Carlos Sabín, físico: “El mayor mito cuántico es el gato de Schrödinger, la realidad ya es suficientemente rara”

El físico cuántico Carlos Sabin | M. Viciosa
El físico cuántico Carlos Sabin | M. Viciosa
Tiempo de lectura: 13 min

A Carlos Sabín le pone enfermo la charlatanería pseudocurativa que apela a los fenómenos cuánticos. Todo es cuántico. Todo tiene una solución cuántica. Cien años después de que Werner Heisenberg y Erwin Schrödinger describieran las leyes de la mecánica cuántica, parece que el mundo minúsculo que describe es un territorio mágico, lleno de superpoderes. Nada más lejos de la realidad, pese a que se apele a lo cuántico para vender cualquier cosa. Incluida la cura de ciertas enfermedades.

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Autor de Verdades y mentiras de la física cuántica (Catarata, 2020), reconoce que cosas que en tiempos de Einstein parecían pura mitología han terminado por materializarse. Pero hay mitos que persisten. “El mito o, más bien, el malentendido mayor es el del gato de Schrödinger”, asegura Sabín. Fue propuesto por Edwin Schrödinger como un “ejemplo absurdo de lo que pasaría si intentáramos aplicar las normas cuánticas a objetos cotidianos, donde la física cuántica no es la que manda”. Muy a su pesar, el nombre del pionero cuántico quedó ligado al género felino. “Ese ejemplo se ha convertido en el paradigma cultural de la física cuántica”. Será que nos gustan los gatitos.

  • PREGUNTA. ¿En verdad, puede que internet y sus gatos, en las últimas tres décadas, hayan tenido culpa en ese mito?

  • RESPUESTA. Muchísima. Los memes, los gatos, que han sido y son estrellas de internet… es muy tentador y todo se desmadra. En la comunidad académica ya era un tema pesado hace décadas: hasta Stephen Hawking bromeaba diciendo que cada vez que alguien le hablaba del gato, se llevaba la mano a la pistola. Pero cuando esa ironía interna sale de contexto y llega sin explicaciones a la gente que no está dentro del campo, el malentendido se vuelve enorme.

  • P. Un gato no puede estar vivo y muerto a la vez, pero ¿qué cosa cuántica era un mito hace un siglo y ahora es realidad?
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  • R. Los ordenadores cuánticos nos parecían algo muy teórico, inalcanzable hace años. Pero son una realidad. Que podamos hacer tecnología útil para la sociedad en base a ideas que en principio eran teóricas o meras curiosidades intelectuales es una cosa bastante impresionante. Al gato de Schrödinger sería mejor que lo dejáramos de usar como símbolo y habláramos de otras cosas que sí representan cómo funciona la cuántica de verdad. La realidad ya es suficientemente rara.
  • P. Llevamos mucho tiempo oyendo hablar de ordenadores cuánticos. Dice que son una realidad, pero no tenemos uno plenamente funcional disponible, ¿no?
  • R. Ordenadores cuánticos hay ya, y son plenamente funcionales en el sentido técnico. El problema es que todavía no hacen nada que no hagan ya nuestros ordenadores clásicos, que son estupendos y ya prácticamente cubren todas nuestras necesidades. En los inicios, casi todos nos dedicábamos a esto por curiosidad intelectual: era bonito estudiar propiedades como el entrelazamiento. Luego llegó un boom de inversión de grandes tecnológicas y gobiernos y se creó la sensación de que la revolución era inmediata. Pero los datos científicos no dicen eso: falta mucho para que puedan resolver problemas realmente útiles que escapen a las capacidades clásicas.
  • P. ¿Hasta qué punto influye la propaganda de las grandes corporaciones informáticas o países en esa impresión?
  • R. Cada vez más. Google, IBM, Microsoft están haciendo grandes anuncios. Esos grandes anuncios van más o menos apoyados siempre en algún artículo, típicamente en Nature. Las notas de prensa suelen decir algo muy distinto de lo que se explica en los artículos científicos. La distancia entre el marketing y el paper es cada vez mayor. Si uno sólo escucha los anuncios, pensaría que los ordenadores cuánticos van a cambiarlo todo dentro de cinco o diez años, pero los resultados no permiten sostener eso ahora mismo.
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“Si uno sólo escucha los anuncios, pensaría que los ordenadores cuánticos van a cambiarlo todo en pocos años, pero no podemos sostener eso ahora mismo.

Los ultrarrápidos ordenadores cuánticos se basan en las locas cualidades de la matera en su escala más, más pequeña –subatómica–. No trabajan con bits clásicos (un bit es una unidad de información mínima en sistemas digitales, que puede ser o un 0 o un 1). Trabajan con cúbits, que son ceros y unos al mismo tiempo. Y con un espeluznante fenómeno cuántico: dos partículas alejadas y no conectadas físicamente pueden entrelazarse a distancia: lo que le ocurre a una afecta automáticamente a la otra. Mantener estas singulares propiedades no es fácil.

