Detrás de la red

ANÁLISIS | Capitalismo de contenidos en Twitter

qué es el doxing
Ciberacoso / Tero Vesalainem
Tiempo de lectura: 5 min

El cómo afectan los contenidos solo accesibles a través de una subscripción se ha convertido en un verdadero problema en las redes sociales como Twitter.  Y tanto es así que, como siempre, lejos de abordar este problema algunas redes -entre ellas Twitter– quieren lanzar su propia interpretación de los contenidos bajo pago: el capitalismo de contenidos. 

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Quiero decir que personalmente no pongo ni un pero a que los autores moneticen su trabajo como prefieran. No hablo de eso. El respeto al trabajo de los autores y sus derechos me lo impide. Los creadores tienen derecho a controlar sus contenidos, y si lo quieren colocar detrás de una taquilla de previo pago, es su elección. 

De lo que hablo es de la costumbre cada vez más arraigada de compartir enlaces cuyo contenido es inaccesible para un alto porcentaje de los usuarios de las redes, y la problemática que ello lleva consigo. Más aún, en un escenario donde la manipulación y la desinformación se expande a una enorme velocidad. En la práctica cuando alguien enlaza y expande un contenido al que el resto de los usuarios no puede acceder lleva a una difusión errónea de la información. 

Capitalismo de contenidos e Internet libre

La contraposición entre un Internet libre y el capitalismo de los contenidos es evidente. El capitalismo de los contenidos se construye en base a una sola premisa: monetizarlo. La diferencia principal entre un  contenido de pago y el contenido de libre acceso es el deseo de obtener más ingresos. Y el deseo de obtener más ingresos no está relacionado de ninguna manera con la experiencia, el pensamiento innovador o el talento.

Esto lleva, por ejemplo, a que los titulares de los mismos sean llamativos, exagerados o directamente engañosos. O a que en muchos casos no tengan ni siquiera relación con el cuerpo de la información, que por supuesto no se ve. Y es así porque la única manera de captar nuevos ingresos es llamar la atención. A cualquier coste. De hecho, el titular se convierte en “la obra”, y al carecer del contexto del cuerpo de la información, en la mismísima información.

Esta “obra”, el titular será difundido una y otra vez por personas que en la mayoría de los casos no han asimilado la información que lo acompaña. Simplemente porque se han visto atraídos por una frase, el titular, que ratifica una vez más sus opiniones o posiciones, convirtiéndose en un acelerador del sesgo y de la polarización cada vez más evidente en las redes.

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Y ya estamos viendo que está siendo usado de manera perversa. Si un titular atrae a alguien lo suficiente para que lo difunda, sin saber que le acompaña, es posible que estamos difundiendo y dando relevancia a cualquier clase de discurso extremista, o algo especulativo, o directamente falso. Y estamos colaborando indirectamente en presentarlo, puesto que le hemos dado relevancia, para colocarlo en una posición privilegiada en un buscador. 

Titulares que nos dan la razón

Hay un gran número de personas difundiendo enlaces a artículos que no pueden leer, simplemente porque el titular es acorde a lo que piensa.

Entre los problemas que nos presenta esta tendencia está, como he dicho, la exageración, siendo benévolo, de los titulares para atraer subscriptores. Pero hay más.

Entre los grupos más combativos en cuanto a la ideología, la estrategia de la subscripción se está empleando como una estrategia de propaganda. Esto lo hacen por una razón: saben que nadie paga por discutir, pero sí lo hacen por darles la razón. Un contenido extremista utiliza este recurso para evitar la oposición. Si los contenidos fueran accesibles para todo el mundo serían una invitación para la discusión.

Ese es un acelerador que se utiliza para marcar agendas, no para reconfortar o fidelizar a tus compañeros. De hecho, cada vez más vemos como en redes como en Twitter hashtags son aupados a TTs por los mismos que los critican o combaten.

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Activismo y capitalismo de contenidos: la diferencia

No hay que confundir el capitalismo de contenidos con el activismo. Es diferente. El primero, a riesgo de ser pesado, tiene como objetivo principal el beneficio económico. La diferencia principal entre uno y otro es que el activismo siempre quiere llegar a la mayor audiencia posible.

El hecho de prometer una “información exclusiva” para los crédulos que abonen tus servicios no es activismo. Es más, la polarización, una vez más, es mayor en estos contenidos. Lo que es claro es que el spam en Twitter ha cambiado, y una gran parte del problema actual es la avalancha absoluta de enlaces inaccesibles dentro de los tuits. Esto ahora es una epidemia. Y cómo siempre llegaremos/llegarán tarde para evitar sus efectos.