Un año después, Afganistán se enfrenta a cambios importantes tras el regreso al poder de los talibanes fuera de los focos por la invasión rusa en Ucrania. “Por mucho que el mundo esté legítimamente preocupado por la guerra en Ucrania, Afganistán está experimentando una crisis muy grave”. Son palabras del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, durante su última visita a Afganistán, el pasado mes de marzo.
El derrumbe del gobierno afgano y la caótica retirada de las tropas estadounidenses han tenido consecuencias devastadoras para un país que ya estaba en crisis. La suspensión de la ayuda humanitaria por parte de la comunidad internacional a modo de sanción al nuevo Gobierno talibán, unido al conflicto, la sequía, el hambre y, por último, el terremoto del pasado 22 de junio que causó la muerte de más de un millar de personas, ha agravado una crisis humanitaria en Afganistán sin precedentes. Sin embargo, y tal y como denuncian a Newtral.es organizaciones que trabajan sobre el terreno, la falta de respuesta internacional a esta crisis demuestra un desentendimiento que hunde aún más a un país ya en crisis.
“Por mucho que el mundo esté legítimamente preocupado por la guerra en Ucrania, Afganistán está experimentando una crisis muy grave”. Son palabras del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, durante su última visita a Afganistán, el pasado mes de marzo.
Te explicamos los cambios que ha sufrido el país en estos frentes.
Las proyecciones económicas son “nefastas”, según el Banco Mundial
Los cambios en Afganistán tras el regreso de los talibanes son notables. El Producto Interior Bruto per cápita en Afganistán creció en las últimas dos décadas, sin embargo, las proyecciones del Banco Mundial desde 2020 en adelante son “nefastas”. Tal y como recoge en su informe de junio, a pesar del aumento de la ayuda humanitaria internacional, la economía afgana se ha hundido y la mayoría de los hogares no tienen ingresos suficientes para satisfacer las necesidades básicas.
Ramiz Alakbarov, el coordinador humanitario de la ONU en Afganistán, explicaba en junio que la crisis económica que asola el país es el “motor potencial del conflicto y de la miseria”. Alakbarov resume así el contexto económico: “La economía afgana se ha contraído desde agosto; la producción y los ingresos se han reducido. Es posible que el desempleo alcance el 40% este año, y algunas proyecciones indican que las tasas de pobreza pueden llegar al 97% a finales de 2022”.
Vicente Raimundo, el director de cooperación internacional de acción humanitaria de Save The Children —una ONG que trabaja sobre el terreno desde hace casi 50 años—, confirma estos datos: “Desde hace un año se ha producido una profundización de la involución en Afganistán, que ya se venía gestando desde la invasión soviética en 1979”, afirma a Newtral.es.
Hambre y sarampión: la crisis humanitaria se agrava
Hay más cambios en Afganistán que el gobierno de los talibanes ha precipitado. En 2002, un año después de que las tropas de Estados Unidos llegaran a Afganistán, la mortalidad materna era de 1.600 fallecimientos por cada 100.000 habitantes, según Unicef. En 2020, el saldo descendió hasta los 638 muertes, según los cálculos de la ONU. Una mejora que, aunque insuficiente, se está revirtiendo desde el regreso de los talibanes al poder.
Naciones Unidas ha alertado en su último informe de que la población de Afganistán atraviesa una crisis de desnutrición “sin precedentes”, y ha indicado que la cifra de personas que sufre hambre aguda ha aumentado de 14 millones en julio de 2021 a 23 millones en marzo de este año.
Raimundo avisa, además, de que la situación en Afganistán, aunque grave, está a punto de convertirse en una crisis olvidada, “lo que sería trágico porque Afganistán está, junto con los países del Cuerno de África y del Sahel, a un paso de la hambruna”, apunta el director de la ONG. “Ahora hay otras prioridades, la atención mediática está en otro sitio y estamos notando que, en general, está habiendo una reacción tardía y lenta al hambre extremo que sufren ahora mismo los afganos”.
Médicos Sin Fronteras ya advertía, tres meses después de la caída del Gobierno afgano, de que la congelación de fondos de ayuda internacional había deteriorado el sistema de salud, que llevaba años debilitado y plagado de brechas.
Además, tras períodos de menor transmisión de sarampión, la llegada de los talibanes al poder no ha hecho más que aumentar los casos con un brote que comenzó a resurgir a principios de 2021. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido que desde enero de 2021 hasta marzo de 2022 se han registrado más de 48.000 casos de sarampión y han muerto 250 personas. Solo en 2022 se han producido más de 18.000 casos y 142 niños han fallecido por esta enfermedad en el país asiático.