Requieren temperaturas cercanas al cero absoluto, aislamiento extremo y un vacío perfecto. Bajo esas condiciones se puede hacer funcionar a esos cúbits, inestables y sensibles. La más ligera alteración los convertiría en bits clásicos, perdiendo su magia. Esto dispara los costes. El magnate Elon Musk ha planteado recientemente llevar la computación cuántica a la Luna, donde alcanzar estas condiciones estrictas sería teóricamente más sencillo. Aunque esto, para Sabín, es otro mito. “No soluciona más de lo que complica”.

Desde el punto de vista lógico, las grandes empresas del ecosistema cuántico trabajan en la detección y corrección de esos errores. Para ello, se deben dar la mano los chips más avanzados con algoritmos de subsanación de esos errores, algo que predijo Peter Shor, el hombre que advirtió hace 30 años de cómo la computación cuántica amenazaría la manera en que encriptamos actualmente nuestra información.

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  • Jun 2023: El procesador Eagle de IBM de 127 cúbits supera a ordenadores clásicos en simulaciones de problemas concretos.

  • Dic 2024:Google presenta el chip Willow de 105 qubits, anunciado como un gran salto hacia ordenadores cuánticos escalables, con reducción de errores.

  • Feb 2025: Microsoft anuncia el chip Majorana 1, basado en cúbits topológicos. Afirma que la computación cuántica útil está “a años, no décadas” de distancia.

  • Mar 2025: China presenta el prototipo Zuchongzhi 3.0 de 105 cúbits superconductores, como parte de su avance en supuesta ventaja cuántica.

  • Jun 2025: IBM publica su hoja de ruta para el ordenador cuántico tolerante a fallos Starling. Presenta una arquitectura tolerante a errores.

  • Oct 2025: Google anuncia que su algoritmo Quantum Echoes puede realizar tareas que los superordenadores actuales no podrían completar en la vida del universo.

  • P. El último anuncio de Google hablaba de un algoritmo 13.000 veces más rápido…
  • R. Ese numerito no aparece así en el artículo. Es habitual que ese tipo de cifras se rebajen muchísimo en cuestión de semanas, porque los investigadores mejoran rápidamente los algoritmos clásicos con los que se compara. Además, muchas de esas demostraciones se hacen con ejemplos de juguete: sistemas tan pequeños que todavía pueden resolverse con ordenadores clásicos. [Una tarea con la que se experimenta es la descripción y hallazgo de determinadas moléculas por parte de ordenadores cuánticos]. Cuando ellos mismos describen qué haría falta para llegar a moléculas reales que sí se escapen de lo clásico, reconocen que aún están muy lejos.
  • P. ¿Cuál es el principal cuello de botella?
  • R. El error. Los cúbits son extremadamente frágiles. Aunque tengamos errores bajísimos en cada operación, si necesitas hacer millones de operaciones, esos errores se acumulan y lo arruinan todo. Necesitamos no solo más cúbits, sino corrección de errores cuánticos que funcione durante la operación. Eso está empezando: ya hay demostraciones de cúbits con corrección integrada, pero hacen falta miles, millones de ellos para algo verdaderamente útil.

  • P. ¿Ese límite es físico o tecnológico?
  • R. Ahora mismo, tecnológico. Teóricamente podríamos acercarnos al cero absoluto de temperatura, por ejemplo, donde la cuántica sería perfecta y sin errores. Pero alcanzar temperaturas tan extremas y eliminar el ruido externo en la práctica es muy complicado. Hoy el límite lo marca la ingeniería, no la teoría.
  • P. ¿Tendría sentido tener un ordenador cuántico en casa?
  • R. Probablemente no. Y, sobre todo, ¿para qué? Los ordenadores clásicos ya cubren casi todo lo que necesitamos. Lo más razonable es que haya unos pocos ordenadores cuánticos en el mundo, quizás cinco, cincuenta o quinientos, y que nos conectemos a ellos a través de Internet para tareas muy concretas que sí escapen a lo clásico. No tendría sentido sustituir los ordenadores personales por cuánticos.
  • P. ¿Cómo ve la posición de España en computación cuántica?
  • R. España forma parte de la estrategia europea. Es difícil competir en la carrera por tener el ordenador más potente o el primero, pero eso no tiene por qué ser malo. La computación cuántica puede avanzar también a través de otras vías que no pasen por construir lo más grande o lo más rápido. Hay oportunidades y estamos en ese camino.
  • P. En pleno hype de la IA, ¿qué papel puede jugar la computación cuántica?
  • R. Ahora mismo es especulación. La IA clásica ya está llegando a límites energéticos y lógicos muy fuertes. No sabemos aún si la cuántica puede aportar algo significativo ahí. Es un campo muy incipiente y habrá que ver si realmente hay un encaje que tenga sentido.

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