clásicos de la izquierda, el panorama no ha cambiado tanto. En Fuenlabrada, en 2011, el PP superó en el municipio al PSOE con un 41,78% de los votos, pero en las siguientes elecciones (2015) el PSOE recuperó el territorio y desde entonces no lo ha vuelto a perder. Lo mismo en Getafe o en Leganés. En Parla, por ejemplo, en las últimas cuatro elecciones autonómicas y en las del 20N ha ganado la izquierda.

Vallecas: la disputa por el sur

El símbolo más claro de ese intento de Vox por arrebatar sus feudos a la izquierda es Vallecas. El 7 de abril, Monasterio llenó de banderas verdes la Plaza Roja de Vallecas para el lanzamiento de su campaña. Cuando le cuestionan a ella o al líder de su partido, Santiago Abascal, responden que van porque ahí les votaron 13.000 personas, como señalaba en una entrevista en La Gaceta. «En Vallecas, en las últimas elecciones generales, VOX obtuvo 13.171 votos, casi el doble que partidos de la izquierda como el de Íñigo Errejón».

El dato es cierto, según los resultados de Puente de Vallecas: Vox obtuvo 13.171 votos, cerca del doble que Más Madrid, con 7.241. Pero olvida mencionar que sus resultados fueron casi la mitad que Unidas Podemos, que recibió 23.409, y muy por debajo de los 40.302 del PSOE. 

En ese intento por conquistar votos de la izquierda, Vox ya ha visitado Usera, Carabanchel y Villaverde y otros municipios del sur como Leganés, solo en precampaña

Arroyo advierte de que “En Vallecas, lugar paradigmático, que se ha convertido en el símbolo del inicio de la reconquista (…); es verdad que fueron cuartos, pero no es nada despreciable. En realidad se nos olvida que el electorado tradicional de izquierdas está menos movilizado que el de derechas. Vox está aprovechando ese hueco”. 

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“Si no entras en la clase trabajadora, no ganas”, explica el analista, que considera que el partido ha decidido pasar “del fachaleco al mono de trabajo”. “Quitarse la cosa de los pijos del Barrio Salamanca, que ya la tienen, y ponerse la camisa remangada como Abascal y lanzarse a la conquista de ese espacio que está mucho más abonado de lo que la izquierda piensa”. 

Para el experto la situación es similar a lo que sucedió en Estados Unidos, donde el trumpismo no se quedó en las elites, sino que se convirtió en una alternativa para la clase trabajadora.