La OMS indica que hay varias causas que llevaron a Afganistán a esta situación en 2021. Entre otras, el elevado número de desplazados internos (698.000 personas) que huían de la violencia por los combates entre la guerrilla talibán y el ejército de Estados Unidos incidió en la baja cobertura vacunal. También la alta tasa de malnutrición, el escaso acceso a los servicios médicos o los obstáculos de la población rural para conseguir atención médica.
Matrimonios infantiles, la tendencia aumenta en Afganistán por los cambios de los talibanes
Unicef alertó en noviembre de 2021 del aumento de los matrimonios infantiles, una tendencia que se agravó debido a la pandemia de la COVID-19 y la crisis alimentaria. “La situación es tan desesperada que, a cambio de una dote, algunas familias ofrecen sus hijas a los 20 días de nacer a futuros esposos”, indica el informe de la ONG.
La organización cuenta que el 28% de las mujeres afganas de entre 15 y 49 años se han casado antes de los 18 años. Antes de la llegada de los talibanes al poder, la edad mínima para casarse eran los 16 años, sin embargo, ya se obligaba a las niñas menores de ese límite de edad a contraer matrimonio, como alertaba Save the Children en 2016.
“Incluso antes de la reciente inestabilidad política del gobierno de los talibanes que ha precipitado cambios en Afganistán, Unicef había registrado 183 matrimonios infantiles y 10 casos de venta de niños y niñas durante 2018 y 2019, tan solo en las provincias de Herat y Baghdis. Los niños y niñas tenían entre seis meses y 17 años”, explicaba la directora ejecutiva de la ONG Unicef, Henrietta Fore, en noviembre de 2021, tres meses después de la llegada de los talibanes al poder.
“Como a la mayoría de las adolescentes todavía no se les permite volver a la escuela, el riesgo de matrimonio infantil es ahora aún mayor”, alertaba Fore e incidía en la situación económica “extremadamente grave” como causa del empobrecimiento de las familias afganas que las empuja a “tomar decisiones desesperadas, como poner a los niños y niñas a trabajar y casar a las niñas a una edad temprana”.
Escolarización y empleo femenino, en el precipicio tras el veto talibán
Los derechos de las mujeres y las niñas en Afganistán durante los cinco años que gobernaron los talibanes antes de la intervención militar estadounidense, entre 1996 y 2001, fueron reprimidos. Tenían prohibido salir de casa o pisar la calle solas, estudiar, trabajar, participar en las decisiones de su comunidad política o asistir a una consulta médica por decisión propia. Pero, a partir de 2001, la situación mejoró, sobre todo en las grandes ciudades.
Raimundo, desde Save the Children, explica que, aunque no haya un decreto que impida asistir a las niñas a sus clases de primaria (el cierre afecta a las escuelas secundarias para niñas), sí que hay una estrategia para desincentivar que acudan al colegio. “En los cursos donde está permitida la educación para ambos sexos tienen que estar segregados, por lo que hay muchas escuelas que no tienen la infraestructura necesaria para cumplir esta exigencia. Además, deben ser profesoras mujeres quienes den clase y, tras la salida de profesionales del país, hay incluso menos que antes”.
Según los datos del Banco Mundial, la incorporación de la mujer al mercado laboral aumentó desde el 15% en 2001 hasta representar el 22% de la población activa en 2019. Sin embargo, este tímido avance cayó en picado en 2021 hasta valores similares a los de dos décadas atrás. La educación primaria para las niñas también pasó de no existir al 85% en 2019, el último dato registrado.
Sin embargo, aunque antes de la toma del poder por los talibanes las mujeres y las niñas seguían siendo víctimas de discriminación y violencia por motivos de género, los pocos avances conseguidos en dos décadas de gobierno afgano han retrocedido con rapidez. Según recoge un informe de Amnistía Internacional, varios decretos y decisiones represivas del nuevo gobierno talibán demuestran que los derechos de las mujeres están, de nuevo, en peligro.
“El trabajo femenino no está prohibido por ley, pero sí hay obstáculos, requisitos que desincentivan a las mujeres a trabajar”, añade Raimundo. “Vemos con preocupación que hay empresas que han priorizado el trabajo sobre que este realizado por mujeres”, insiste.
- Banco Mundial
- Amnistía Internacional
- Médicos Sin Fronteras
- Save The Children